¿De dónde salió esa pregunta derrotista? – Este problema político, basado en lo económico, provocado por la clase desplazada del poder, comenzó con Chávez en 2007, no en 2013 – Los resultados electorales, y la tendencia política en gobierno, demuestran que Chávez vive, porque en política, como lo demostró Carlos Andrés Pérez, destituido en 1993, la muerte no es física.
¿Si Chávez estuviera, viviríamos esta crisis?: Para responder la pregunta más repetida de estos tiempos, traída al debate por un enemigo que busca dividir las fuerzas del movimiento político más grande y democrático de la historia de Venezuela, bastaría repetir lo que dice la clase política resentida, eternamente derrotada por Chávez, que lamentablemente sigue secuestrando al pueblo opositor, que sigue creyendo en ‘representantes’ que ‘viven de la política’:
“Chávez es el responsable de todo este desastre que vive Venezuela”
Si esto es así, quienes militan dentro de la Revolución Bolivariana tienen la respuesta, sin entrar en discusiones: Si Chávez es “el responsable de esto”, con Chávez gobernando “el desastre que vive Venezuela” sería el mismo.
Por supuesto, es ‘el desastre’, según lo que dice aquello que se llamó MUD, antes ‘Coordinadora Democrática’, y antes ‘democracia’ representativa; los verdaderos responsables del modelo rentista fracasado que con Nicolás Maduro está llegando a su fin, lo que explica el problema político, no económico, que estamos viviendo.
El debate se complica cuando la crisis real que tenemos, producto de un boicot económico, ampliamente comprobado, más aún con la clase política opositora pidiendo ya, sin máscaras, sanciones económicas contra Venezuela) ha afectado de tal forma a una parte del pueblo que se identifica con el chavismo (cada vez más pequeña, gracias a la labor por la conciencia que ha hecho el gobierno del presidente Maduro), que con Chávez comenzó a vivir, por primera vez, el ser ciudadano, logrando acceso a los derechos económicos por primera vez en su vida (incluso beneficios, como viajar al exterior, y comprar por internet), y que, acomodados por ello, creyeron que esta guerra económica es nueva; por eso se han dejado humillar por la oposición, que se regodea de la crisis que ellos mismos crearon, que no es una batalla más, sino su último recurso para tratar, hasta ahora en vano, de cambiar la historia.
La guerra económica no comenzó con el presidente Nicolás Maduro, comenzó con Hugo Chávez; y no hablamos de la primera guerra, aquella ganada para lograr el cambio político y social que hoy vivimos, librada entre 2002 y 2004, sino la segunda, iniciada en 2007, que pocos sentían que estaba ocurriendo, porque el dinero que llegó a pocos, por primera vez llegó a todas y todos, lo que apenas, un año antes, le dio a Hugo Chávez la victoria electoral más grande de su carrera.
Cosas que sabes, pero que no recuerdas:
La guerra económica comenzó en 2007, cuando desaparecieron la leche, no como lo hicieron, de forma abierta, durante el sabotaje petrolero de 2002-2003, sino de forma silenciosa, sin asumir el daño, simplemente haciéndolo. Además, esta primera parte de la guerra comenzó por boicotear la distribución de sus productos a los pequeños abastos, los del barrio, antes de la reforma constitucional.
Al mismo tiempo, comenzaron a encarecer la carne, incluso a amenazar con desaparecerla si no se les permitía vender al precio que ellos establecieran. Al respecto, el presidente Chávez, quien recibió las quejas de una Venezuela que por primera vez, sin importar su condición social, podía comprar carne, advirtió que aplicaría la justicia a los especuladores; Globovisión, entonces canal de propaganda abierta contra el gobierno, descontextualizó lo dicho por el presidente, lo que derivó en la manipulación de la libertad para emprender en distintos tipos de propiedad (privada, pública, mixta y comunal), libertad clave para romper una economía de monopolios privados, dependientes de los dólares del Estado, como la que vivimos en Venezuela, con la famosa cuña de la carnicería.
