Paramilitares o hampa común ¿Cómo operan?

Ocho hombres, cinco de ellos colombianos, asegura un cable de prensa fechado el 11 de noviembre de 2014, fueron asesinados el pasado domingo en dos localidades venezolanas fronterizas con Colombia por motivos que aún no han sido precisados. La fuente de la información es el embajador de Colombia en Caracas, Luis Eladio Pérez.

Diarios del estado Zulia, fronterizo con Colombia señalan que el suceso obedece a un choque entre bandas rivales de narcotraficantes: los Rastrojos y los Urabeños.

En marzo pasado, un hecho similar en la frontera común, cinco colombianos fueron asesinados a tiros por desconocidos en la población venezolana de Ureña (Táchira).

Venezuela y Colombia comparten una frontera de más de 2.200 kilómetros en la que operan distintas las organizaciones vinculadas al contrabando, el narcotráfico, grupos guerrilleros y paramilitares, y secuestradores.

Este hecho ocurre en medio de la conmoción nacional que causó el asesinato del diputado Robert Serra a manos de un grupo paramilitar en la capital venezolana y el debate sobre la tenencia de armas por parte de civiles.

Territorialidad

Lo ocurrido en el Táchira, nos explica una fuente que solicitó el anonimato, obedece a un ajuste de cuentas entre bandas de paracos que operan a ambos lados de la frontera común.

Muchos de los integrantes de esas nuevas bandas paramilitares son antiguos paramilitares que recibieron durante el gobierno de Álvaro Uribe, un carnet que los acreditaba como desmovilizados.

“Estos grupos se encargan que lavar el dinero proveniente del microtráfico de cocaína y lo emplean en negocios que les permiten un rápido control social: alquiler de telefonía celular, servicios de mototaxis y los presta-diario que ofrecen dinero en las calles. Es el mismo sistema que emplean en las aceras de Petare, donde incluso poseen puntos de débito inalámbricos para cobrar los prestamos”.

Su modus operandi es a través de zonas cuadriculadas, por lo que cualquier invasión a una zona de otra banda se cobra con sangre, nos explica el informante.

Ahora bien ¿Qué diferencia las acciones paramilitares del hampa común?

Hampa común o Paracos

Andrés Antillano, quien es profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y especialista en Criminología, asegura que desde el crimen contra el diputado Robert Serra se observa un cambio en los procedimientos.

“Hay un cambio de patrón, no solo en Venezuela. Este cambio está asociado directamente al fenómeno del paramilitarismo (…) El accionar es propio de grupos de la derecha reaccionaria. Se trata de ejecuciones que no son reivindicadas y que hacen un despliegue de crueldad, de sadismo extremo. Pero a pesar de no ser revindicadas, sí envían un mensaje claro a la población”.
Operarios del hampa

Los grupos Paramilitares colombianos, entrados en auge durante el gobierno de Álvaro Uribe, quien los apoyó logística y políticamente; ampliaron sus acciones y pasaron de custodiar a terratenientes a una incontrolable organización que practica: secuestro, extorsión, narcotráfico, asesinatos selectivos, limpiezas étnicas y hasta crímenes pasionales por encargo.

Es decir, un crimen común cometido por bandas paramilitares (con armamento y formación marcial) sólo se diferencia del hampa por la crueldad con la que operan.

Hay que recordar que las Autodefenas Unidas de Colombia (AUC) se constituyeron en su momento, en un poderoso ejército que, según sus antiguos líderes, respondían al expresidente Uribe Vélez.

Casos de casos

Ahora bien, cada situación obedece a sus circunstancias particulares. El pueblo organizado en México para defenderse de los implacables carteles del narcotráfico, se denominan autodefensas. La complicidad de policías con los narcos y la pasividad del Estado, obligaron a la población a armarse.

La expresión “autodefensas” en Colombia, derivó en delincuencia organizada, mientras que en México -por ejemplo- Las Autodefensas del estado de Michoacán, resultaron expresión popular para defenderse de narcotraficantes locales que secuestraban a esposas e hijas ante la inacción del Estado.

Hoy, el gobierno de Peña Nieto, en vez de acabar con los narcos, mete tras rejas a los ciudadanos que decidieron armarse para su defensa.

DesdeLaPlaza / Ernesto J. Navarro