Por fin en la televisión venezolana se dicen las cosas por su nombre: La dirigencia política contraria al gobierno, y a la Revolución Bolivariana, que secuestra a su sector político por tener el dinero y el poder para decidir, convocar, y actuar, no es ‘oposición’, ni ‘derecha’, ni siquiera ‘ultra-derecha’, es fascismo, y nazismo: Discurso sin argumentos, basado en crear una crisis, y manipular las emociones, no las razones, que la misma genera, a su favor.
Si hoy por hoy quieres terminar una discusión política con un venezolano o venezolana, partidarios (víctimas) de la irresponsable y peligrosa dirigencia fascista venezolana, les puedes hacer cuatro preguntas concretas:
- Los colectivos tienen nombres (la piedrita, Pío Tamayo, Cimarrón, etc.) ¿Cómo se llama el supuesto ‘colectivo’ que ‘atacó’ a la última ‘marcha pacífica’ de Ustedes?
- Hay gente muriendo de hambre en Venezuela ¿Cómo se llaman? Dame un caso, con nombre, apellido, y pormenores (si tu interés es humano, no político, puedes hacerlo)
- Hay gente muriendo por falta de medicinas en Venezuela ¿Cómo se llaman? Dame un caso (y especifícame la esperanza de vida que tenía esa persona diagnosticada de su enfermedad, cuya dificultad para adquirir ese medicamento acabó con su vida)
- ¿Tú eres chavista, u opositor?
Las tres primeras preguntas no son un ejercicio periodístico, sino de elemental sensibilidad, incluso jurídica, a quien acusa, le corresponde la carga de la prueba (no te puedo decir que eres ladrón, o ladrona, sin probarlo)
En el caso de la cuarta pregunta, la respuesta usual es: “Yo no soy opositor… ¡Soy venezolano!”.
A lo que uno podría responder: “Los militantes de la Revolución Bolivariana, las y los chavistas, también son venezolanos ¿o no?”
La respuesta positiva a esta pregunta dependerá de la tolerancia del compatriota consultado, o de su nivel de intoxicación, o no, con un discurso que, además de distraernos, como demostramos en nuestro trabajo Redes sociales ¡Defiende tu tiempo! pretende la división y el odio entre los venezolanos y venezolanas.
Esto no es nuevo: Pinochet dividió a Chile entre ‘chilenos y marxistas’ (es decir, según este tristemente célebre dictador y asesino, los marxistas de Chile, aun siendo chilenos, aun nacidos en Chile, no eran chilenos) Betancourt dividió a Venezuela entre ‘venezolanos y comunistas’ (los venezolanos comunistas, según el adeco dictador, disfrazado de demócrata, no eran venezolanos) Ambos discursos (el de un militar que llega al poder con un golpe de Estado, estableciendo un régimen del terror, y el de un civil que llega al poder por votos, pero luego de participar en 2 golpes de Estado, en 1945, y en 1958, y estableció una dictadura entregada a los Estados Unidos, con ropajes democráticos) pretendían quitarle cualquier derecho (incluso al de la vida) a los venezolanos y venezolanas que estuvieran contra el sistema que ellos representaban.
Sí, Hugo Chávez también empleó epítetos que, de acuerdo a la perspectiva, pudieran calificarse de despectivos, o estigmatizantes.
Si se analiza desde las emociones, pudieran ser vistos como estigma (pertenencia a un grupo social menospreciado, si se ven como calificativos sin argumentos que lo generen) ser ‘escuálido’, ‘apátrida’, ‘pitiyanqui’ e incluso ‘realista’.
Si se analiza desde la razón (es decir, desde la causa que generó el calificativo, y no al revés):
- Escuálido (‘demacrado, pálido, o descolorido’): Este calificativo surgió cuando la oposición antichavista asumió el color negro, y códigos luctuosos, desde el 4 de febrero de 2002 (donde decidieron convocar a violentas protestas, incluso en la casona presidencial, ilegalmente difundidas por la TV de la época, y donde marchaba vestida de negro, asumiendo un ‘luto’ por las muertes de un enfrentamiento entre dos bandos igualmente armados durante la rebelión militar que comandara Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992 –sería como ponerse de luto por los muertos en la batalla de Carabobo, el último conflicto de la independencia de Venezuela en tierra firme-) hasta las muertes que ellos mismos provocaron el 11 de abril de 2002.
En aquel entonces, no solo asumieron el calificativo de Chávez, deformando el significado de la palabra (usaban bandanas negras en las marchas que tenían un tiburón, y que decían: ‘Yo soy escuálido’ –el tiburón es escualo, no escuálido-) sino que llegaron al extremo de deformar la bandera como símbolo patrio, dejándola descolorida (solo con el color negro, y sus antiguas 7 estrellas). No puede llamarse venezolano quien toma esa acción, no contra Hugo Chávez, no contra Nicolás Maduro (aun siendo Jefes de Estado, electos y reelectos por el pueblo venezolano), sino contra los símbolos patrios.
- Apátrida (sin patria): Calificativo que surge como consecuencia de las distintas acciones de la dirigencia política de la oposición venezolana para atentar, por distintas vías, contra la soberanía y la integridad del territorio. Ejemplos sobran, pero desde lo comunicacional hay signos y símbolos concretos, que ningún venezolano (y ningún ser humano con pertenencia a su país) que se considerara nacionalista, o patriota, haría. Tres ejemplos:
- El colocar la bandera nacional al revés (Un país pide, urgente, ayuda externa, ante la imposibilidad de no poder resolver un problema por sus habitantes), y por lo tanto, debe tomarse con extrema seriedad, pues cuando no es un país que solicita ayuda unido (ante una catástrofe natural, que afecta a todas y todos por igual, por ejemplo) sino una particularidad que ni siquiera usa los símbolos por protesta propia, sino por una acción política orquestada por dirigentes de ese país con potencias extranjeras, tú no estás solicitando ayuda ante una catástrofe, estás solicitando una invasión contra su país, y más si acompañas la bandera de tu país al revés, rendida, colocándole la bandera de Estados Unidos encima (¿Es ayuda internacional, o ayuda de Estados Unidos, quien nunca ayuda, sino dominaba Venezuela y Latinoamérica, en el pasado, con tímidos regresos en el presente).
