El maestro de escuela Jesús Rosas Marcano, poeta, fabulador y también periodista aprendió con sus amorosas experiencias docentes, que lo que realmente enseña en la escuela es el recreo.
Por su parte, ese mago poeta, dibujante y multicreador, que es el Tano me decía que de su infancia en el frío y lluvioso, al sur de Chile, donde nació y se creció, lo que recuerda de la escuela con mayor gratitud es la amorosa enseñanza de solidaridad de su maestra. Dice este Tano Abrebrecha que esas lecciones no formaban parte de ninguna planificación pedagógica: eran el otro rostro de la escuela.
La escuela descrita en experiencias por estos dos maestros y poetas, muy cercanos a nosotros, nos evoca a Samuel Robinson el Simón Rodríguez tan próximo al Libertador Simón Bolívar. Amigo, más que «educador» en el sentido acostumbrado de quien «enseña», Robinson aprende a aprender a partir de diálogos llenos de preguntas. La amistad franca era su escuela de luces sin paredes ni frases prehechas. Esa era su esencia de maestro.
También nos recuerda a Antonio Gramsci -preocupado por la formación de su hijo Delio-quien, en una carta escrita a su esposa Giulia, cuando le escribe desde la casa penal de Turi -donde pagaba prisión política al régimen fascista de entonces- el 30 de diciembre de 1929, que «el mejor juicio sobre la orientación educativa de los niños no puede venir sino de quien les conoce de cerca y ha podido seguir todo su proceso de desarrollo, siempre que no se deje cegar por sus sentimientos renunciando con ello a todo criterio».
Es allí donde va el pupitre en cuarentena. Pero también es el lugar donde lo colocó el líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, cuando desplegó el Tercer Motor de transformación de nuestra conciencia y conocimiento y nos invitó a hacer de Toda la Patria una Escuela, luego de que nuestro país fuera liberado de la esclavitud del analfabetismo, en el año 2006, cuando así fue reconocido por la Unesco, luego de nuestra particular aplicación del método «Yo si puedo», para la alfabetización masiva.
Vivir y vivir a conciencia, con la responsabilidad de construir juntos una Patria liberada y nueva, es lo que ha permitido a Nicolás Maduro, presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, saber dónde ubicar hoy el pupitre en cuarentena.
El pupitre, espacio simbólico para el aprendizaje en la escuela, es el lugar hoy en la casa, donde cada familia acompaña amorosamente a sus hijos, al mejor estilo de los ejemplos mencionados en esta nota, como un llamado de atención en resistencia, para alcanzar una auténtica educación para la libertad.
Estamos en cuarentena, #QuédateEnCasa pero llévate el pupitre o despliégalo cotidianamente en el centro de tu hogar, donde pueda alumbrar el fuego colectivo de nuestra conciencia.
Ilustración: Iván Lira