La película del joven Matt Spicer funciona como un genial cuestionamiento sobre las redes sociales
Hace algunos años, Essena O’Neill, una joven influencer de Instagram sorprendió a todos sus seguidores al revelar el modo en que se sentía con respecto a las fotografías que exponía en sus redes sociales.
O’Neill, que también es modelo, según su propio testimonio engañaba a todos publicando fotografías con filtros o trucadas para llamar la atención y conseguir cada día muchos más likes y comentarios positivos.
La chica contó en 2015 que pasaba mucho tiempo tomándose fotos para finalmente publicar aquellas donde pudiera verse “perfecta” y de este modo tener éxito con su público digital: “sin darme cuenta he gastado la mayor parte de mi adolescencia a ser una adicta a las redes sociales, a la aprobación, al estatus social y a mi apariencia física” dijo a los medios ese año.
Parece una tontería, pero en el mundo de hoy, la vida puede dividirse en dos: la real y la que expones en las redes sociales.
La personalidad del mundo 2.0 se ha vuelto tan importante como la que vemos materializada en nuestro día a día y precisamente por eso una sátira como “Ingrid va al oeste” viene siendo muy oportuna.
La película del joven Matt Spicer funciona como un genial cuestionamiento sobre las redes sociales, la felicidad de plástico en las fotografías perfectas de las vidas «perfectas» en Instagram.
¿Dónde comienza la verdad cuando expones tu vida 24 horas? ¿Cuán real es la existencia de los que sonríen para la cámara hasta en los momentos más privados?
Podría decirse, sin duda, que esta cinta protagonizada de forma impecable por la talentosa actriz Aubrey Plaza y Elizabeth Olsen define a través de la ironía y el humor a los integrantes de una generación adicta a exponer su privacidad en busca de la aprobación de los que le rodean.
En este filme, Ingrid y Taylor desean ardientemente la aprobación de los otros, no soportan la soledad y de forma obsesiva comparten cada minuto de su día a día, de aquello que desean exponer.
La cinta se vale del humor para presentarnos la historia de Ingrid (Aubrey Plaza) una chica solitaria que busca relacionarse con el mundo a través de su teléfono, con el que vive exclusivamente integrada. Presa de la hiperconexión establecerá una “amistad” con Taylor (Elizabeth Olsen) una influencer cuya vida no es tan perfecta como parece en sus fotografías de Instagram.
El juego de las apariencias, la obsesión y la adicción que generan las redes sociales en nuestros días y la forma en que muchas veces nos relacionamos con los otros (a través del espejismo de las apariencias) son algunos temas de esta película que podría definirse como una pequeña obra de arte.
“Ingrid va al oeste” expone con inteligencia el mundo interior de los personajes, sus deseos e insatisfacciones, sus vacíos y la forma en que intentan desesperadamente llenarlos con instantáneas que no necesariamente reflejan sus verdaderas emociones.
La cinta es honesta, delirante, atrevida, vale la pena cada minuto.
Calificación: Excelente.
@luisauguetol