Bajo un sol que desenfoca la multitud y empaña el lente evaporándose todos los continentes en lágrimas, quizás este fue el velorio más triste de todos estos tiempos en la medida en que un sentimiento abarcó tanta extensión de afectos, amor y pertenencia. En ese momento me perdí en la metáfora del desierto y la devastación, recordé que mi hija cuando tenga 15 años vivirá en un planeta con una grave escasez de agua y que pasarán cien años o más, para que volvamos a ver a un líder con la dimensión humana, revolucionaria y nuestra americana como lo fue nuestro Cmte Chávez. Esta noche hace 4 años, se resguarda en esta misma brisa sosegada el recuerdo de aquel chamán televisado que nos despertó una madrugada anunciando en un «Por Ahora» la senda que abrazaría de nuevo la solidaridad y el retorno vigoroso de la ética a la política en las escarpadas alturas de los conflictos humanos y que más tarde volteó el mapa de América para enseñarnos en un gesto, las relaciones de poder imperiales y la necesidad de liberarnos. Aquel hombre, bajaba por este río de lava crecida, hacia su última morada, acompañado por los pueblos del mundo.
– Lo mataron, no sabemos cómo, pero nos lo mataron –
Decía el mototaxista al dirigir la toma que captaría improvisadamente el camarógrafo después que apretó sus manos en un puñado de cruces cuando vio como lo traía la gente. Al agacharse para señalar la hendija que se hacía entre las placas del elevado – los mototrizados viven en carne propia la relación con las hendijas del asfalto – nos hizo captar el momento donde tendríamos la cenital de una toma que solo tuve que relentizar para que lo transcendental quedara subsumido en esta imagen y en la inmanencia espiritual de este pueblo y su capacidad creadora.
Caras, Rostros y Voces, fue el retorno de los comunes y una gran parte del legado que nos dejaba.
– Desaceleremos… 00:23:21
Dale click.