Desde que soy un niño recuerdo que ir a la playa tiene un significado mayor al de ir solo a bañarse. En Venezuela estar en las costas va asociado a un tipo de comida que nos pertenece y que aunque sea un día de todos los que estés en la playa, no pelas alguno de estos alimentos. Es que si no lo haces no sentiste que estuviste en la costa, la empanada de cazón o de mariscos, el pescado frito con tostones, la fosforera, el hervido de pescado, el vuelve a la vida y el rompe colchón con aguacate y galletica de soda, las ostras con limón, las jaibas, el roncador entre otros.
Son parte de nuestra cultura estas comidas, con todo y sus particulares nombres, como por ejemplo el vuelve a la vida y el rompe colchón, que poco a poco y tristemente han ido siendo desplazados por el tan rico ceviche, que por cierto me encanta, pero que no lo pongo por encima de los antes mencionados.
El comentario o el artículo viene para reflexionar un poco acerca de la manera cómo nosotros vamos desplazando lo nuestro para darle paso a aquello que la moda nos hace pensar que es más chic o con más estilo. Hace unos años, diez tal vez, pensar en conseguirnos un ceviche era casi imposible, hoy en día, en casi todos los restaurantes de cierta categoría es muy probable que lo haya en el menú. En la playa está pasando lo mismo, hay quienes siguen vendiendo el típico vuelve a la vida o el rompe colchón, pero ya hay muchos que han sustituido eso por el ceviche, pero lo más interesante del caso es que es más una sustitución de nombres, pues son casi lo mismo, debo decir que esos mariscos o pescados marinados que siempre encontramos en frascos de mayonesa en venta en las playas son nuestros ceviches de toda la vida.
En nuestros restaurantes pocos nos atrevemos a exhibir estos platos, a menos que sean interpretaciones de cocineros de moda para sentirse un poco más venezolanos, pero siempre intentando disque modernizarlos, agregando perlas de yo no sé qué, esferas gelificadas de yo no sé qué más, y cosas por el estilo, y veo que es así como se va perdiendo lo original, hasta llegar al punto de desaparecer por completo.
Lo que es, es, y así hay que dejarlo y promoverlo, se lo merecen, son parte de lo que somos, con todo y sus nombres jocosos, eso es parte de lo que somos, no lo debemos ni ocultar ni negar.
Algo me obliga a hacer una pregunta, ¿será que en las costas del Perú se consigue vuelve a la vida o rompe colchón? no lo creo, ellos cuidan su cultura y la promueven, es parte de lo que los hace atractivo para el turista cuando va a ese destino.
Yo, hasta me he tenido que resignar a llamar a este tipo de preparaciones cuando las hago “ceviche”. Es cuestión de marketing, pero no creo que sea la manera, sigo insistiendo en que hay que defender lo que verdaderamente nos pertenece, y parte de eso es lo cultural, no quiere esto decir que no dejemos entrar otras cosas que enriquezcan nuestra cultura, pero veo que quienes se desarrollan, la llamada globalización no se los come tanto, tratan de cuidar un poco lo que tienen.
Si es simplemente cuestión de estilos, nuestro estilo también existe y a partir de hoy me comprometo a llamar por su nombre venezolano a estos deliciosos platos venezolanos hechos a base de pescados o frutos del mar marinados en limón.
Es cuestión de estilos.