La propaganda negra, anónima (de la cual ningún partido político se hizo responsable, como parte de esa estrategia de enmascararse), funcionó: Por abstención se perdió la reforma en 2007.
En 2007 fue lanzado el Bolívar fuerte, nuevo cono monetario venezolano, que recibió el primer premio al “Mejor Diseño”, otorgado por la Asociación Internacional de Asuntos de Monedas (IACA – International Association of Currency Affairs). Lo primero que debemos decir de ese nuevo bolívar es que no fue una revaluación, y nunca se planteó como tal, porque Venezuela no cuenta (y menos entonces, tras 62 años de rentismo petrolero), con producción nacional, y exportación, que lo respalde.
El bolívar ‘fuerte’ buscaba restar tres ceros de la moneda, lo que debió servir para facilitar, a empresarios y consumidores, las operaciones para una economía sana. La burguesía, en cambio, lo vio como una oportunidad para, aprovechando la simplificación de las cifras, aumentar sostenida, pero imperceptiblemente los precios de forma injustificada, en un país donde los servicios son económicos (y más desde la nacionalización de la electricidad, CANTV, entre otros), donde el aumento salarial era anual, y en porcentaje racional, para garantizar el aumento del empleo (uno de los grandes logros del primer período de la Revolución Bolivariana), y donde la abundancia petrolera, bien distribuida, con el debido control de cambios (a diferencia deldespilfarro del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez hizo que el salario de todos, incluyendo el mínimo, sirviera para hacer mercado, en todos los sectores, por primera vez en la historia de Venezuela.
Fortalecidos con la victoria (por abstención) contra la reforma constitucional, el sector que monopoliza la economía rentista y colonial, reinició el ciclo inflacionario, aprovechando su monopolio y su acceso prioritario a los dólares, por su experiencia en adquirir divisas. Nada nuevo en este sector parásito de la única empresa que produce en Venezuela (PDVSA) buscaran el mismo objetivo de décadas: comprar los dólares del Estado, y fugarlos, como si hubieran sido producto de su trabajo.
A eso añadamos que Venezuela comenzó a tener empleo seguro con Chávez, quien bajó el histórico 15% de desempleo (que subió a 25% luego del paro golpista de 2002-2003) a 10%; por eso al año siguiente, 2008, con la llegada del alcalde Jorge Rodríguez, y después de la labor social del alcalde Bernal, se redujeron hasta el punto de facilitar su reubicación los buhoneros de Sabana Grande, la Diego Ibarra, y las esquinas del casco histórico del centro de Caracas. Se cumplía así la promesa, “con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo”; el pueblo se resteó con Chávez, y con ello se resolvió el desempleo (el cual ha seguido disminuyendo, con el presidente Nicolás Maduro)
Los años siguientes, se repitió la fórmula; distintos globos de ensayo, a través de un boicot cuidadosamente ensayado, con sigilo, con otros productos: En 2008 comenzaron a desaparecer el aceite y con el aceite, otros artículos, pero de forma selectiva, por zonas.
En 2010, con la excusa de ‘no nos dan los costos’ (de un maíz que no siembra, y con unos dólares que les da el Estado) empresas Polar comienza a incluir sabores artificiales en su marca de harina “PAN”.
A partir del momento anterior, la empresa de Lorenzo Mendoza comienza a asumir la autoría de la guerra económica, pues con esa medida no se buscaba ‘salvar la arepa’, como su empresa empezó a publicitar, sino desafiar la regulación del Estado, en cierto modo accionista de la empresa, tomando en cuenta que CADIVI, el Estado, le otorgó, no 5.200 millones de dólares , como sostiene Diosdado Cabello, sino 5.954 millones de dólares, como lo confesó el Director de Alimentos Polar, Manuel Felipe Larrazábal, ante un mudo Vladimir Villegas (cualquier periodista hubiera roto el silencio, sin contar todas las incongruencias que el Señor Larrazabal dijo en esa entrevista, la cual solo ella serviría para un artículo completo).
