Desde 2008 en Japón todas las empresas tienen la obligación de medir la cintura de sus empleados mayores de 40 años. Si el paciente tiene sobrepeso (más de 85 cm en hombres y 90 en mujeres) se le da un plazo para bajarlo. Si no lo consigue, el Estado obliga a asistir a sesiones de terapia obligatoria. Si la compañía no logra reducir el número de trabajadores con sobrepeso deberá pagar más impuestos al sistema general de salud. Así, 56 millones de cinturas se controlan cada año desde entonces, lo que hace que solo el 3% de los japoneses sean obesos.
Esta es la manera que tiene el gobierno nipón de reducir los gastos sanitarios derivados de las enfermedades relacionadas con la obesidad. El “metabo” (como llaman ellos) o «Síndrome metabólico« es el conjunto de enfermedades cardiovasculares que producen un gasto millonario a las arcas del Estado. En total nada menos que un 11,5% del PIB, y están dispuestos a reducirlo.
Pero parten con ventaja. La dieta oriental es muy baja en grasas, muy diferente en eso a la occidental, y no desde hace poco tiempo. Eso ha hecho evolucionar su metabolismo generación tras generación y la distinta forma de procesar los alimentos de los orientales.
Mientras que la dieta oriental se basaba fundamentalmente en semillas, fruta, pescado y verdura desde hace siglos, la occidental siempre ha estado balanceada hacia las proteínas carnívoras. Para procesar todos esos carbohidratos el páncreas occidental ha evolucionado hasta producir más cantidad de insulina que el oriental, modificando el metabolismo del cuerpo y el procesamiento de los azúcares.
Este páncreas inmaduro de los japoneses les protege contra la obesidad, pero les hace más vulnerables frente a la diabetes. Por eso su número de diabéticos sube rápidamente, hasta casi el 7% de la población, en una sociedad no acostumbrada a los caprichos importados de las dietas occidentales.
Desde La Plaza/Tecnoexplora/AMH