Las elecciones parlamentarias a celebrarse este domingo 6 de diciembre no representan una tregua ni un armisticio en la guerra unilateral y desproporcionada que ha declarado y ejecuta el imperialismo yanqui-sionista en contra de nuestro pueblo y nuestra decisión soberana de ser libres e independientes, de manera definitiva.
Hace un bicentenario dimos un paso firme de libertad e independencia, con el General Simón Bolívar a la cabeza y un ejército de convencidos patriotas, en su mayoría sin preparación militar pero diestros armados de conciencia y dignidad.
Hoy en día, con el correr de los tiempos y la consolidación supremacista del neoimperio asentado en suelo de América, al norte, en los llamados Estados Unidos, Venezuela y todos los países considerados por ellos como «patio trasero», han despertado de voluntad y lucha para la conquista de la igualdad y multipolaridad de los pueblos.
Así nos encuentra el contexto sociopolítico en el que enfrentamos al capital y, luego de combinar distintas formas de lucha, hoy avanzamos de democracia y por la paz. Venezuela es así, en la actualidad, una vanguardia revolucionaria, Bolivariana y socialista que ha sabido hacer de su democracia un auténtico espacio participativo y protagónico con, apenas, 20 años de edad y casi igual número de procesos electorales que apuntan hacia la auténtica libertad.
Por eso el enemigo imperial nos acosa, nos agrede, nos bloquea, nos amenaza y nos quiere derrotar. En sus desesperados empeños, uno de los misiles de mayor alcance destructivo, con el que se nos ataca hoy, es con el dólar. No estamos acorralados por un arma disuasiva sino plenamente destructiva. Por eso no debe sorprendernos el que, a poquísimos días de una nueva y auténticamente democrática contienda electoral, las presiones sobre nuestra economía, en el campo monetario y en la esfera de la circulación donde se mueve la distribución y el consumo, en términos capitalistas, se nos quiera asfixiar, hacer sentir la escasez y el hambre, procurando reacciones violentas y desesperadas, cómo la que en términos sutiles, ha querido convertir las votaciones, de este 6 de diciembre, en un improvisado plebiscito o en un referendo revocatorio que llegue hasta a poner fin al Gobierno que encabeza el presidente constitucional, Nicolás Maduro Moros.
Allí está presente la dolarización del voto, a la que nos referimos desde el título en este artículo y que invitamos a derrotar en todos sus planos, fortaleciendo nuestra conciencia y consolidando nuestros caminos de independencia y libertad. En lo inmediato, estamos en el momento justo y a la hora de votar: esta es una oportunidad que no debemos despreciar.
Las y los patriotas, las y los revolucionarios bolivarianos y chavistas, estamos llamados a ser vanguardia de unidad y de paz. Este próximo domingo es también una oportunidad para nuestra decisión de descolonizar y de desdolarizar. Es la hora de la conciencia para avanzar y triunfar.
Ilustración: Iván Lira