En medio de una charla sobre el asedio al que el imperialismo tiene sometido a la Patria, una angustiada mujer comentó: “Veremos qué pasará el 10 de enero”, y le contesté –palabras más, palabras menos-: “Ese día se juramentará Nicolás Maduro. Sólo eso ocurrirá. Ninguna otra cosa”.
Me quedó la impresión de que esperaba una respuesta diferente. Su discurso, evidentemente secuestrado por la tormenta de falsas expectativas generadas por la derecha nacional y mundial para ese día, la hizo obviar que el próximo jueves se cerrará un importante ciclo nacido el 23 de enero de 2018 cuando la Asamblea Nacional Constituyente decretó la realización de las elecciones presidenciales en nuestro país.
Ese día, reitero, Nicolás Alejandro Maduro Moros tomará juramento para cumplir así entre 2019 y 2025 con el mandato popular que el 67,7% de los electores le dio el 20 de mayo del año pasado. Nada más pasará, además de la alegría y la celebración que parranda de por medio armarán quienes aún a costa de sus propias vidas no dejan de apostar por el reinado de la democracia en nuestro país, sistema que hasta ahora nos ha servido para enfrentar con coraje y dignidad la arremetida contrarrevolucionaria que no cesa en “trabajar” para fulminar nuestra determinación de ser libres e independientes.
No otra cosa sucederá. Lo demás son cuentos de camino que inexplicablemente (confieso mi asombro), no dejan de surtir efecto en cierto sector de la población que igualmente de forma inexplicable sigue dando crédito a los mismos montajes elaborados y fracasados desde mucho antes de la primera victoria del Comandante Hugo Chávez el 6 de diciembre de 1998.
Preparémonos pues, todas y todos, para ser testigos y testigas de un acto que proyecta desde ya la admiración en todas las latitudes, de mujeres y hombres que ven en nosotras y nosotros (humildad de por medio), el ejemplo a seguir cuando de determinación se trata.
De nuevo lo digo, y con un toque de alerta para los incrédulos: sólo eso pasará el 10 de enero. Nada más.
¡Chávez vive…la lucha sigue!