Con la firma de aquel pacto de élites en 1810, al que luego la historiografía le llamaría Independencia y con la proclamación de la misma en 1811, se dio un tímido paso de victoria en las luchas por vencer y expulsar al domino imperial español de Venezuela.
La historia de pensamiento crítico siempre ha entendido que los procesos emancipatorios no pueden ni deben reducirse a un único acontecimiento.
El pasado 24 de junio, al entrar en los 365 días previos a la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Carabobo, nos referimos a ese hecho que, si bien es muy significativo, no es autosuficiente en la calificación de victoria independentista frente al dominio español y su coloniaje. En pleno 2020, hace apenas pocos días, el Estado soberano de Venezuela expulsó de su territorio a la embajadora de la Unión Europea (UE) en nuestro país y lo hace enrostrándole al coloniaje europeo nuestra voluntad de seguir siendo libres, soberanos e independientes, como lo logramos hace un par de siglos apenas.
Es, decir, hoy celebramos lo que seguimos construyendo, ahora con las armas de la Revolución Bolivariana y Chavista, nuestra Independencia definitiva.
Cómo toda revolución, como todo cambio radical, como toda independencia verdadera, la nuestra sigue en construcción 200 años después.
Decirlo de este modo pudiera interpretarse como palabras de aguafiestas y hasta desesperanza para quienes, apurando la meta, han sentido la victoria alcanzada de manera automática con el triunfo de la Revolución Bolivariana.
El presente sigue siendo de lucha. Este es un factor muy importante a tener claro para que el complejo proceso del que participamos, dentro de la lucha de clases mundial, se entienda en su perfecta y compleja dialéctica.
Al mejor estilo leninista, las y los revolucionarios hemos entendido la importancia de «desechar las ilusiones», acerar la voluntad y preparación constante para la lucha y avanzar con decisión y alegría hacia la victoria.
Los 21 años de «vida pública» del Comandante y líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, contados entre el 4 de febrero de 1992 y el de marzo de 2013, también lo demuestran. El 5 de julio de 2006, cargado de optimismo y convicciones, el líder de este proceso celebraba, una vez más, el estar en el camino cierto de Indepndencia y nos llamaba a consolidar la unidad, aquí y en toda Nuestramérica : «Vaya hasta nuestro pueblo, el saludo y el compromiso, el compromiso y el llamado, el llamado a consolidar la unidad del pueblo con la Fuerza Armada, la unidad de todos para que la patria siga siendo cada día más grande y más libre, para que nuestra Revolución en democracia y en paz siga profundizándose, para que hagamos realidad las palabras de Bolívar que todavía resuenan en esta Caracas y en esta tierra».
En 2009 nos anuncia el acceso a «un nuevo tramo de la gran escalada hacia la cumbre de la Patria plena, independiente, plena, soberana plena, desarrollada plena, socialista plena, humanista plena»… y nos invita, con Bolívar vivo entre nosotros, en motivaciones y en ideas, a vencer «el divisionismo, las conspiraciones, derrotando en mil batallas, a quienes pretenden desde dentro y desde fuera, debilitar y echar abajo a la Patria y su Independencia». Nos exhorta a «derrotarlos en paz, con alegría, con hermosura, de manera sublime»… Sin dudas, esa es hoy la tarea.
Ilustración: Iván Lira