Cuando estaba listo para repudiar la amenaza de bloqueo naval proferida por el sicópata imperial Donald Trump contra nuestro país, el propio criminal que gobierna desde la Casa Blanca me sugirió otro motivo para desarrollar estas líneas: su Orden Ejecutiva para congelar los activos de la República Bolivariana de Venezuela en Estados Unidos.
“Congelar los activos” podría sonar hasta insaboro e incoloro, pero cuando se le mete el diente al asunto y nos percatamos de que la comida misma y las medicinas están en juego (más de lo que han estado), inevitable resulta sentir una especie de híbrido entre arrechera (sí, leyó bien: arrechera) y desprecio por tan nefasto ser.
La decisión del gringo, tomada el lunes, me lleva a la misma conclusión que había torneado cuando cavilaba sobre el asunto del fulano bloqueo naval o cuarentena: es una forma de admitir su fracaso como golpista contra nuestras instituciones y la voluntad férrea de nuestro pueblo.
Ante ello, apela entonces al manejo del arma más salvaje y primitiva posado sobre la faz de la tierra: O estás conmigo o estás contra mí, y –obviamente- de ser esto último te calas “mis” reglas que –también obviamente- están por encima del Derecho Internacional.
Si es despreciable su gozo por el sufrimiento que su enajenada conducta pueda causar sobre todo entre sectores más vulnerables de la Patria, más lo es el de quienes desde nuestro territorio empezaron a aplaudirlo minutos después de conocida la noticia. Tristes fantoches que cual condones inservibles, serán lanzados al basural de la historia cuando su ruin papel haya acabado.
¡“Aquí no se rinde nadie”! fue una de las consignas que aprendí cuando ya adolescente empecé a militar en las ideas liberadoras de Simón Bolívar. ¡“Aquí no se rinde nadie”!, repito hoy en este aciago momento, en el que necesario es reforzar la resistencia ante tan monstruoso enemigo.
Cerraré con parte de un fragmento que la periodista Romina García me hizo llegar vía guasap, un día después del vomitivo decreto. Ignora ella quien fue su autor o autora, pero abraza ese texto la esencia de lo que sentimos desde que nuestra política razón de ser orienta nuestros pasos: “Es posible que vengan días muy duros, pero no hay que olvidar que por muy oscura que sea la noche al día siguiente sale el sol”.
No tengo la menor duda: la salida esplendorosa de ese sol cada día está más cerca.
¡Chávez vive…la lucha sigue!