«Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida». Este proverbio chino se ha modificado con algunas variables según el país en que se use, pero siempre manteniendo el mismo significado: enseñar el valor del trabajo para procurarse el alimento. Pero no sólo de pan vive el hombre, este proverbio y su enseñanza aplica para casi todas las cosas de la vida en las que un ser humano debe esforzarse para lograr un objetivo, sin la intervención de otro.
Nuestros hijos crecen bajo nuestra protección, eso es innegable. Pero muchas veces queremos protegerlos tanto que terminamos viviendo nuestras vidas en la que les pertenece a ellos. Muchos padres llegan a ser tan injerencistas en los asuntos de sus hijos, que no les dejan espacio para el ensayo y el error, lo cual constituye un grave problema para el desarrollo de los pequeños, que de grandes no tendrán las herramientas para valerse por sí mismos.
Por el contrario de lo que muchos padres piensan, los problemas de los niños son muy complicados y su solución no es nada fácil para ellos. Recordemos que no tienen experiencia, que están conociendo el mundo y su gente y que todas esas novedades se les presentan como hechos sumamente complejos, que necesitan de nuestra orientación, pero no requieren que sean resueltos por nadie más que por ellos mismos.
En nuestra tarea como orientadores, podemos ayudarlos realizando algunas estrategias disfrazadas de juegos, donde los niños sean capaces de reconocer y finalmente solucionar sus conflictos:
- Enséñale cómo reconocer un conflicto
- Permite que exprese cómo se siente. Aliéntalo (a) a hacerlo
- Permite que escuche y trate de entender la otra parte, el lado opuesto
- Ayúdalo a pensar en posibles soluciones. Deja que el niño o niña las proponga
- Oriéntale en la escogencia de la solución más adecuada. Es preferible que los pequeños se den cuenta de cuál es esa solución, sino, persuádelos un poco.
Los beneficios
Enseñar a nuestros hijos a resolver sus asuntos sin mayor intervención de un adulto, permite que los chamos desarrollen sus habilidades de socialización, aprende a escuchar otras opiniones, a negociar si es necesario y a establecer empatía con otros. Además, un chamo que aprende a solucionar sus problemas está preparado para tomar decisiones que irán creciendo en importancia para su vida, importante herramienta que les proveerá de un sólido temperamento para enfrentar dificultades.
De nuestra paciencia y puesta en práctica de estas sugerencias, dependerá que nuestros muchachos logren un mejor desempeño en cualquier actividad de su vida cotidiana. Acompañemos todo el proceso con mucho amor y ternura, para que el complemento emocional logre sellar el aprendizaje en el corazoncito de nuestros seres más preciados.