Y cabe la pregunta, tomando en cuenta que el capitalismo se rige por resultados ‘sin excusas’: Si una empresa que no llena anaqueles y que no produce alimentos de calidad, sino formas nada saludables de llenar el estómago (http://misionverdad.com/
En 2011, el dólar paralelo entra a la guerra, despegándose progresivamente del dólar oficial; nace la página «lechuga verde», y poco a poco, cualquier chavista que comprara en Mercal, Pdval o bicentenario (este último, como casi todas las expropiaciones hechas por el Estado, fueron para salvar los empleos de los trabajadores, en este caso, de CATIVEN, la antigua cadena ‘CADA, que fuera propiedad de la Organización Cisneros), comenzó a ver como las colas dentro del supermercado se hacían cada día más grandes; eran opositores al gobierno, quienes, movidos por la propaganda negativa, dijeron que jamás pisarían esos supermercados «chavista». Tal promesa la rompió la inflación que comenzaron a acelerar los supermercados privados. Entonces, comenzó a estilarse, por la obvia cantidad de gente, a hacer dos mercados, uno, en los públicos, para comprar todo, y otro, en los privados, para completar la compra con las cosas «de calidad» a las que esta gente no renunció, ni renuncia, se las vendan al precio que se las vendan.
Llega el 30 de junio de 2011, el presidente Chávez anuncia su enfermedad. Comienza la guerra total, las primeras colas, que definen la táctica que la oposición estuvo ensayando durante 4 años, y que continúa hoy: La campaña electoral, en las presidenciales de 2012, no serán la promoción de un candidato, serán las colas, la inflación, y la amenaza de la opción derrotada que significó Capriles, de que toda regulación significaría desaparecer los productos, apelando incluso a la xenofobia típica del fascismo, disfrazada de ‘chistes’. Y aquí una de las el candidato de la burguesía, y así ocurrió, y con el desodorante, comienzan los artículos de aseo personal a desaparecer.
Pero la guerra, a diferencia de hoy, no sería solo económica, sino más terrible aún: En 2012, los laboratorios de propaganda al servicio de Capriles le dieron la instrucción de hostigar a un Hugo Chávez que, ante la posibilidad, cierta en una enfermedad como el cáncer, de no poder concluir su período, decidiría dar, o su batalla salvadora, o su última batalla. Los laboratorios, usando a su títere Capriles, buscaban provocar al presidente Chávez, sacarlo de la cama, para «terminarlo de matar».
Por fortuna, el equipo del candidato del gobierno fue más hábil que el de la oposición. Debidamente asesorado, logró engañar a propagandistas como Bocaranda, quienes “mataron” a Chávez en abril de 2012, diciendo que no se inscribiría, así como otras hábiles tácticas que comenzaron a ver, en la realidad, quién estaba venciendo en la campaña, y quién se estaba desesperando.
En 2012, un militar golpista, edecán del dictador Pedro Carmona el 12 de abril de 2002, y prófugo de la justicia, se une con mafias de Miami (con los prófugos de la justicia venezolana, incluyendo los estafadores bancarios Eligio Cedeño y Nelson Mezerhane) y Cúcuta (Álvaro Uribe, implicado con el paramilitarismo de su país, el narcotráfico, y el contrabando. Legado del desastre que él dejó) nace “Dólar Today”. En septiembre de 2012, por primera vez la tendencia «2 a 1» del paralelo al oficial desaparece, justo antes de las elecciones: El dólar paralelo se monta en 12 bolívares, de 8 que estaba, respecto al oficial de 4,30.
En 2012 también nace otra operación de estafa económica, en plena campaña de Chávez, la cual se venía ensayando con ‘paquetes turísticos’ ofrecidos por los jefes de las empresas del sector privado a sus trabajadores, cuyo pago era el cupo en dólares que el Estado les daba en sus tarjetas.
El siguiente paso sería más conocido por Venezuela: Los dueños de los productos, vehículos, apartamentos, logran crear mecanismos paralelos para desviar las regulaciones estatales de las tasas de interés bancarias. Ante el duro aumento en los créditos, entre otros gastos suntuarios de una ‘clase media’ engañada con ‘una vida de lujos’ que Hugo Chávez les ofreció (así no lo reconozcan, ese nuevo 50% que se decía ‘clase media’ existía por la democratización en el ingreso petrolero, y los empleos), surge una nueva forma de «pagar los giros de los costosos bienes adquiridos».
