Populismo es un concepto peyorativo que se le da a gobiernos que tomando medidas para favorecer al pueblo, terminan realizando actos de demagogia. Un gobierno popular toma medidas que favorecen al pueblo frente al poder de los grupos económicos y al resistirlos, también resiste al aparato propagandístico que actúa defendiendo sus intereses. Un gobierno elitista puede ser populista cuando hace promesas incumplibles, escondiendo su interés primordial que es favorecer a los grandes poderes económicos.
En Latino América, finalizada la década del 90 y entrando al tercer milenio, se empezaron a desarrollar gobiernos en la zona de neto corte de izquierda. Chávez, Kirchner, Zelaya, Lula, Correa, Lugo son los que impulsaron en cada país que gobernaban reformas en lo social que permitían la inclusión de las clases más desprotegidas.
Desde la oposición de cada uno de esos gobiernos, se los llamó populistas y se dijo que eran los representantes de los populismos de izquierda. En algunos casos, se recurrieron a ardides legales para sacarlos del poder, como el caso de Zelaya en Honduras que, después de dar un giro a la izquierda fue derrocado por la Corte Suprema. De igual manera fueron separados del cargo, Lugo en Paraguay y, en la actualidad, Dilma Rousseff está suspendida en sus funciones de presidente de Brasil por artilugios legales.
Todos estos gobiernos han sido acusados de populistas por la oposición, de favorecer a las clases bajas a costa “del estado”. Creo que es necesario aclarar algunos conceptos erróneos que, a propósito, maneja la derecha opositora.
Vemos que al concepto de Estado lo hacen sinónimo de gobierno o de la administración de turno, olvidándose que el Estado es eso, pero también involucra un pueblo que habita un territorio en común, con una historia en común y una legislación propia, que además elige libremente sus gobernantes. Lo que llaman un Estado gigante, lo llamo un estado mal administrado, cuyos recursos se desvían para favorecer a la elite y no a las clases que menos tienen y con menos posibilidades. Posibilidades que son negadas por el mismo sistema que auspicia ese tipo de Estado.
Este es un régimen que tiende a sociedades divididas en estamentos, donde cada uno de esos niveles tiene una función social y laboral determinada e inamovible. Los extranjeros y la clase pobre, para las tareas más aberrantes y esclavizantes. La clase media como soporte de la clase alta y la clase alta como dirigencia. ¿Acaso la clase alta es dueña del trabajo que produce los bienes necesarios para la vida? No, la clase alta es dueña del capital que lo único que produce es más capital, que sirve para que la clase trabajadora, que no es dueña de lo que produce, reciba migajas para poder comprar lo que necesita para la vida.
Los gobiernos populistas, según dice peyorativamente la clase elitista, son los que privilegian la inclusión social, la inclusión racial y la inclusión sexual como medio para mantenerse en el poder a través de la plata del Estado. Me pregunto, ¿la plata del estado de quién es? ¿Del gobierno que la administra por un período de tiempo encargado por el pueblo que lo eligió? ¿O es del pueblo, el que delega la administración a un gobierno? Entonces, ¿por qué se lo critica como populista al gobierno que simplemente da lo que le pertenece a quien le pertenece? El dinero del Estado es del pueblo y el gobierno de turno es un simple administrador de ese capital.
Un gobierno elitista, y aquí hay que tener cuidado también con los pseudo intelectuales, no es sólo quien privilegia a la élite económica, sino que gobierna para esa élite. No le importa el pueblo, ni otra clase social que no sea la de la élite gobernante.
Gobiernos de elite que esconden detrás de una demagogia sus más oscuras intenciones. Trump prometiendo mejorar la calidad de vida de los latinos que ya están en Norteamérica, impidiendo la entrada de más latinos. Macri en Argentina prometiendo pobreza cero, mientras toma medidas de gobierno que favorecen a las grandes empresas, incluidas las de su propia familia, elevando el nivel de desocupación y de inflación como nunca se había tenido.
América latina está dando un giro de gobiernos populares a demagogias de derecha, elitistas y que esconden sus intenciones en falsas promesas, de bienestar y pobreza cero, cuando en realidad lo que buscan es atomizar la sociedad en estamentos sociales que lo único que hacen es sostener a la clase gobernante y a la elite que la domina.