El lenguaje del silencio: La familia de Gustavo Rondón

La familia cuenta una historia puntual para conectarnos con una emoción universal

La familia es una película de silencios. Su historia se cuenta sin apenas diálogos. La película de Gustavo Rondón es densa sin pretender serlo. Es compleja sin caer en lugares comunes u obviedades de las que abundan a veces en el cine de autor. Y mucho más en cierto cine venezolano que pretende contar una y otra vez la misma historia desde diversos puntos de vista.

Rondón no es pretencioso, su película busca la belleza desde la sencillez y nos permite asistir a las vidas de un padre y un hijo que no están pasando por el mejor momento.

No es pretencioso, pero tampoco deja de lado el sentido estético que toda buena película debe tener. La cinta posee un equilibrio perfecto entre lo que narra y el modo en que lo hace.

Sus personajes forman parte de la geografía caraqueña. Sin embargo, pudo haber sido ambientada en algún lugar de América Latina e incluso podría tratarse de la historia de un  padre e hijo en  cualquier rincón del mundo.

Todo comienza en la familia. Nuestra esencia proviene de ella. Bajo su responsabilidad se establece la ciudadanía.

Más allá de las circunstancias sociales y económicas, llevarse bien con los padres y comprender sus puntos de vista no es fácil. Cualquier familia está formada por un cúmulo de dudas, malos entendidos, pleitos, rencores, equivocaciones, disgustos, sinsabores, tristezas, pero también de lo opuesto. Hay un deseo de hacer el bien en cada padre (y madre) honesto que no necesariamente se expresa  del modo correcto.

Mucho de esas emociones es lo que veremos en este film.

La familia cuenta una historia puntual para conectarnos con una emoción universal. Expone una frustración que no tiene nacionalidad: la incapacidad para comunicar nuestras emociones a esas personas que construyen junto a nosotros las parcelas de nuestra vida. ¿Cuántas relaciones familiares han sido envenenadas debido a la  incapacidad de comunicación?¿Cuántas sociedades sufren debido a ello?

La película trabaja con esas interrogantes. Su mayor mérito es su aparente simpleza. La historia de Andrés y Pedro describe las contradicciones que caracterizan a las relaciones disfuncionales.

Con una fotografía impecable, la cinta recrea gesto por gesto los senderos de una infancia conflictiva y una relación padre e hijo que todavía no comienza.

En una tensa calma se mantienen las vidas de Andrés y Pedro. En La familia seremos testigos de sus angustias y enojos. Pero también de la construcción de un vínculo que los transforma, y finalmente también  un poco a nosotros, que como espectadores llegamos a ser parte de ese universo.

@luisauguetol