Cuando recibí el correo de la selección oficial del Premio Andino de Animación ANIMANDINO 2016 que organiza la embajada de Francia en Venezuela revisé algo desconcertado que mí cortometraje de animación “Estación Central” había sido rechazado, de 45 proyectos solo 12 pelis entre cortos y largos habían sido los seleccionados, la verdad es que no me hice muchas preguntas al respecto, tampoco quise tratar de ahondar especulando en qué fallamos, si fue por la narrativa marcadamente política como abordamos la animación documental, lo cierto es que había sido mi primer experimento de animación con el que había conseguido una beca como director y productor de cine de animación y con el que habíamos participado anteriormente en otros festivales.
Reincidí en revisar la selección oficial de nuevo sabiendo que eran solo 12 los nominados, como sí en esa mínima vastedad se hubiera escondido nuestro corto, de esta manera me encontré con el título Sabogal, que me llevó de inmediato a revisar una sinopsis que venía acompañada con la imagen contrastada de dos hombres dentro de un carro, a primera vista tenía el look de un thriller con rasgos de novela negra, algunos otros cortometrajes venezolanos seleccionados los conocía así como a sus directores, sin embargo éste parecía ser el único largometraje seleccionado o quizás el único que había participado y al que me anticipe indagando de que trataba.
Dirigido por Sergio Mejía y Juan José Lozano, es una serie de 13 capítulos para la televisión pública colombiana que se transformó en un largometraje de 106 minutos y que ha representado a Colombia en varios festivales de animación alrededor del mundo, entre los que se encuentra el reconocido Festival Internacional de Cine de Animación Annecy.
Sabogal trata sobre la vida de Fernando Sabogal, un personaje de ficción que investiga el asesinato del periodista y humorista Jaime Garzón, un hecho real que tuvo lugar en 1999.
Su argumento lleva la impronta de un país marcado por la violencia y que recientemente tenía en sus manos la resolución de un acuerdo de paz que decidió posponer.
Sin pensarlo mucho, quise ponerme en contacto con uno de sus directores, así llegué a Sergio Mejía (codirector), antes de tomar la decisión de entrevistarlo, dialogamos consternados sobre lo que pasaba en su país, la negación a un acuerdo de paz, los altos índices de abstención y del guayabo como dicen los colombianos del que aún no logro reponerme por esta situación.
En un contexto tan definido, en este caso por el arte y la política se dio la entrevista.
C.V.
En sí, es decir sustancialmente cuando hablamos del cine de animación documental en este momento, me viene a la mente o me recuerda una obra del artista brasileño Tunga, “Xipofagas capilares entre nos” dos hermanas unidas por el mismo cabello.
¿Cuál es el elemento que hace la diferencia entre el cine animado que se hace documental o el cine documental que se hace animado?
S.M.
Efectivamente cada vez están más diluidas la líneas que separan los géneros audiovisuales, pero es aún más evidente en el caso de la animación pues su capacidad expresiva de narración no solamente desde lo documental, sino también desde lo experimental ha permeado prácticamente todos los espacios audiovisuales: Si hiciéramos un análisis de cada pieza audiovisual (sumando incluso piezas publicitarias y de marketing) vemos que la animación está cada vez más presente en todos (existe un festival muy importante en Alemania -DOK Leipzig- que evidencia esa mezcla sin fronteras entre animación y documental). En este sentido, no veo una diferencia entre abordar lo documental a través de piezas animadas, o animar involucrando elementos documentales a la narración, creo que el elemento que hace la diferencia no es formal sino temático, es decir, la claridad o la intención del mensaje frente a la necesidad de plasmarlo visualmente. Para nosotros la animación es una herramienta, un medio, no un fin en sí mismo y creo que ese debe ser el sentido final de cualquier creación: el pincel, el software, la línea, el lente de una cámara, no pueden ser un fin en sí mismos, son solo herramientas que sirven para expresar mi necesidad de comunicación.
C.V.
Al inicio de Sabogal como una suerte de nota aclaratoria para el espectador, se plantea que los personajes y las situaciones expuestas en la peli son escenas ficcionadas y creadas y que cualquier parecido a la realidad son mera coincidencia.
¿Es allí acaso, donde reside la diferencia, es decir es el carácter “ficcionado” de la historia lo que hace tal diferencia?
S.M.
En cierta medida, sí. El mundo de Sabogal buscaba interpretar la complejidad de nuestro contexto histórico tanto social como político… nuestra “realidad” pero lo cierto es que no existe “una sola realidad”, esta depende de quién la mire y de cómo la mire, lo que pusimos de manifiesto es la subjetividad de la mirada frente a esa realidad, mirada que está representada en la creación de los personajes y el mundo de Sabogal, personajes que viven y se involucran directamente en un contexto inundado de “hechos reales” es decir socializados y mediatizados a través de los las investigaciones judiciales, las investigaciones periodísticas y los noticieros. Pero es importante aclarar que cuando creamos Sabogal intentamos encontrar un referente frente a lo que se había producido antes, pero la verdad es que salvo “Waltz with Bashir” no había mucho de donde aferrarnos, salvo nuestra intención, así que lo que hicimos fue dar un salto al vacío frente a lo que necesitamos decir dramatúrgica y estéticamente.
C.V.
“Waltz with Bashir”, es una de las películas más destacadas de la animación documental de los últimos tiempos, narra desde la perspectiva de un soldado israelí que perdió la memoria y en su búsqueda por recuperarla narra como fue la masacre de Sabra y Chatilla en la guerra del Líbano del 82.
¿Cuáles han sido las influencias o las razones a nivel formal o estético que lo han llevado a hacer este tipo de cine de animación?
S.M.
