Quienes pretenden establecer el caos, el desconcierto y la división dentro de las fuerzas populares en las que se sustenta la Revolución Bolivariana y Chavista, siempre han estado jugando al cisma.
Es decir, infiltrados en nuestras filas (asunto que no dudo, a sabiendas de lo que es capaz de hacer el Departamento de Estado yanqui, la CIA y el Pentágono), el enemigo de clase, se ha propuesto acabar con nuestra soberanía y camino de independencia.
Quieren provocar un verdadero cisma en la Revolución porque saben, al igual que nosotros, lo que nos enseñó nuestro Libertador Simón Bolívar: «más nos han dominado por la ignorancia que por las armas».
Pero la enseñanza del pensamiento bolivariano es perverso en manos enemigas y liberador en medida que lo entendamos desde nuestro campo de batalla.
Debemos estudiar, fortalecer nuestro pensamiento crítico y deslastrarnos de la ideología dominante. Pero nuestra conciencia revolucionaria también debe servirnos para entender que ya no hay «ciencia» ni «fenómenos naturales» en esta guerra.
El presidente y camarada Nicolás Maduro acaba de anunciar una artillería de ideas y de acciones en la contraofensiva económica y (¡Qué casualidad!), de inmediato aparece en el espectro de los llamados «fenómenos naturales» un sismo, en categoría de terremoto, de 6.3.
Pues, no es casualidad. El efecto Haard, una peligrosa y potente arma capaz de activar «fenómenos naturales» como armas de destrucción masiva contra los pueblos rebeldes, insubordinables, anticapitalistas, soberanos y revolucionarios, como el venezolano, debe estar detrás de un sismo que estremeció a Venezuela de este a oeste y que ha seguido teniendo réplicas frente a la mirada «humanitaria» de quienes tienen a sus «buques hospitales» de «ayuda humanitaria» artillados a guerra y prestos para la invasión.
El cisma del sismo está activado. No se deje sorprender por el temblor: es la guerra de exterminio imperialista, la que nos han desatado. Lo digo… lo repito: ¡Guerra avisada no mata soldado!
Ilustración: Xulio Formoso