Sí. Sin dudas. Cada año de los que cuantificamos bajo un patrón llamado «calendario gregoriano», el cual norma al «tiempo» como referencia para la organización social y económica en la producción de sus bienes materiales, tiene su 27 de febrero al igual que tiene otros 364 días cada año (incluyendo los 29 de febrero de cada bisiesto) con nombres propios, cada uno de ellos.
Estamos hablando, a manera de introducción para la respuesta a la pregunta con la que titulamos este artículo de opinión, de un patrón referencial en el que la humanidad «organiza» el «tiempo» bajo los intereses de dominación de unos «amos» fortalecidos como «nobleza negra» en la época medieval.
Como se recordará, la llamada Iglesia católica y su Imperio Vaticano -con perfecta vigencia hasta el día de hoy, en pleno siglo XXI- decreta, el 24 de febrero de 1582, a través de una bula («Inter Grsvissimas») refrendada por el, para entonces, papa Gregorio XIII, la entrada en vigencia del Calendario Gregoriano.
Muchos 27 de febrero (27-f), exactamente 32 en impelable cuantificación, han ocurrido desde 1989 y hasta nuestros días. En realidad una cifra insignificante en comparación con los 24-f desde aquel 1582 (son 439 febreros, hasta hoy) de imposición gregoriana de un nuevo calendario.
Sumo datos y mis queridos lectores hilvanan sus propias investigaciones para dar contexto a esta reflexión en la que resalta una «nobleza negra» en dominio y coordinando la hegemonía global del planeta y sus humanos habitantes, desde hace unos cuantos siglos. Son los mismos amos del mundo, desde hace unos 500 años. Los mismos que ahoritica, hace unas poquísimas semanas atrás, les resultó imposible ocultar el «diferendo» entre Donald Trump y Jacobo Rothschild, el cual le costó el prematuro derrumbe político al mandatario gringo, al querer llevar la contraria a uno de sus amos «visibles». No olviden que el «controversial» y hasta «ingenuo» Trump, aspiraba a la eliminación de la «intocable» Reserva Federal… ¡Otro a quien tocó morder el polvo de la derrota, frente a sus amos!
Es en este contexto, que propongo a mis lectoras y lectores no perder de vista todo lo anterior y retomo la interrogante inicial: ¿Habrá otro 27-f en Venezuela?
La respuesta obvia, el SÍ gregoriano ajustado al calendario, dista mucho de los planes de la «nobleza negra». Muchos Trump, sentados en la Casa Blanca, con sus apellidos Bush u Obama, estuvieron tentados a que así fuera y soñaron estrategias de factibilidad, confiadas al Pentágono y la CIA, fundamentalmente.
Los amos del mundo saben (y por tanto no quieren) la repetición de un hecho histórico como el del 27 de febrero de 1989, en Venezuela, porque acontecimientos de aquella magnitud socialmente telúrica, son los que en realidad pueden dar al traste con esa casta «perpetuada», por ahora, de los amos del mundo.
El ahora imborrable del 27-f de 1989 en Venezuela no nació de un laboratorio sino de la conciencia expandida de un pueblo que jamás se arredra.
Ilustración: Xulio Formoso