Deutsche Welle (DW): “Principio de transposición” de Goebbels contra China

La televisora alemana Deutsche Welle (DW) presentó este documental sobre la (hoy) primera potencia comercial del mundo, China; digno ejemplo de proyección, en el sentido estrictamente psicológico del término

 

Deutsche Welle (En español: Ola alemanaDW, por sus siglas en alemán) acusa a China (país de sistema político comunista, y sistema económico de mercado, que no es lo mismo que capitalismo -no hay una sola forma de hacer las cosas en economía-) de tener ‘aparatos de propaganda’ (afirmación ‘comunista’, por cierto), de tener un pueblo que ‘alaba’ a su líder, su economía (exitosa, primera potencia comercial del mundo), y lo más importante, su país (como cualquier otro país lo haría; Estados Unidos, por ejemplo, invierte millones de dólares en un costosísimo y sofisticado aparato de propaganda para mostrar su supremacía y su sistema que se pretende único modo posible de desarrollar un país (todas y todos conocemos ese aparato propagandístico, aunque no conozcamos cómo funciona: se llama Hollywood); y últimamente, apoyó la creación de todo un sistema con ese mismo fin propagandístico: las redes sociales, o lo que en el fondo se conoce como Big Data.

Este trabajo de DW está lleno de interesantes ‘acusaciones’, aplicables a cualquier país que se organiza, se desarrolla, y debe proteger su desarrollo de agentes externos que, en lugar de ocuparse de su propia evolución, buscan impedir la de otros:

  • Sobre China y Hong Kong, DW señala con preocupación que: “Un país, dos sistemas, podría tornarse ‘un país, un sistema”. Cabe la pregunta: ¿Preocupada, como por Alemania, cuando cayó el muro de Berlín? ¿Quién dice que ‘la unión de las dos Alemanias’, donde no hubo proceso democrático para tal fin, fue una decisión ciudadana, y no un objetivo logrado por potencias occidentales, tras años de hostilidades contra la antigua República Democrática Alemana?
  • Sobre el ‘nivel de vida’ del ciudadano chino (que DW no puede negar, ni siquiera con su redacción interesada), DW señala, como si fueran algo único, las diferencias entre quienes se esfuerzan más, y quienes tienen el mismo ingreso: ¿Cuál es la diferencia entre lo que presenta DW, y las diferencias de trabajo, ingresos, y por ende, ‘nivel de vida’, en Berlín? ¿Todas y todos los alemanes viven igual? Y la más importante ¿DW muestra la misma preocupación social por las desigualdades que hay en su país, Alemania?, pero además son dos casos distintos: Alemania no tiene que organizar económicamente un país de más de 1.000 millones de habitantes, en igualdad.
  • En cuanto a política exterior, los goebbelianos de DW hablan de una China ‘harta de las extravagancias de Corea del Norte.  De lo que pudiera estar harta China es de los ejercicios militares estadounidenses (¡perdón! “ejercicios militares ‘conjuntos’”, de países que tienen barcos de juguete al lado de los portaaviones estadounidenses), y las provocaciones en su mar territorial por parte de países que buscan extraer sus recursos. Para el capitalismo europeo, solo las fronteras de sus países (las imaginarias, esas que no están en sus países, sino en países soberanos a quien ellos buscan explotar) son las únicas que cuentan para ser “defendidas”.
  • DW también se escandaliza por la independencia china en materia de Internet, surgida no como ‘un invento del Partido Comunista para convertir a China en una gran Intranet’, sino para proteger la soberanía de una de las potencias más importantes del mundo, ante las tentaciones de otras potencias como ella, que buscan boicotear la economía y las comunicaciones chinas, cosa que nos pasa a muchos países ‘intervenidos’ por Estados UnidosDW menciona (y hasta da gracia, recordando por qué se molestó la canciller alemana, Angela Merkel, con el expresidente Obama, en 2015 que ‘China ha creado un muro electrónico, para poner los datos de los ciudadanos a merced de alguien’. Eso nos suena familiar a los occidentales: ¿Qué hace Facebook, Google, la Big data, la NSA estadounidense, con nuestros datos que compartimos en redes sociales o correos?

Finalmente, DW acusa a China de pretender algo con su plan de expansión económica (algo natural en una superpotencia productiva) como primera potencia comercial del mundo, desde 2016, cito:

“¿A qué destinará (China) las colosales capacidades de su industria? Aquí entra en escena el proyecto más conocido de China, la llamada ‘Nueva ruta de la seda’; líneas ferroviarias, puertos, autopistas, y aeropuertos. China planifica, financia, y construye con empresas y mano de obra china; una oferta atractiva sobretodo para países en vías de desarrollo, que no tienen capital para tamañas inversiones… La recurrente comparación con el ‘plan Marshall’, impulsado por Estados Unidos, tras la segunda guerra mundial, no se sostiene. La nueva ruta de la seda, no es un proyecto de reconstrucción, aunque cualquiera pueda participar, China dicta las condiciones… China no solo construye nuevas vías de comunicación, también crea relaciones de dependencia, y nuevos mercados de consumo a los que exportar sus excedentes…”

