Todos soñamos con un mundo y una vida mejor pero, ¿todos, somos todos?
Juan se despierta contento con el sueño de su casa nueva, entre dormido ve las paredes de lata, las ventanas con plástico. Igual no pierde la esperanza y todas las noches sueña con su casa nueva. A pesar que con algunas políticas su sueldo de albañil cada vez le alcanza para menos.
Juan se despierta contento con el sueño de su BMW nuevo, entre dormido se levanta y se asoma al balcón de su casa y ve su Alfa Romeo viejo. Igual no pierde las esperanzas, con la subida del dólar van aumentar sus ganancias por exportación de soja. Lo va a poder cambiar.
Mariel se despierta con el sueño de su viaje a la Polinesia. En él se veía con sus bikinis nuevas tomando unos tragos en la playa. Entre dormida ve la puerta de su vestidor abierta, dentro de él unas maletas con sus bikinis nuevas, todas listas para su viaje. El Gobierno anunció la suba de la tasa de interés de las LeBaC a casi un 42%. Todo ganancia para ella.
Mariel se despierta contenta con el sueño de una escuela que, contenga pero que no sea comedor, que forme pero que no sea un reemplazo de los padres que están 16 horas trabajando y no tienen tiempo para sus hijos. Mariel soñó con un mundo mejor, donde la escuela, la familia y la comunidad trabajen por los hijos de todos y de cada uno, porque son los hijos del futuro. Entre dormida escucha la radio se da cuenta que, el gobierno sigue favoreciendo la doble escolaridad porque necesita la mano de obra barata de los padres.
Me levanté el otro día, soñando con que cada habitante del mundo al despertar pudiera tener un desayuno que los alimente. Entre dormido escuché las noticias del FMI, del gobierno de EEUU, de los fanáticos que matan en nombre de Dios, Jehová, Alá.
Entonces entré cerré los ojos y soñé con un mundo de hogares con huertas y pensé: LO REVOLUCIONARIO ES TENER UNA HUERTA.