Simón Bolívar fue un soldado entregado a la guerra antiimperialista e independentista, cuya estrategia siempre apuntó a conseguir y consolidar la paz para los pueblos de Nuestramérica. Hoy, en plena era de los hitos bicentenarios que han marcado nuestros caminos de independencia definitiva nos asomamos a la ventana desde donde se mira Angostura y aquel congreso de 1819 convocado por el Libertador para contribuir a dar forma a la República: “¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta”.
Otro soldado, Hugo Chávez, en pleno siglo XXI asumía la estrategia bolivariana de la paz, aunque hubiese que librar más de una guerra y ganar más de una batalla por hacer la Patria libre, definitivamente independiente y socialista. Se sabía, este guerrero del amor, a sí mismo como la “débil paja” a la que se refirió el más grande Libertador nuestroamericano: “no he sido más que un vil juguete del huracán revolucionario que me arrebataba como una débil paja”.
¿Contradictorio? ¡No! Pues no. La paz no es exactamente lo opuesto a la guerra y toda verdadera paz, históricamente, se ha alimentado de complejas batallas y hasta cruentas guerras. La paz verdadera es el resultado de una estrategia cuya única violencia posible es la interior, esa que nos permite revelarnos contra el odio y los egoísmos sembrados en nuestro pensamiento, en nuestra conciencia, por los enemigos de la luz y la vida, por los enemigos de la humanidad y de la naturaleza toda, por los crueles explotadores capitalistas.
En aquella asamblea de carácter constituyente, convocada por Simón Bolívar en la ciudad que ahora lleva su nombre, pero que antes se conoció como Angostura, por estar fundada en la playa de la más estrecha franja de nuestro majestuoso Orinoco, el gran visionario y estratega de la paz, dice a los convocados de entonces: “Si merezco vuestra aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano, preferible para mí al de Libertador que me dio Venezuela, al de Pacificador que me dio Cundinamarca, y a los que el mundo entero puede dar”. Ciudadano, buen ciudadano, ciudadano de paz como los grandes que muchas veces tuvieron que optar por la guerra en la convicción de que con ella daban al traste con todas las guerras. “Serviré, sin embargo, en la carrera de las armas mientras haya enemigos en Venezuela”.
Bolívar, ese soldado en guerra por la paz, sabía y padecía la realidad de un pueblo al que se le ha sometido al “al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio”. Estaba convencido de que allí había otras ineludibles batallas que librar, porque “no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud” y este es otro espacio necesario para la paz.
En Angostura Bolívar diseña las estrategias para la paz y define el papel del mejor de los sistemas de gobierno, que es aquel que conduce hasta ella bajo el concepto de “la mayor suma de felicidad”: “mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Hugo Chávez, otro soldado patriota como Simón Bolívar basa su lucha y sus objetivos en los principios de la paz y de la felicidad pero, además los orienta también hacia la construcción del socialismo como sociedad de la igualdad y la justicia en auténtica paz. Para el Comandante, esta Revolución es pacífica -como lo declaró innumerables veces- pero esa condición está acompañada por un pueblo en armas, “no es una revolución desarmada”. Por lo tanto es la revolución que conjuga dialécticamene a la guerra y a la paz en un mismo acto de liberación.
Para este camino presente se requiere de un Estado fuerte sobre cuya constitución el mismo Bolívar instruyó en Angostura: “Mi deseo es que todas las partes del gobierno y administración, adquieran el grado de vigor que únicamente puede mantener el equilibrio, no sólo entre los miembros que componen el gobierno, sino entre las diferentes fracciones de que se compone nuestra sociedad”.
Entendemos –y entendamos- que es el camino de paz que hoy transitamos, con el gobierno que preside nuestro camarada Nicolás Maduro. Un gobierno de paz, una Revolución Bolivariana y Chavista, para la paz, la libertad, la independencia definitiva. Somos una República democrática que –como lo proclamó el Libertador- “proscribió la monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios; declaró los derechos del hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir”
Ilustración: Xulio Formoso