Es interesante que el termino posverdad fuera acuñado por un bloguero, David Roberts, ya que los blogs por ahora son uno de los pocos lugares que a veces escapa de la censura política, frente a los medios clásicos de difusión masiva. Ya que algunos de estos medios, sólo reflejan lo que el poder de turno desea. La posverdad es la manipulación de la opinión pública por parte de la privada, nada nuevo bajo el sol.
Según Roberts la posverdad es “una cultura política en la que la política (la opinión pública y la narrativa de los medios de comunicación) se han vuelto casi totalmente desconectadas de la política pública (la sustancia de lo que se legisla)» («Post-Truth Politics». Grist. 1 de abril de 2010. Consultado el 11 de julio de 2016.) Para decirlo en otras palabras el discurso político plantea una realidad que quiere que se crea, y el pueblo lo cree más allá que la realidad lo contradiga.
Los medios son una parte importante de la posverdad, ya que ellos son los difusores y los que ganan credibilidad frente a una clase política venida a menos. Hay miles de formas distracción, desvío de atención. Concederle importancia a un tema frente a otros, más relevantes para la gente.
Pero además, la posverdad es acompañada por una política de auto ayuda. Llena de slogans y frases como: Todos juntos podemos, vamos hacer una política de la alegría, tenemos que ser felices. Todas frases que más se parecen a un libro de Cohelo que a un discurso político. Como si la alegría y la felicidad de la gente pueden lograrse por decreto.
De esa manera el discurso político se transforma en una fantasía que la gente compra, frente a una situación que le es ingrata y que no puede cambiar. Los políticos se transforman en vendedores de ilusiones, mientras en la realidad, los que realmente tienen el poder cada vez se hacen más ricos y con más poder y los pobres son más pobres y más dominados.
Ilustraciones: Quino