“El amor, la muerte
y el día del fuego
no vienen o marchan por ninguna música”
Farruco Sesto
En este andar de criterios y diálogos que emprendemos juntos, cada jueves, en Desde La Plaza, el dibujo se me ha vuelto imprescindible. A cuatro manos Xulio Formoso y yo hemos creado un espacio para contribuir modestamente al debate de ideas en medio de una Revolución que está destinada a dar frutos transformadores en él los ámbitos de la conciencia y de los valores.
Algunas veces, eso no ha podido ser exactamente así. Indetenibles en la palabra de pensamiento crítico, la simbología del trazo comunica en una totalidad en la que juntos suman para la consolidación de la verdad. Mi tocayo y artista plástico, Iván Lira, en un gesto de solidaridad ha llenado con impecable calidad artística y político-ideológica las muy pocas ausencias de Xulio.
Todas y todos somos insustituibles, únicos y múltiples, por tanto, complementarios. Mis dos compañeros de propuestas semanales para Diálogo en la Acera, son camaradas de radicales compromisos con el futuro de la realización de las utopías posibles que nos congregan, hoy, bajo el gigantesco nombre de “Revolución Bolivariana y Chavista”.
Lo que pasa es que, desde el pasado martes 6 de noviembre ya Xulio no vendrá más. Se había ido para Madrid, en su España natal, donde nació en la ciudad de Vigo, en el país Galicia, hace un poco más de 60 años. Quería -al menos así lo manifestaba entre esas complejas dudas que nos plantea la vida- encontrar respuestas para dos patologías que le fueron afectando sus dos “instrumentos” corporales con los que se expresaba artísticamente: sus manos, atrofiadas, engarrotadas por una deformante artritis reumatoidea que lo apartó dramáticamente de tocar la guitarra y empuñar pinceles y creyones y, por otra parte su garganta de canto y armonías, afectada por un tumor que le fue arrancando la afinación y el habla.
Llegó a la capital de España y en un callejón de invierno de este 2018, la muerte le lanzó el “empujón brutal” que refiriera el poeta Miguel Hernández. Un infarto al miocardio lo apartó de su mundo de las artes y de nosotros y no hay Elegía con la que puedo honrarle en esta hora aciaga. Ya Xulio no está. Están montones de sus dibujos guardados en mis archivos y gavetas. Pudiera empezar a repetirlos o dejarme guiar por sus simbolismos hasta encontrar nuevos textos para estos Diálogos. Pero sería un oportunismo mío que, quizás, ni yo mismo entienda.
Por eso opto por dejarlo en su despedida. Él va a volar muy alto, aprendió desde muy joven a hacerlo y… que no me venga con que ahora va a cansarse. No Xulio, vuela, vuela alto. Es tu opción de vida y aquí, amorosamente, te la respetamos.
Ilustración: Xulio Formoso