Festival de Teatro: ¿Y después qué?

Festival de Teatro
Obra: No daré hijos, daré versos.

Un Festival de Teatro. Y después esto, ¿qué? Ha sido notable cómo la crisis impactó en el teatro venezolano: desaparecieron los grandes montajes, no hay inversión para presentar propuestas nuevas e innovadoras a un ritmo constante y muchos de los grandes talentos se fueron del país porque al final, tampoco es que uno solo vive por el simple amor al arte.

Mucho he comentado esto en mis publicaciones anteriores, pero detrás de todo el caos económico y de la escasa inversión se esconde una realidad innegable: la falta de identidad cultural. Aunque tampoco es que el público venezolano ha sido muy teatrero de toda la vida, sí se nota la caída.

En los próximos días Caracas se convertirá en el «Escenario de encuentro» por el inicio del Festival Internacional de Teatro Caracas. En Venezuela, a pesar de que aún se hace teatro, ya se consolidó la idea de que esta expresión artística está en crisis. Hay una carencia tanto de propuestas y de público. He sido en varias ocasiones uno de los pocos espectadores que ocupan una butaca en cualquier montaje realizado hasta en los mismísimos teatros Municipal y Nacional, dos de los más importantes de la ciudad.

Este fenómeno no ocurre solo en Caracas, sino que también se hace evidente en otras de las principales ciudades del país. Lo que sucede en torno a los festivales y al teatro convencional es que el primero está subsidiado por el Estado y en el otro no. Es común que en estos eventos realizados por el Gobierno haya público «de sobra», y es razonable porque los boletos son asequibles para un porcentaje importante de la población y cuentan con la promoción y divulgación de dichas actividades a través de diferentes medios. Existe una ventaja grandísima, y claro, se trata de un festival, pero después de esto ¿qué nos queda?

Siempre los resultados parecen indicar que finalmente el teatro venezolano encuentra su punto de partida, pero ya han pasado varios años desde que se realizaron los primeros festivales y la espectacularidad y lo fantástico no ha sido de mucha ayuda. Por supuesto que el teatro es un lugar de encuentro para los venezolanos, porque de alguna u otra forma hace que convivamos sin recaer en las diferencias. Sobre todo, cuando abordamos el tema de un país sumamente polarizado y en las condiciones tan sensibles en las que vivimos actualmente.

Existen muchos grupos que se quedan varados en pleno camino al intentar desarrollar y presentar alguna propuesta. Quienes pueden tener un poco más de «éxito» en taquilla son los grupos teatrales consolidados y los actores y actrices de renombre que captan a un mayor público. Sin embargo, me atrevo a decir que se tratan de obras, en grandes casos, carentes de un trabajo artístico e interpretativo. Se han visto en los últimos años shows de desnudos, sexuales. Eso es lo que vende y más si los chamos que allí se presentan están buenos y las chamas están explotadas. ¿Qué es todo esto? Shows llevados al teatro porque son lo comercial. Y de alguna forma tienen que recuperar todo lo que invierten, ¿no? Igual con esto no justifico el hecho de que no haya algo más trascendental.

Están también los que tienen que partir de cero y tienen propuestas grandiosas, pero deben recurrir a sus propios medios y tocar muchas puertas para conseguir, por lo menos, algún patrocinante o financiamiento y realizar el montaje. Grupos que apenas están surgiendo y ya corren el riesgo desaparecer. Porque hasta las buenas escuelas de formación parecen haber quedado en el pasado.

La inversión por supuesto que es fundamental e indispensable. En meses pasados asistí al Microteatro y vi una propuesta súper interesante, artística, bien conformada, la escenografía creativa, necesaria, pero trataba acerca de las protestas desarrolladas el año pasado en el país. La sala, como era pequeña, estaba completamente llena y estoy seguro de que como a mí, a todos los demás también se les revolvieron las emociones con las actuaciones de los actores que estaban en escena. ¿Esta propuesta pudiera presentarse en el teatro Municipal o quizá en el teatro Bolívar? Habrá que ver cuántas vueltas hay que dar.

El teatro venezolano aun está muy joven. De eso no hay duda alguna. El desarrollo de las artes escénicas en el país aún es incierto. Todo esto que planteo en esta entrada es solo un eslabón en el largo camino de la búsqueda de identidad, que no sabemos cómo encontrarla; lo que sí tengo bastante claro es que el Estado debe ser el principal impulsor y promotor del  crecimiento no solo teatral, sino de todas las artes en general -además de las áreas que le corresponden-. Y esto no se trata únicamente del financiamiento. A pesar de que se han recuperado varios teatros y salas, todavía falta la creación de más infraestructuras y continuar con el mejoramiento de tantos otros espacios, y contribuir en la formación de los artistas. Y aunque el epicentro es Caracas, este espiral recoge todo el país.

Del éxito de cultural depende que resurja el emprendimiento y el crecimiento del teatro nacional, las artes dramáticas venezolanas y dejen de ser los que han sido hasta ahora: un cúmulo de intentos fallidos. Mientras tanto, invito a mis lectores a contribuir dentro de sus posibilidades y, más que apoyar, apostar por lo que se hace en el país. Y de verdad, vale la pena. Hay talento y no podemos dejar que el puro desánimo y la indiferencia de los demás nos lleven con ellos.

Por mi parte, me uno a ese «Escenario de encuentro» para disfrutar de las obras que escogí y cuyas entradas ya tengo en mis manos, en su mayoría. Aprovecho este espacio para mencionarles el trabajo que realizó nuestro compañero José Leonardo Riera Bravo, quien también escribe para esta página, en el Festival Internacional de Teatro de Caracas con la obra ‘Si me riera bravo‘, a la que los invito para que compren sus entradas y asistan. ¿Sí ven que hay talento? ¡Nos estamos leyendo!

@Luisdejesus_