De cómo un triunfo en la lucha por la verdad puede devolverse en tu contra, por no administrarlo
Hubo un periodista que, desde VTV, descubrió que el candidato de la extinta ‘Coordinadora Democrática’ (hoy MUD) para las elecciones presidenciales de 2006, Manuel Rosales, conocido por sus metidas de pata cuando hablaba, usaba un guion (‘chuleta’), lo cual contrastaba con su contendor, Hugo Chávez, quien mantenía un discurso cargado de citas históricas, exposición precisa de su propuesta de país, interacción con el público, canciones, respuestas a quienes lo adversan, con coherencia, y sin necesidad de guion ni ensayo previo.
Este dato, aparentemente irrelevante, mostraba el contraste de los dos candidatos, y de los dos proyectos de país, por un lado, la demagogia de Rosales, quien al mejor estilo adeco no ofrecía más que una tarjeta de débito donde se daría a la gente, sin explicar por qué o para qué, los recursos del país (todo acompañado de la debida estrategia publicitaria, que incluía sus poses e ‘invitadas del pueblo’ en tarima) y un Hugo Chávez espontáneo, con un proyecto claro de país, que estaba respaldado con la derrota de un golpe de Estado en su contra, un sabotaje económico que pudo haber llevado a un estallido social a aquella Venezuela con 26% de desempleo (y no 6%, como hoy) y, una vez derrotada la oposición en el Referendo revocatorio que intentó en 2004, el camino libre para disminuir el desempleo, y dar a todas y todos los venezolanos, sin distingo de condición social, el mejor poder adquisitivo de la historia de Venezuela, acompañado por las misiones, garantía de alimentación, salud y educación, que llevó la pobreza a menos del 40%, entonces, y al desempleo, a menos de 15%.
Lamentablemente, el colega de VTV se confió, pensando que un político candidato Rosales no tenía asesores que podían ayudarlo a sacarlo de la metida de pata en una ocasión posterior.
Y ocurrió: El periodista llegó listo para repreguntar a Rosales sobre el incidente, en una rueda de prensa transmitida en vivo, y debidamente preparada con un ‘público’ listo para gritar consignas a favor de Rosales, sin contar a todos los medios privados alineados con Rosales, especialmente RCTV, que apostó todo a Manuel Rosales (incluyendo productoras externas –outsoursing- que hacían programas de ese canal, para su campaña. La derrota del opositor sería la causa por la que Marcel Granier, además de su arrogancia y el torpe deseo de ponerle a Chávez la camisa de ‘dictador’ que jamás le calzó, dejó perder su concesión en 2007, buscando deshacerse de sus trabajadores, hoy con derechos, tal como hizo Guillermo Zuloaga con Globovisión, cuando Nicolás Maduro derrotó a su candidato, Henrique Capriles)
Hecha la esperada pregunta, Manuel Rosales desarmó al ingenuo periodista de VTV: «Claro que yo puedo leer una ‘chuleta’, soy un maestro del sur del lago, no soy ni me creo la reencarnación de Bolívar, hasta puedo equivocarme ¿O tú no recuerdas cuando Chávez dijo que ‘si al primer año de gobierno quedaba un niño de la calle, se quitaba el nombre’, no recuerdas eso?»
El periodista cometió el error típico del ‘desarmado’, en lugar de responder lo obvio (‘Yo le estoy preguntando a Usted, no Usted a mi’) cayó en la trampa: «Yo no recuerdo eso». La gritería, la risa y la burla (comenzando por la risa triunfante de Del Valle Canelón, periodista de aquel Globovisión golpista, sentada al lado de Rosales) en vivo, ante todo el país, incluyendo las y los televidentes de VTV, fue evidente.
Por fortuna, la victoria de Hugo Chávez fue la más holgada de la historia de la Revolución Bolivariana, un incuestionable 63% de Venezuela cerró aquel ciclo, y nadie, hasta hoy, recuerda esta anécdota.
MORALEJA: ¡Nunca intentes humillar al derrotado, porque se te devolverá!