El contexto era duro. Habían pasado apenas cuatro años de la guerra desatada en Malvinas, por eso la herida estaba abierta. Por supuesto que se trataba de un Mundial de Fútbol, pero qué decirle a un pueblo argentino que aún lamenta tanta sangre derramada. Por eso, este encuentro simbolizaba algo más que un simple partido de fútbol.
Argentina e Inglaterra se enfrentaban por los cuartos de final del Mundial de México 1986. Una Copa del Mundo que nos trae los mejores recuerdos, ya que aquel equipo liderado por Diego Maradona y comandado por Carlos Bilardo lograría el segundo trofeo para la Argentina. El estadio Azteca fue testigo de dos obras maestras de Maradona. Una cargada de trampa o como le quieran llamar. Y la otra, propia de una genio.
Primero, Diego abrió el marcador en el primer tiempo con la famosa «Mano de Dios». El «Diez» saltó junto al arquero Shilton y le pegó un puñetazo al balón. Pese a la protesta de los ingleses, el árbitro tunecino Ali Bin Nasser convalidó el tanto.
En el campo de juego, al ser consultado, Maradona adelantó: «Fue un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios». 19 años después del polémico gol, Diego confirmaría en su programa «La Noche del Diez» lo que todos suponían.
Cuatro minutos más tarde, y como para que quede claro de que ese sería «su» Mundial, realizó lo que luego sería considerado el mejor gol de todos los tiempos. «Pelusa» arrancó en mitad de cancha y con pelota dominada sorteó a cuanto inglés se le pusiera por delante. Uno a uno fueron pasando Hoddle, Reid, Sansom, Butcher, Fenwick, hasta que nuevamente venció al arquero Shilton. Una verdadera obra de arte para marcar el 2-0.
Este tanto pasó a la inmortalidad, como el gran relato de Víctor Hugo Morales.
Desde La Plaza /Infobae /ABD