Es en esta afirmación donde Alemania, socia de Estados Unidos, a través de su canal DW,  aplica el principio de transposición, el cual explicamos más adelante, del modo más descarado, porque:

  1. El Plan Marshall que Estados Unidos destinó a una parte de la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial, no fue ninguna obra de caridad, ni una forma de resarcir su destrucción de Europa, desde el desembargo en Normandía y mucho antes. El Plan Marshall fue la forma en que esta potencia capitalista aseguró su zona de influencia dentro del viejo continente.
  2. En concreto: Estados Unidos usó el Plan Marshall para garantizar, a través de la reconstrucción europea (que también le dio beneficio económico), que el modelo adoptado por Europa oriental (el llamado ‘campo socialista’) terminara siendo adoptado por toda Europa. De hecho, la primera operación de la CIA fue en el viejo continente, Italia específicamente, para impedir que el Partido Comunista ganara las primeras elecciones que convocaba la nueva República Italiana, aprobada por referendo el 2 de junio de 1946, que decía adiós a la monarquía.
  3. A diferencia de China, en el contexto de la guerra fría era comprensible que dos superpotencias (EEUU y la URSS) amenazados mutuamente, se aseguraran zonas de influencia para evitar el ataque del contrario; la Unión Soviética, con su expansión por Asia y la Europa oriental, y Estados Unidos estableciendo relaciones de dependencia política en Europa occidental, y de sumisión y colonialismo aquí en Latinoamérica.
  4. Desde el punto de vista comercial, Estados Unidos hizo exactamente lo mismo de lo que Deutsche Welle ‘acusa’ a China, buscar mercados para su excedente de producción, para ganar con las exportaciones. La diferencia es que para Venezuela, como para toda Nuestra América, por el propio modelo estadounidense, resultó un pésimo negocio. Estados Unidos, a través de gobiernos locales, a su servicio, no a nuestro servicio, no solo irrespetaba nuestro derecho a controlar y transformar nuestras materias primas, sino que saboteó nuestras posibilidades propias de desarrollo, con sofisticados mecanismos de coacción, que van desde bloqueos y boicots económicos, hasta el apoyo abierto a dictaduras militares, o con fachada civil, que se pérdida de soberanía (para imponernos su modelo político –sin adaptación posible a nuestra idiosincrasia e historia- y económico –con los pésimos resultados que solo trajeron dependencia y pobreza-), de libertades políticas (darnos el gobierno, y más aún, el sistema, que nosotros queremos) e incluso de vidas (el expediente de violaciones de Derechos Humanos de militares de Latinoamérica, entrenados en la infame Escuela de las Américas, al servicio de dictaduras militares, e incluso de gobiernos electos y de civiles, como los que tuvimos en Venezuela desde 1958 hasta 1998, es prácticamente cosa juzgada).
  5. La comparación, entonces, se sostiene, pero lo que más pesa, es la diferencia: Hoy, mientras esperamos resultados futuros, podemos decir que China comercia libremente con gobiernos de derecha, de centro, y de izquierda, ningún país de Latinoamérica (ni siquiera el gobierno más servil que lamentablemente pueda existir aquí) se niega a comerciar con China, y no por la globalización (pues como dice Frei Betto, no ha ocurrido tal cosa en el mundo, sino la globo colonización, donde solo Estados Unidos y sus aliados de Europa son quienes ponen sus productos, culturales y tangibles, en la mesa), sino porque estamos entrando en una era posterior al modelo capitalista, que se ha beneficiado de la desigualdad, y se está agotando en un mundo que está socializando cada día más el único recurso totalmente renovable: El conocimiento.

Última pregunta, y finalmente, hablando de capitalismo y comunismo; si China es ‘capitalista’, como dicen los loros que aquí hablan: ¿Por qué hacer un documental tan manipulado y negativo sobre ellos (como por cierto lo hacen sobre mi país, Venezuela), en lugar de dar ese trato tan cariñoso que Alemania usa en reportajes con ‘socios’ como Francia, Italia, España, Holanda e Inglaterra (ambos con monarquías que gobiernan ‘a perpetuidad’, que DW no critica)?

Queda comprobado que la Deutsche Welle de Alemania sí actúa, en este reportaje, y en tantos otros casos (especialmente contra Venezuela, nuestro país), como aparato de propaganda, no buscando información, sino excusas contra una realidad concreta: El modelo Chino, de gobierno comunista, y economía de mercado (que no es lo mismo que capitalismo) es un éxito, y lo más importante, una forma distinta de desarrollar una economía, potente, pero no imperial.

DW, al mejor estilo de Joseph Goebbels (inventor de la propaganda moderna, y específicamente en este caso, del principio de transposición de Goebbels -“cargar sobre el adversario los propios errores o defectos” busca acusar a China de lo que hacen los países capitalistas, que limitan las libertades de sus ciudadanas y ciudadanos, pero en nombre de élites de poder que imponen un modelo ‘representativo’.