San Martín Cruzó la Cordillera para liberar Chile, Perú y seguir para el gran Colombia y Venezuela. Pero no pudo, no tenía recursos. Perú ni Chile se los podían dar, el gobierno central de su país no se lo quería dar y, principalmente, nunca tuvo el apoyo del mismo.
San Martín fue nombrado jefe del Ejercito del Norte pero, nunca asumió como tal. Se reunió con Belgrano y le explicó su plan. Le dijo que nunca seríamos independientes si Chile y Perú no lo eran.
Los dos estaban enfermos, los dos sabían que no iban a contar con el apoyo del poder Central. San Martín se retiro a Mendoza donde con las Patricias Argentinas juntaron fondos e improvisaron armas junto a Fray Luis Beltrán, mientras Manuel Rodríguez Erdoiza le hacía de espía e iba preparando el terreno en Chile. Belgrano hizo lo que pudo con el apoyo de Martín de Güemes, hasta que Buenos Aires le ordena volver a la Capital, enfermo y pobre baja hasta la misma.
San Martín en Mendoza va realizando el plan del cruce de los Andes, y juntando oro y joyas para subvencionar el mismo. Lo logra y emprende el cruce. A mula, arrastrado en camilla o atado. Está enfermo. Así y todo logra la libertad de Chile.
Buenos Aires se alegra del triunfo, pero nada más. No hay festejo, no hay plata, no hay apoyo.
San Martín reunió una flota de buques de guerra incluido la Fragata La Argentina a las órdenes de Bouchardo (Corsario con patente Argentina) y partió por mar a Perú. Fueron duros combates pero la liberación del país se iba logrando poco a poco. San Martín fue nombrado Protector de Perú, pero sabía que solo no lo iba a lograr. La ayuda, esta vez, vino del norte. Simón Bolívar bajaba liberando Venezuela, Colombia y Ecuador. Se reunió en Guayaquil con San Martín. Este estaba enfermo y sin apoyo del gobierno de su país. Lo único que podía hacer era renunciar. Renunció a todos los cargos que le habían dado en Perú. Simón Bolívar lo abrazo en la despedida de la reunión afectuosamente y le dijo a su edecán, que sólo está este hombre, nadie en su gobierno lo apoya.
San Martín volvió a un país que ya no lo tenía a Manuel Belgrano y que, se perfilaba para una guerra civil, en la cual no quería participar. Se exilió con su hija a Francia, donde murió pobre y triste. Sin saber que los mismo que no quisieron apoyarlo, llenaron al país con su estatua y calles con su nombre.