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Cabrujas: Tomar lo mejor, para construir nuestra televisión

Esa tarde el doctor Caldera había expresado que él deseaba una pantalla sana, sin nalgas, sin sollozos, donde a modo de ejemplo se pudiesen ver de nueve a diez p.m., cosas como Las Lanzas Coloradas, El Sargento Felipe, Incurables, o La Ilíada. Era la primera vez que un Presidente de Venezuela, le recordaba a la televisión comercial sus fines, aquellos que son ley y no trampa: divertir, informar y educar, pero sobre todo dentro de una estrategia común al Estado y a los particulares, vale decir, al país…”
José Ignacio Cabrujas: “De cómo la televisión se planteó ser menos estúpida” (1995)

José Ignacio Cabrujas Lofiego (Caracas, 17 de julio de 1937 PorlamarIsla de Margarita21 de octubre de 1995),dramaturgodirector teatralactorcronista, radialista, guionista, conductor de programas de radio, columnista, humanista, y renovador del género de la telenovela en Latinoamérica, por el que fue llamado el Maestro de las Telenovelas.

En esta Venezuela joven que somos, donde el pasado es convenientemente borrado por quienes no desean que el interés dé respuestas, donde a la evocación de lo bueno o interesante del pasado se responde con un ‘se te cayó la cédula’, una cita, y breves datos biográficos, no dirían absolutamente nada de José Ignacio Cabrujas.

Pero si decimos: ‘La Señora de Cárdenas’, ‘Natalia, de 8 a 9’, ‘La dueña’, ‘La Dama de Rosa’, o su obra: ‘Nosotros, que nos queremos tanto’, que no pudo concluirse, pues en 1995, hace más de 20 años, llegó la hora de su partida física, la magia de la televisión (que tenemos en youtube, ante la usencia de servidores venezolanos) vive en la memoria de nuestros padres y hermanos mayores.

José Ignacio fue la letra de toda una generación en la llamada ‘telenovela cultural’, primer logro venezolano por hacer una telenovela realista en lo social, que además llevó a la pantalla, en formato de telenovela, las obras de los grandes escritores del siglo XX venezolano (a Rómulo Gallegos, se le dedicó todo un ciclo) La ‘telenovela rosa’, que impuso ‘el derecho de nacer’ en los 60, vino de la Cuba de la dictadura de Batista, que escapa de la isla con el triunfo de la revolución cubana.

Ahora, cuando hablamos, no de ver televisión, sino de hacerla, preocupa que las nuevas generaciones tengan un ‘puente roto’ con un pasado donde no todo fue malo: Cabrujas fue un escritor que retó a una televisión que “aceptaba” a los comunistas como él, como oferta por rendición ante la derrota de quienes buscaron, como Fabricio Ojeda, un país donde todos los ciudadanos y ciudadanas estuvieran en este paisaje que llamamos Venezuela, creando con absoluta libertad, pero también con resultados vinculantes (dicho de otro modo: que el aporte que haces como ciudadano para tu país se viera reflejado en cambios reales, por tu bien, y el de las y los demás)

El ‘puente roto’ se inició en los años noventa, la TV comenzó a desinvertir hasta el punto de considerar (como Gustavo Cisneros, dueño de Venevisión, consideraba en 1997, tras el nacimiento de DIRECTV) que ‘la televisión venezolana debía terminar en 2007’. Todo contenido se importaría, por ser más barato ‘maquilarlo’ en Miami, o en otros centros de producción. Lo anterior se reflejó en la contracción del empleo dentro de la TV venezolana de esos años.

Para lograr la meta anterior, había que matar la memoria, desaparecer progresivamente los contenidos ‘históricos’ de nuestra TV, como ya habían comenzado a desaparecer los conceptos venezolanos, para ir acostumbrando al televidente a los formatos importados desde México, Colombia, o Miami (la telenovela venezolana, éxito en exportación, por cierto, se agotó como modelo tras el último éxito internacional de RCTV: Kassandra -1993)

Por eso no debe extrañarle a Antonio Llerandi, profesor de artes de la Universidad del Zulia, que ninguno de sus estudiantes conociera quién es José Ignacio Cabrujas. Y por eso también, aplaudimos su esfuerzo, y el de Belén Orsini, de rescatar la figura del Maestro de las Telenovelas, con un documental que encaja perfectamente con su irreverencia: ‘Cabrujas en el país del disimulo’.

¿De cuál disimulo? del disimulo de una sociedad venezolana que se divorciaba, pero ocultaba los divorcios, con el machismo que condenaba a la mujer venezolana, y del peor de los disimulos: el de los políticos del siglo XX, que negaron una y otra vez el inminente final del modelo que impusieron con represión (y escaso empleo, a cambio de rendición) que inició su fracaso en 1983, y que se hizo concreto, en lo militar, con la insurrección del 4 de febrero de 1992 que lideró Hugo Chávez, que Cabrujas hizo guion para la película de Carlos Azpúrua ‘Amaneció de golpe’.

¿Queremos buena televisión venezolana? Debemos combinar la técnica que Venezuela maneja hoy con maestría (lo único bueno que dejó la propiedad de la TV en manos de una élite), con los contenidos, principalmente, creados por nuestros jóvenes talentos, ocultos por un sector, hoy improductivo, que lamentablemente sigue controlando gran parte de las pantallas y espacios de nuestra TV, y por supuesto, con nuestros creadores históricos, hacedores de lo mejor que hemos producido (sí hubo cosas buenas) en nuestros primeros 60 años de televisión en Venezuela

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