Por: Rómulo Hidalgo
Esta columna de hoy es un llamado a la conciencia de todos aquellos que prestan servicio en zonas turísticas, siendo que el desarrollo del turismo va directamente relacionado a lo cultural y productivo de un país, zona o región, entendiendo que parte de lo interesante de ir a visitar cualquier lugar es el hecho conocer los aspectos culturales, tómese la gastronomía como eje importantísimo de los aspectos culturales de cualquier parte del mundo.
Este fin de semana decidí ir a pasear por la Colonia Tovar, para llegar allí desde Caracas es necesario atravesar el Junquito, y en un recorrido tan bonito cercano y conectado he podido apreciar dos caras de una misma moneda, una de las caras es darme cuenta de como la Colonia Tovar se enfocaron en el desarrollo turístico a partir de una cultura y desde ese punto entonces se desarrolló la producción de alimentos partiendo desde la materia prima sembrada, cosechada, criada y procesada en la zona, de los cuales se derivan los principales atractivos del lugar.
Cuidan una cultura, protegen un tipo de construcción, impulsan la producción del campo, fortalecen lo que son para generar un sustento de vida, mantienen limpio el pueblo, su sistema económico depende del factor cultural específicamente.
La otra cara de la moneda es el Junquito, un lugar de igual y hasta superior belleza natural, con un clima delicioso, pero con un déficit increíble de organización, de enfoque cultural y de desarrollo turístico, lo que podría ser ventas de dulcería típica, está surtido de dulcería de Colombia, muy buena por cierto pero que en nada apoya el desarrollo de la industria venezolana, el desorden de comercios a lo largo de la carretera y los rubros que ofrecen dejan mucho que desear, la venta de zapatos, películas y perros calientes, es lo más común, sin dejar de mencionar la cantidad de basura regada por todos lados, el desorden es el paisaje que se ve en ese lugar con un potencial infinito para ser desarrollado turísticamente.
Lo bueno de El Junquito: el cochino frito, las cachapas, los golfeados, las fresas con crema y lo que queda de verdadera dulcería típica, es que pueden ser explotados con mucho más orden, tomando como ejemplo su vecino La Colonia Tovar, impulsando no solo el comercio sino la producción de alimentos y artesanías, de la región, del lugar.
La cultura gastronómica y productiva de un lugar es uno de los mas grandes atractivos de cualquier parte.
El turismo venezolano se desarrollará exponencialmente cuando sea venezolano de verdad, cuando le demos importancia a lo de nosotros, a lo de la zona, cuando veamos lo que podemos hacer con lo que tenemos a la mano.
Lo internacional, lo Cosmopolita debemos dejarlo solo para las grandes ciudades, como Caracas por ejemplo, pero en los lugares como los antes mencionados se le debe dar fuerza a lo del lugar.
El Junquito podría ser lo que era hace unos 20 años, un lugar especial donde se iba a disfrutar de la naturaleza, el clima perfecto y lo típico y un ambiente limpio.
Para ir a ver zapatos, comprar cd´s y comer perros calientes es mejor quedarse en Caracas.
No sé, digo yo.