La deuda externa de un país se puede definir como la deuda que dicho país tiene con entidades extranjeras. Está dada por la sumatoria de la deuda pública y la privada, la pública es la que estado adquiere mediante la emisión de bonos o títulos de valores y, la deuda privada que es la contraída por empresas o particulares.
Las deudas externas que los países adquieren en teoría son tomadas por los gobiernos para la producción, cuidado de recursos naturales y mejora de las condiciones de vida de la población. Es decir las deudas que un gobierno adquiere en nombre de los habitantes para construcción de carreteras, explotación cuidadosa de los recursos naturales, salud, educación y Justicia.
Para eso los gobiernos, a través de organismos internacionales como el FMI o la Banca Mundial, emiten bonos o títulos de valores que son comprados por organismos o personas que pagan por ellos y el gobierno se compromete a devolverles el monto con una ganancia (intereses) en cierto y determinado plazo.
Pero ¿cuándo no pasa eso? ¿Cuándo la plata es utilizada no para beneficio del pueblo, sino todo lo contrario, para mantenerlo subsumido y oprimido o simplemente para beneficio de una clase gobernante?
En el año 1917 el economista ruso Alexander Sack acuño el término deuda odiosa. Esta deuda era la adquirida por gobiernos para usarla en contra del pueblo. Pero veamos las palabras del economista: “Si un poder despótico incurre en una deuda no por las necesidades o los intereses del Estado sino para otorgar mayor fuerza a su régimen despótico, para reprimir a la población que se le enfrenta, etc., esta deuda es odiosa para la población de todo el Estado. Esta deuda no es una obligación para la nación; es una deuda del régimen, una deuda personal del poder que la ha tomado, por lo tanto ésta cae con la caída del poder que la tomó. La razón por la que no se puede considerar que estas deudas odiosas graven el territorio del Estado es que dichas deudas no cumplen con una de las condiciones que determinan la legalidad de las deudas del Estado, que dice: las deudas del Estado deben ser tomadas y los fondos deben ser empleados para satisfacer la necesidades y los intereses del Estado.”
Para que una deuda sea considerada odiosa, en la teoría de Sack tiene que tener tres características: 1) no debe tener el conocimiento del pueblo. 2) que no esté destinado para el beneficio del pueblo. 3) que a pesar de saber esto, el prestamista lo otorga por los altos beneficios que piensa obtener.
De acuerdo a la definición, a mi forma de ver infantil, la deuda odiosa es una deuda tomada para beneficios de unos pocos y, pagada por todo el pueblo. Vemos que en el transcurso de la historia se han declarado muchas veces deudas odiosas, incluida las deudas de países considerados del primer mundo. Para nombrar sólo un par, los reclamos de las deudas de Portugal, Irlanda y España del 2011 y la de Inglaterra del 2008.
Pero, lo concreto y real, ¿Sirve de algo que una deuda sea declarada odiosa? ¿La mayoría de las deudas no encuadrarían en esta definición? ¿Hay una quita de deuda por considerar a la deuda de esta manera?
Lamentablemente no. Lo único que se ha logrado es un movimiento que se llama: Movimiento para la anulación de la deuda del tercer mundo, que nada ha logrado, salvo cuando los gobiernos actúan en forma firme como Ecuador en 2008. Para los gobiernos que quieren un mundo globalizado y subsumido al poder económico, en gran medida porque ellos son parte de ese poder, se puede aplicar un viejo refrán de mi país: “pagando estaba la gansa” o sea, el pueblo.