Sin apremio ni coacción. Tan solo por principio. Repito la pregunta y hasta la reformulo: ¿quién está dispuesto a confesar sus fines? O ¿quién declara las motivaciones de lo que hace o el por qué de lo mismo?
Yo mismo me adelanto a responder que eso lo hace solamente quien está convencido de lo que quiere, de hacia dónde va y de la moralidad que le acompaña. Sus fines históricos sólo los confiesa el proletariado como clase.
Es la fuerza del comunismo la conminada por Carlos Marx y Federico Engels para que “expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias”. Es un asunto de principios y se asume desde los primeros párrafos del Manifiesto del Partido Comunista, publicación que –por cierto- acaba de cumplir 170 años de su primera edición (Londres, febrero de 1848) y que para celebrarlos, en Venezuela se ha hecho una edición a cargo de Monte Ávila Editores Latinoamericana (2018), con presentación d Roberto Hernández Wohnsiedler, prólogo de Ramón Losada Aldana y Cronología de Rodrigo Navarrete, convirtiéndolo en una rferencia bibliográfica imprescindible en el actual debate de ideas al que debe convocarnos –una vez más- el desarrollo de la Revolución Bolivariana y Chavista.
Las sociedades divididas en clases siempre han engañado a los dominados. Incluso, podemos decir que en el esclavismo y el feudalismo la carga de dominación mediante la ideología fue bastante determinante para la opresión. En la sociedad de los burgueses les ha sido suficiente con las relaciones de producción, donde la explotación “del hombre por el hombre” crea una nueva relación de opresión en la que se pudiese prescindir del dominio ideológico. Sin embargo, no lo hacen. La burguesía arma su superestructura y recurre a lo que Louis Althusser llamó “los aparatos ideológicos de Estado”.
Confesar nuestros fines, los objetivos de clase del proletariado, es decir y hacer para acabar definitivamente con el capitalismo. Es actuar en concordancia con una revolución que está pensada para darle paso al socialismo y “destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada (burguesa, de los medios de producción) existente”. Es la misma confesión invocada por Marx y Engels en el Manifiesto cuando resaltan como objetivo inmediato la “constitución de los proletarios en clase, (el) derrocamiento de la dominación burguesa, (y la) conquista del poder político por el proletariado”.
La Revolución Bolivariana, digna heredera del legado teórico de Marx y Engels, es socialista, tal como se asumió explícitamente en la voz y liderazgo del Comandante Hugo Chávez en varias oportunidades y, explícitamente a partir del año 2006. La Revolución Bolivariana se propuso en los primeros cinco objetivos generales de su Plan de Gobierno (2013 – 2019), construir la Patria Socialista como paradigma de una nueva sociedad no capitalista, no de explotación y sí de igualdad, independencia, libertad y justicia, de cara al interior de Venezuela, pero también de Nuestramérica y del mundo, incluyendo las relaciones con la naturaleza y la salvación del planeta.
Hoy, cuando se inaugura una nueva era para la Revolución Bolivariana y Chavista, con la asunción del período constitucional de Gobierno 2019 – 2023, con el presidente Nicolás Maduro al frente, asumir el debate de ideas como parte de la necesaria construcción teórica de nuestras fortalezas y tomar este pequeño folleto del Manifiesto Comunista, como una obligatoria referencia, es un reto que nadie debe eludir.
Es la hora de colocar, definitivamente, al proletariado a la cabeza y como protagonista de esta hermosa gesta que comienza por vencer el cerco y boicot contra Venezuela, por vencer la guerra económica y la hiperinflación inducida, por vencer la guerra mediática y por abrirnos caminos hacia la Patria posible y nueva.
Ilustración: Xulio Formoso