Hace unos 200 años la mediática imperial disparaba acusaciones, con calificativo de “dictador”, contra Simón Bolívar. Haber construido un liderazgo sin aspavientos y con la única convicción de cumplir su juramento en el Monte Sacro de Roma, donde venía de descubrir que solamente en América era posible despejar la incógnita acerca del enigma del hombre en libertad: “el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo”, reza el texto que precede al juramento de no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma “hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”.
La monarquía imperial hispana tenía el deber de matar a Bolívar, de vencerlo en la guerra multifactorial de entonces, de eliminarlo en la guerra armada y en campo, en un lecho de “enfermo” en Santa Marta, pero sobre todo en la memoria colectiva donde comenzó a quedar sembrado por sus obras patrióticas de libertad e independencia. Por eso los medios locales y monárquicos su confabulan en las corporaciones de entonces acusando a Bolívar de “dictador”, de “tirano” y de “ambicioso”, del mismo modo como se hizo con el bolivariano libertador que en el siglo XXI asumió el testigo de un liderazgo que ha contribuido y contribuye de manera militante a resolver el enigma del hombre el libertad.
La reiteración de infundios, calumnias y fake news contra Simón Bolívar trabajan entonces para conformar la “opinión dominante en la prensa argentina, chilena, peruana, colombiana, francesa, inglesa y estadounidense” -como señala Nelson Chávez Herrera, investigador venezolano autor del prólogo y estudio preliminar de Bolívar contra Bolívar un libro de Simón Rodríguez, que acaba de ser publicado por la fundación editorial Biblioteca Ayacucho, dentro de su colección Claves Políticas de América- al punto de crear periódicos para esa guerra mediática “como El Duende de Buenos Aires oEl Fénix de Lima para reproducirla”.
Esos medios se ocupaban de acusar al Libertador de dictador y de pretender instaurar un gobierno militar en el continente y ocultar, mediante hipocresías, su intención de coronarse “rey de América”.Lo hacían capitalizando dividendos de odio y desprecio mediático, logrando aumentar “el número de enemigos del Libertador en todas partes, al amparo de la libertad de imprenta que él mismo contribuyó a instituir” y cuyo reclamo de investigación hemerográfica nos hace el filósofo, escritor y prologuista Nelson Chávez Herrera en este libro que me atrevo a recomendar para el estudio de la historia de la guerra mediática en Venezuela y en el cual nuestro Samuel Robinson da un paso adelante en la Defensa del Libertador, con los textos compilados por Biblioteca Ayacucho con el título de Bolívar contra Bolívar, pero que originalmente parten de El Libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social, escrito por Simón Rodríguez en Bolivia, 1828, luego publicado por primera vez en 1830.
Chávez dictador, Maduro dictador y usurpador, Evo Morales dictador y tantos otros cuyas obras libertadoras e independentistas son arrinconadas mediáticamente en una misma campaña de exterminio, lanzada y continuada por los amos del mundo, los de siempre, quienes abrazando causas monárquicas, imperiales y supremacistas, pretenden perpetuar el dominio de la humanidad con el uso cada vez más sofisticado y tecnotrónico en apoyo de su guerra mediática dirigida a mantener nuestros pueblos “dominados más por la ignorancia que por las armas”.
En este momento, Venezuela presta su territorio (a partir del 1° de diciembre), en la ciudad de Caracas, para reunir a estrategas de la mediática popular y revolucionaria en una convocatoria al Congreso Internacional de la Comunicación, donde deberá estudiarse, revisarse, desmontarse, el factor guerrerista de la manipulación informativa. Modestamente proponemos revisar con profundidad la experiencia Bolivariana, que en un momento enfrentó (1818) los ataques imperiales y monárquicos de La Gazeta de Caracas contraponiendo el medio patriótico y proindependentista llamado Correo del Orinoco y al que se suma, unos 10 años después esta Defensa del Libertador, publicado ahora por Ayacucho con el importante prólogo del barinés Nelson Chávez Herrera.
Ilustración: Iván Lira