No espero hasta que se dispute la última medalla de los Juegos Bolivarianos para hacer una breve reflexión del evento, ya que así Venezuela las gane todas, esto no cambiará el cuadro dramático de unos números de escándalo.
Antes de que los juegos lleguen a la raya de la Clausura, Venezuela lleva 94 medallas de oro, una cifra que se encuentra en el renglón de los cálculos de los planificadores de la delegación, quienes establecieron una banda entre las 85 a 100 de oro.
¿Pero es esto un éxito? ¿Puede Venezuela y su dirigencia respirar de alivio porque atinaron el saldo final de la actuación del país en Santa Marta 2017?
Señores, horas antes del cierre formal del evento, Venezuela cuenta con 97 de oro y Colombia con 210: es decir, nos doblaron. Desde 2013 hasta 2017, el vecino país pasó de 5 a 113 medallas de oro de ventaja.
Que si Colombia suprimió algunos eventos y colocaron otros en los que son superiores: es cierto. Que si Colombia operó por medio de árbitros para perjudicar a Venezuela: es cierto. Que los anfitriones se propusieron ganar los juegos como sea: es cierto, pero ¿acaso toda reflexión pos juegos se despachará con estas razones y nos quedaremos conformes?
¿Acaso han pensado cómo se mastican 113 medallas doradas de diferencia y pretender que no pase nada en el ámbito de nuestro deporte?
¿Nos vamos a conformar con solo leer y escuchar que Colombia nos ganó con una operación inmensa e implacable de ventaja a la cual asistimos con la resignación de que llevaríamos “coñazos” hasta en la cédula?
Cuando pasemos este trance, en vez de decantarnos por la sospecha histórica de endosar nuestros males a la actuación perversa de nuestros vecinos, la dirigencia deportiva nacional deberá sentarse con cabeza fría y la mano en el corazón para internalizar qué estamos haciendo mal y que están haciendo bien los colombianos.
El éxito en el deporte no se decreta con consignas. Los atletas no entrenan con promesas y las medallas no se ganan con el consuelo eterno de que somos por siempre la generación de oro. Si eso alguna vez funcionó, ya dejó de hacerlo hace rato.
Nuestros vecinos, con menos fanfarrias y con poco papelillo, han conseguido un desarrollo en el alto rendimiento que es incontestable, y la comprobación de ello es el éxito actual en el deporte internacional y en los dos últimos juegos olímpicos.
Yo no tengo nada que reprocharle a los atletas, pues han hecho un esfuerzo heróico para representar al país en condiciones adversas. Llegaron a Santa Marta luego de dos días de viaje en autobús desde Caracas y compitieron a pesar del rigor de un clima insoportable de casi 40 grados de temperatura y 82 por ciento de humedad.
Muchos de ellos entrenaron en el país sin contar con las mejores condiciones para hacerlo y sin la suficiente preparación en el extranjero para sostener un roce internacional que los mantenga a niveles de la alta competencia. A pesar de eso ganaron en lucha, judo, esgrima, voleibol de playa y cancha, la natación, las aguas abiertas, el softbol femenino, entre otros.
Con estos Juegos Bolivarianos en Santa Marta, Colombia no solo confirma el inicio de una nueva hegemonía en este evento que Venezuela acaparó durante 13 ediciones consecutivas sino que también le cuelga a nuestro país una ventaja de más de cien medallas de oro y al mismo tiempo se convierten en la primera delegación en toda la historia de los juegos que supera el tope de las 200 doradas ganadas.
¡Tremendo porrazo en Colombia!
DesdeLaPlaza.com/Carlos Arellán Solórzano