El Bullying no es nuevo, pero recientemente es que se ha popularizado su uso y afortunadamente se ha vuelto común su mención para concientizar sobre la grave problemática que acarrea en la población infantojuvenil. Este fenómeno se refiere a cualquier forma de maltrato verbal, psicológico o físico producido en forma repetida por un período de tiempo determinado, que realiza un individuo o grupo, en contra de otro u otros. El bullying escolar es cuando el maltrato u hostigamiento ocurre dentro del aula de clase o el entorno escolar y suele ser más frecuente en el período de preadolescencia y adolescencia, presentándose tanto en niños como en niñas, con discretas diferencias en cuanto a sus características y forma de aplicación.
El acoso escolar es una forma extrema de violencia y tortura que afecta a muchos niños (víctimas) que la mayoría de las veces se sienten sin salida y no buscan ayuda debido al miedo infundado por amenazas de sus agresores. Lo común es que el acosador no actúe sólo, sino apoyado por el silencio, la indiferencia e incluso la complicidad de otros compañeros. El niño hostigador, busca erróneamente reconocimiento como líder y la atención de los demás basándose en el miedo y la intimidación.
Debido a las graves consecuencias no sólo físicas sino psicológicas que acarrea esta problemática, es de vital importancia la sospecha y control temprano de estas situaciones antes de que generen consecuencias que lamentar. Tanto padres, como alumnos y sobretodo profesores y maestros deben saber identificar el problema y tener las herramientas necesarias para denunciarlo sin miedo, recibiendo pronta y oportuna respuesta a ese llamado. Nunca debe subestimarse un comentario sobre acoso escolar. Los niños o jóvenes que sufren bullying a veces no hablan de ello porque temen a las represalias de quien los agrede, no están seguros del manejo que hará el adulto o no tienen esperanzas de que las cosas cambien. Otras veces callan para no hacer sufrir a sus padres o por vergüenza.
Las víctimas de hostigamiento escolar son más vulnerables a padecer depresión, ansiedad, baja autoestima, trastornos de conducta y ánimo, estrés postraumático y problemas de aprendizaje o desempeño social.
Existen muchas formas descritas de acoso escolar, entre las más frecuentes están el bloqueo o aislamiento social: cuando se evita que la víctima haga amistades, asista a eventos sociales, forme parte de grupos o equipos, logre destacar en ciertas actividades; el hostigamiento o acoso propiamente dicho que puede llegar al daño físico y la manipulación con amenazas y burlas.
El agresor suele ser un niño que percibe y recibe violencia en casa, no necesariamente física, sino psicológica, con medidas disciplinarias que utilizan la sumisión y represión como métodos.
Para identificar a un niño acosado existen señales que constituyen signos de alarma (Beane, 2008):
- Deseo de cambiar la forma de trasladarse al colegio (transporte escolar por ejemplo)
- Pérdida de interés por actividades sociales relacionadas con la escuela e incapacidad para concentrarse en el aula.
- Cambio súbito de comportamiento inclusive en casa o con padres y hermanos.
- Pérdida de logros académicos. Descenso en las notas y falta de interés en mejorarlas.
- Tensión durante la semana, más relajado fines de semana, preocupación los días domingos.
- Incorporación de lenguaje asociado a la violencia verbal.
- Preferencia de permanecer cerca de los adultos.
- Presencia de fatiga, dolores corporales y tendencia a enfermarse con más frecuencia.
- Dificultades de sueño. Pesadillas frecuentes.
- Lastimaduras frecuentes: hematomas, raspaduras, golpes, heridas, quemaduras. Muchos tratan de ocultarlas con ropa cubierta (chaqueta)
- Pedido de dinero o comida extra.
- Pérdida de pertenencias.
- Se muestra irritable, llora, se angustia con facilidad.
- Se critica en exceso.
- Se queja de que le dicen cosas feas.
- Refiere sentir dificultad para defenderse.
- Hace amigos no del todo indicados.
- Comienza a ver películas de violencia o a manejar y expresar violencia verbal.
- Expresa deseos de abandonar el colegio.
- Se vuelve más agresivo y poco razonable en el intercambio con figuras de autoridad.
- Presenta ideación o lenguaje vinculado a la posibilidad de cometer suicidio.
Generalmente, los niños que sufren acoso escolar intentan evitar la escuela, tienen más tasa de ausentismo y disminuyen su rendimiento académico y social.
La Academia Americana de Pediatría (2011) resume en forma general las medidas a tomar si se presenta un caso de acoso escolar:
Cuando intimidan a su hijo:
- Enseñarlo a enfrentar el problema:
- Mirar a los ojos a la persona que lo amenaza.
- Pararse erguido y permanecer tranquilo en una situación difícil, decir con voz firme: “No me hables así”, “no me gusta lo que haces”, evitando demostrar miedo.
- Irse del lugar inmediatamente, alejarse de la situación.
- Enseñarlo cuándo y cómo pedir ayuda, a quién dirigirse.
- Animarlo a crear amistades.
- Apoyar actividades de interés: música, deportes, arte.
- Alertar a funcionarios escolares sobre los problemas y colaborar con la solución.
- Asegurarse de que un adulto sepa de la situación para que pueda velar por la seguridad y bienestar de su hijo cuando usted no pueda estar presente.
- No dude en acudir a organismos de seguridad para denunciar el caso si siente la necesidad de hacerlo.
Cuando su hijo es el que intimida:
- Asegúrese de hacerle saber que lo que hace NO es bueno en ninguna circunstancia.
- Defina límites firmes y congruentes con el comportamiento agresivo de su hijo.
- Sea un ejemplo positivo a seguir. Muestre a los niños que pueden obtener cosas sin burlarse, amenazar o lastimar a otra persona.
- Use disciplina efectiva que no sea física, como por ejemplo perder privilegios.
- Desarrolle soluciones prácticas con el director, maestros, consejeros de la escuela y padres del niño afectado.
Cuando su hijo sólo observa:
- Anímelo a que no se quede callado cuando observe que se intimida a algún compañero.
- Dígale la importancia de que informe a un adulto de confianza sobre lo que ocurre.
- Ayude a su hijo a que apoye a otros niños que sufren de acoso escolar.
Fomentar la tolerancia, enseñar sobre las diferencias y el respeto por la diversidad humana, además de la confianza para conversar de diversos temas, garantiza que su hijo esté blindado contra el bullying, ya sea en su práctica o en su padecimiento. La cultura de la paz comienza en casa.