El dos de agosto, cuando el presidente Nicolás Maduro conversaba en el Palacio de Miraflores con las y los compatriotas que protagonizaron la Marcha Campesina Admirable, una de sus frases hizo espacio en mi atención. “Estamos en peligro real”, manifestó.
La afirmación, aún en sus labios, pudo haber resultado de menor peso si las condiciones por las que atravesamos producto del asedio de la derecha internacional, fueran diferentes a las que realmente padecemos a diario. Pero, en esta ocasión, en lo que a mí respecta tuvo particular resonancia porque -sin querer queriendo-, vinieron a mi mente las constantes “autocríticas” que a diario y cada vez con mayor intensidad se elaboran desde ámbitos que dicen estar consustanciados con la izquierda. Como lo indiqué en mi artículo anterior, los “autocríticos” parecieron haber dejado de lado mínimos recodos de sensatez para echarle leña a la majestad presidencial sin meterse por un segundo apenas, en los zapatos de quien se ha convertido en su objetivo.
Cuestionar a Maduro sin pestañear por un momento hacia el “peligro real” que lo obliga a girar hacia determinadas decisiones, resulta –en el menor de los casos- injusto. Muy injusto. Reprochable, casi.
Qué pena que el Mandatario haya tenido razón. El “peligro real” acabó con la vida de dos líderes campesinos en Barinas pocas horas después de haber culminado el diálogo en Palacio aquella noche. El mensaje de quienes perpetraron el doble homicidio no tuvo matices: “Hoy fueron ellos, tus consentidos. El próximo podrías ser tú”, y ¡cuánta verdad encerraba el recado! El “peligro real” se la jugó en la avenida Bolívar dos días después, en un intento de magnicidio que aún nos tiene bajo impacto total.
¿Mantendrán los “autocríticos” el rol que parecieron haber decidido tomar, siempre sin mirar hacia los zapatos de Maduro y en torno al “peligro real” que los rodea con trenza y todo? ¿O preferirán mantenerse en su postura cuestionadora a todo, independiente a al “peligro real”? Cada quien que asuma su responsabilidad.
¡Chávez vive…la lucha sigue!