Nacieron los «raspacupos», grupo de estafados contentos que entregan, sin saber la burbuja inflacionaria que su dinero ‘inorgánico’ estaba provocando, los dólares que el Estado asignaba a una burguesía muy interesada en comprárselos, despojando así al viajero venezolano de sus dólares; despojo que vino tras fugar gran parte de los dólares que CADIVI les dio para producir, cosa que nunca hicieron.
La diferencia, con respecto al siglo XX, donde la pobreza rondaba el 70 u 80%, es que esta vez el consumo aumentó vertiginosamente (30% eran los únicos que no podían comprar ‘de todo’ en 2012, por eso el sistema colapsó, no pudo satisfacer la demanda)
Para 2013, en la víspera del aumento del dólar a 6,30 por dólar, la fuga de los dólares que CADIVI les dio a esta economía parasitaria, pero generadora de empleo, el Banco Central de Venezuela calcula en 170 mil millones los dólares fugados del país (fuga que hoy ya está arrojando los primeros detenidos, no solo en Venezuela, sino fuera de nuestro país, incluso Estados Unidos).
Llegamos a 2013, Chávez deja el barco en puerto seguro, con Maduro, y pasa a la inmortalidad. Lo que vivimos hoy, como lo acabo demostrar, simplemente, es la guerra total que inició con un progresivo ensayo de sus autores, la burguesía parasitaria, contra nosotros, el pueblo, desde hace hoy 11 años.
Conclusión: Respuesta en resumen
Con todo lo leído y visto por ti: ¿Qué le hubiera tocado a Chávez si hubiera ejercido el cargo?
Exactamente lo mismo que está viviendo Nicolás Maduro, porque ya está guerra estaba en curso, y Chávez, como lo demuestra el plan de la patria, tenía el mismo plan, después de tomar el control político y el control social que logró: Tomar el control de la economía.
¿Hubiera tenido los mismos problemas que el presidente Maduro?
Si, y más fuertes, Chávez es el soldado, el hombre de la guerra, Maduro es el diplomático. El Comandante hubiera tenido que trabajar con el mismo silencio, y por el mismo largo tiempo, para convencer al pueblo de que él no es la solución, sino la organización popular. Allí se le hubiera complicado el asunto, en una Venezuela tan dependiente de él, que hasta en los postes de luz se montaban para “pedirle ayuda”.
Pero el pueblo aprendió, y hoy está cumpliendo el legado de Chávez, la organización popular, gracias a un líder claro ideológicamente, pero pragmático, como el del presidente Nicolás Maduro, que los está formando con la táctica correcta aprendida también de Chávez.
Puedes verlo tú mismo en las marchas, ya las pancartas no dicen «Presidente, necesito ayuda», ahora son «comuna tal, presente», “empresa de propiedad tal, presente”, “sindicato X, presente”. Ese es el legado de Chávez, la organización popular, hecha Ley.
No son dos historias diferentes, es la misma historia, y la misma Patria. Chávez vive, porque la agenda es la misma, elegida por el pueblo, para desarrollar el país (agenda que, por ser una Revolución, enfrentará inevitablemente la obstrucción de quien fue desplazado de un poder que ellos creyeron suyo, y no de la República).
En política, la muerte no es física, y si no lo crees, pregúntate a qué se refería el expresidente Carlos Andrés Pérez, uno de los líderes políticos más importantes de la democracia representativa (1958-1998), cuando, destituido por un juicio político que buscaba salvar al corrupto sistema iniciado en 1958, herido de muerte por el rechazo popular, se despidió de la presidencia antes de terminar su período, en 1993, con una frase que marca la diferencia entre el líder que sella una historia continua, como Hugo Chávez, y quienes condujeron un proyecto fracasado:
“Hubiera preferido otra muerte”