Con la mayoría de los países del mundo en estado de invernadero (o de cuarentena por razones de contención sanitaria de la pandemia por el Covid-19), es posible que la burguesía y, especialmente , algunos voceros de ésta -como es el caso del Gobierno estadounidense- quizás estén pensando que llegó el momento de despedir definitivamente a la mano de obra trabajadora y sustituirla por las muy avanzadas tecnologías con las que hoy se fabrican tantos bienes y se reemplazan servicios.
Según esa fantasiosa idea del reemplazo del trabajo proletario sin eliminar al capitalismo, este sistema se convertiría en el ideal para los amos del mundo, quienes dejarían de sufrir la angustia permanente por el «asedio» de la lucha de clases y las amenazas de las revoluciones.
Pero la confrontación entre proletarios y burgueses no es una invención teórica de Carlos Marx y Federico Engels. La lucha de clases no es una teoría social más o menos superable por nuevos «filósofos», sociólogos u otros especialistas en la «interpretación del mundo» sin proponerse su transformación.
La lucha de clases, en el capitalismo, es la confrontación dialéctica entre fuerzas sociales comprometidas de algún modo en la producción de los bienes materiales para el consumo y sustento, ya sea como dueños de los medios para obtener esa producción o como expropiados absolutamente de los mismos (que es lo que ocurre con la clase trabajadora).
Marx, Engels y los revolucionarios anticapitalistas que fueron siguiendo y profundizando sus reflexiones y estudios acerca del «motor se la historia», bajo principios de organización social comunistas, descubrieron y resaltaron en el proletariado un papel determinante en el fin de la explotación capitalista y, por ende, de la burguesía como clase social dominante y hegemónica.
Entonces, el proletariado no se está despidiendo de la historia ni, mucho menos, de la historia de la lucha de clases. Esta determinante clase social, para conquistar la alborada definitiva, va a seguir luchando hasta vencer. Bueno y oportuno es reconocerlo en este mes cuando el mundo recuerda, desde el 1ero de mayo, al trabajador y la trabajadora como protagonistas en el futuro solidario de la humanidad.
Pero, además, también es importante contextualizar el avance de clase del proletariado en el momento de mayor declive, crisis y derrumbe del poder del capital dentro del conjunto de las relaciones de producción.
2020 nos reúne a las trabajadoras y trabajadores del mundo con distancia preventiva sanitaria en nuestras casas. Es hora de la definitiva planificación estratégica, convencidos como estamos de que no es el momento para el adiós al proletariado, sino la coyuntura exacta para la victoria de la humanidad autoredimida junto al resto de la naturaleza, en la Patria socialista.
Desde este espacio de Diálogo semanal, unimos tu voz y la mía con optimismo en la acción, para honrar al trabajo, al trabajador y a las luchas proletarias. La unidad la logramos solidarios, aunque cada quien la exprese desde su casa pero con las banderas en alto de este Mayo lvaetario y de Patria socialista.
Ilustración: Iván Lira