Bajar la velocidad subiendo por la Panamericana podría ser un craso error cuando se viaja en moto con el asfalto mojado pisado por los que vienen atrás, entre la hilera de un estacionamiento satelital inamovible por la tranca que hace la guarimba mejor tarifada de San Antonio de los Altos, como ya se sabe.
Al quitarse el casco, levantó la mano y de respuesta recibió unos perdigonazos, 400 personas aproximadamente se encontraban en la recta de Las Minas a la entrada de San Antonio de los Altos cerca de las 7.
Un silogismo mal curado se escondía cuando empezaba a llover, nada me convencía de seguir escribiendo, antes de la taza de café el aporte a la tasa de homicidios que dejaba la manifestación de la oposición me detuvo para ver este último video y encontrar la premisa que faltaba o el empujón necesario para cambiar de tema y empezar de nuevo buscando una presión cardíaca innecesaria de última hora, así que tomé el teléfono y llamé.
Podía ser un “x” youtuber capitalino él que lo acababa de subir y que seguro mañana ya olvidaremos, pero lo cierto es que sólo una persona en esta ciudad se llama King Crimson como la legendaria banda y el video que se acababa de viralizar por las redes y que acababa de ver llevaba esa firma.
– Epa, qué pasó, volviste a nacer.
– La confusión era grande, perdigones contra balas.
Con su cámara en mano King caería del lado de un venezolano que perdió la vida cumpliendo con su trabajo.
Los disparos que venían de la manifestación lo hizo ponerse del lado de los policías, tomar posición frente al sentido de la justicia que a veces, sólo a veces puede tener el brazo más largo que el sentido común para tomar el lugar que ocupan los héroes anónimos, portadores de una verdad que a veces, solo a veces se hace noticia.
Luego de identificarse como «Prensa» uno de los policías le pide a King que le grabe, lo acababan de herir, en ese mismo instante sería el testigo presencial del asesinato del efectivo de la policía de Miranda José Alejandro Molina Ramírez y de otros tres uniformados que fueron envestidos por las balas.
– Las balas me pasaron a un metro.
– Yo acabo de ver el video, la fuente dice que hace cuatro horas lo publicaron. Comenté.
La lluvia terminó de aplacar los ánimos. El deseo esquizoide de quemar la ciudad se diluyó con el sueño de pisar Miraflores. Esta vez tampoco tumbarían a Maduro, por lo tanto la frustración y el odio acumulado que tenía el sifrinaje de los altos mirandinos cuando trancaron la Panamericana, venía concentrado y traía consigo las balas que le marcarían la vida de tristeza e indignación a otras familias venezolanas.