Sabogal es de alguna manera el colofón de unas serie de piezas animadas que hemos construido desde muchas orillas documentales y las razones están en la necesidad de hablarle al público a otro nivel. Mi formación es documental, durante años trabajé en la realización documental tanto como fotógrafo como director y lo que fuimos descubriendo es que en nuestro contexto, la narración documental suele quedarse en espacios muy válidos de análisis y reflexión, pero en su mayoría reducidos y académicos. Cuando iniciamos la tarea de darle un giro radical a nuestra misma visión de contar esa realidad descubrimos que la animación tiene una potencia inusual porque la “abstracción” y la “representación” de las ideas que haces a través de la técnica, conecta otras sensibilidades, mueve otras fibras del pensamiento, permite extrapolar y en casos, distanciar el objeto del análisis, para que pueda ser leído de una forma diferente, a veces, de forma más contundente, como sucedió con Sabogal y como nos ha pasado con algunos de nuestros cortometrajes.
Ahora bien, lo interesante de la animación es que existen miles de influencias que te llegan a la hora de pensar en un producto animado, tantas como técnicas y estilos. Para nosotros claramente el antecedente de Ari Folman era un soporte de confianza, lo mismo que el trabajo de Tomas Lunák con Alais Bebel, esta última película junto a la francesa Renaissance nos ayudo a entender que nuestra atmósfera, cercana a la novela negra y al thriller, podía ir por ese camino.
C.V.
La animación por lo general se vincula con públicos infantiles y con temáticas completamente diferentes a la que se plantean, podrías darnos tu sinopsis sobre la película, pero sobre todo explícanos el porqué se crea un film como este con esta temática.
S.M.
En Colombia, llevamos años hablando de narcotráfico y corrupción, es decir, contando la historia de país desde el lado de los victimarios, pero muy pocas veces se ha contado la historia del lado de las víctimas, mucho menos desde la defensa de las víctimas. Sabogal es la historia de un abogado de derechos humanos que comprometido con la defensa de muchas víctimas de la violencia, asume la defensa de la familia de Jaime Garzón en el caso de su asesinato, pero la búsqueda de la verdad en este caso lo lleva a entender un panorama mucho más complejo, que involucra la participación de muchos actores, incluidos personajes con poder político y judicial comprometidos en la violación de derechos, pero la dificultad de este contexto, exponer la verdad detrás de los hechos, lo pone a él a su familia en riesgo.
C.V.
¿Cómo se proyecta, y cuál es el apoyo del estado al cine de animación en Colombia y a este tipo de cine que denuncia y nos enseña la magnitud de los conflictos?
S.M.
Yo diría que actualmente hay un estado mucho más comprometido con la defensa de los DDHH, las víctimas, su sufrimiento y su memoria. Fruto de esto es que Sabogal se realizó gracias al apoyo de un canal local de televisión (Canal Capital) y gracias a los recursos que brindó una entidad pública llamada Autoridad Nacional de Televisión, es decir fondos públicos. Pero aparte de esto, el compromiso social y de recuperar la memoria histórica de las directivas de este canal hace dos años, hicieron posible que un proyecto tan atípico pero tan ambicioso pudiera hacerse realidad.
Por otro lado, desde hace más de 10 años existen una serie de apoyos importantes a la producción de cine (incluído el cine de animación) que por concurso, han permitido una producción más constante de largometrajes y cortometrajes a nivel nacional, y por ende una visibilidad mucho más importante de cine colombiano en el exterior. Pero esto no quiere decir que sea fácil buscar recursos para la producción de cine de animación, sobre todo cuando entendemos primero que la animación es costosa y la animación no infantil no es un mercado grande ( ni siquiera a nivel internacional), como si lo es el cine de animación infantil o para toda la familia.
C.V.
En este intento de reconciliación nacional, que contempló la firma de un acuerdo de paz, el mundo entero pudo oír las voces de las FARC que permanecieron silenciadas por más de 50 años en la selva, sin embargo frente al plebiscito para el cese al fuego y el fin de la guerra, la sociedad colombiana votó por la opción del “No”.
¿Qué crees que pueda suceder después del primero de Noviembre, cuando se levante el cese al fuego por parte del estado colombiano?
S.M.
Es difícil hablar de ello, más cuando soy un declarado defensor de los acuerdo de paz firmados, Ahora bien, frente a lo sucedido el 2 de octubre, hay un sentimiento de incertidumbre muy fuerte y una sociedad completamente polarizada, pero veo a un estado y una guerrilla comprometida con sostener el cese al fuego. Lo que espero con anhelo es que este acuerdo de cese al fuego se prolongue más allá del 31 de octubre, porque el diálogo nacional involucrando a los sectores de la oposición no va a ser una tarea fácil y rápida, se necesita un esfuerzo inmenso por dejar de lado las ambiciones políticas y los intereses particulares, cosa que en Colombia no suele ser lo usual.
C.V.
¿Cuándo será entonces, posible la paz para Colombia?
S.M.
No tengo esa respuesta, lo que si creo que es somos una sociedad poco madura para empezar un diálogo completo por entendernos. Hay mucha rabia, mucho odio y mucha sed de venganza. Eso es imposible de conciliar si queremos hablar de una paz fuerte y estable, y la tarea que se nos viene encima es de educación: La deuda histórica de nuestro pueblos latinoamericanos. Y esto es parte de lo que debe ser nuestro papel como artistas o comunicadores, tenemos una deuda inmensa con nuestra víctimas, una responsabilidad grande con la audiencia, es necesario desarmar la palabra y el mensaje, sensibilizar frente a los que han sufrido realmente y merecen un país diferente, incluso hemos pecado por negar que existe una inmensa mayoría indiferente frente a lo que pasa en este país y que es necesario y urgente involucrar y movilizar.