- Destruir los símbolos patrios, con el mayor cinismo de quienes apelan a las emociones con frases sin análisis: ‘Hay delincuencia’ (desde 1970, tal como la conocemos), pero no se dice por qué, y las diferencia de aquella delincuencia a la de hoy) ‘Hay represión’ (contención de la violencia que el propio fascismo produce) ‘Hay hambre’ (¿o dificultad de obtención de alimentos, producto de un boicot económico?), son capaces de justificar las peores violaciones a nuestros símbolos patrios, a nombre de una expresión que no es arte, sino la prostitución de su talento para la traición a la patria. La destrucción del ser venezolano, convirtiendo nuestro glorioso Himno Nacional en canto de duelo, con una persona que toca el piano, tan fascista como su interpretación, culto a la muerte.
- Burlarse de la obra más importante del Comandante Chávez, que la resumió en una sola frase: Tenemos Patria.
La obra se divide en:
- La conciencia (lo que ha impedido que, con 4 años de provocaciones, desde económicas hasta peligrosamente asesinas, la violencia haya significado guerra civil entre venezolanos)
- La revolución política (primer cambio del Estado venezolano, desde 1999) el control de Venezuela sobre sus recursos naturales, y la revolución social (el boicot económico no ha logrado que las mayorías, tanto simpatizantes de la Revolución Bolivariana como de la oposición, caigan en la trampa de la violencia). Como explica Diego Sequera: “La guerra comienza, no con los primeros tiros, sino con el cambio del lenguaje”, si no se te desmoraliza, si no se te quita la fe, en este caso, en tu Patria, en tus capacidades y las de tus compatriotas, no pueden hacerte vulnerable o dócil a la invasión, a la rendición, a la sumisión.
- Pitiyanqui (pequeño yanqui): Es un modismo despectivo, nacido en Puerto Rico (estado ocupado por Estados Unidos que lucha por su independencia) durante la década de los 40 y 50, usado para referirse a aquellas personas que imitan y admiran a los estadounidenses y su estilo de vida, avergonzándose de su origen y renegando de él. Su origen viene del francés petit (pequeño) yankee. El creador del término fue el poeta puertorriqueño Luis Llorens Torres (1876 – 1944). Casos sobran, y en Venezuela son tanto o más antiguos que el término creado por Llorens Torres (que ya no es un modismo, es una categoría sociológica) pero vamos a dos ejemplos concretos: Orlando Urdaneta. Este término solo aplica a los que cambiarían gustosos a Estados Unidos, por Venezuela, no aquellos que emigran conscientemente, por alguna razón de desarrollo de algún proyecto de trabajo, o de vida, que, creen, es viable en ese país, como en cualquier otro hacia el que se emigra.
- Realista: Quizás el más dolosamente cierto, al ver cómo una oposición sin ninguna esperanza de victoria electoral, pagó en 2007 su frustración, e hizo gala de su endo racismo (no solo hijos de españoles hicieron gala de su racismo) celebrando hasta con un ‘Que viva España’, que fue respondido con fuerza por el arte venezolano, la ‘ocurrencia’ que tuvo el Jefe de Estado de la monarquía española de entonces, Juan Carlos de Borbón, rey de España, al intentar mandar a callar, de modo insolente, al Presidente electo directamente por la mayoría del pueblo venezolano, Hugo Chávez, en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile en 2007
El incidente incluye los legítimos reclamos de presidentes latinoamericanos como Daniel Ortega, quien le recordó a España los negocios sucios que se hicieron en Nicaragua entre empresas españolas y los gobiernos neoliberales que existieron en ese país terminando el siglo XX, y Evo Morales, sobre lo inconveniente del neoliberalismo para lograr el tema sobre el cual versaba la cumbre: La cohesión social. De estos hechos, el que agotó la escasa tolerancia del monarca español fue cuando Chávez dejó clara la campaña que el exjefe de gobierno del Reino de España, el fascista José María Aznar, estaba haciendo contra la democracia venezolana.
Es importante (hablaremos de eso con más detalle en próximas entregas) analizar nuestras posiciones desde la óptica de la política (la razón) y no del fascismo (el crimen, inducido por la manipulación de las emociones, como lo refirió el psiquiatra Jorge Rodríguez en su más reciente programa, donde presentó el trabajo sobre la Psicología de Masas del fascismo, del alemán Wilhem Reich, discípulo de Sigmund Freud.
No basta con declarar que somos venezolanos (todos lo somos, seamos de izquierda -chavistas, militantes de la Revolución Bolivariana-, de derecha –opositores-, e indiferentes de la política, que hayamos nacido, y nos sintamos parte de esta tierra), hay que demostrar nuestro patriotismo con hechos, y rechazando a cualquiera que busque manipularnos para perder nuestro orgullo patrio, y nuestra visión de Venezuela como un país viable.
Y lamentablemente, a la luz de lo que hemos demostrado en este trabajo, ser opositor, en la mayoría de los casos, representa lo contrario a ser venezolano, o venezolana.