¿Por qué nos importan tanto los músicos, cantantes, artistas e iconos del espectáculo? Quizás porque son parte de nuestra vida aunque no tengamos tanta conciencia de ello la mayoría de las veces. Amamos a perfectos desconocidos, nos despiertan emociones, avivan recuerdos, confortan nuestros corazones, tal vez por eso el cine se encarga de explicar (o al menos lo intenta) las vidas de estos extraños a los que llamamos ídolos, leyendas, íconos, estrellas, de un cielo que no siempre está bien iluminado.
El documental indaga sobre la realidad, trabaja con personas de carne y hueso, trata de plantear preguntas, aunque muchas veces no se obtengan respuestas y expone una visión de estos personajes que muchas veces no se parece en nada a la imagen que nos hemos hecho de ellos.
El documental “Amy” (2015), por ejemplo, dirigido por Asif Kapadia, retrata la existencia errática de la cantante inglesa Amy Winehouse. El tono de la cinta es objetivo porque cuenta con precisión los vericuetos de una existencia marcada por la música, la creatividad, pero también por las carencias emocionales y las relaciones tóxicas.
Lo más impactante del documental de Kapadia es la forma en que desglosa cada episodio de la vida de Amy, su tratamiento incisivo al exponer los pequeños detalles que conforman su existencia, esos que vistos al descuido podríamos pensar que no importan, que no suman, que no tienen nada que ver con la construcción de un destino, pero cuando los colocas todos juntos sirven para armar el rompecabezas de un alma desdibujada y triste.
Amy Winehouse estaba sola, ni siquiera tenía a la música, sus vicios acabaron con todo lo que en ella era bello y valioso. Según el documental, su familia, específicamente su padre, se encargó de romperle el corazón y utilizarla para lucrarse económicamente. Su pareja fue la peor compañía posible y sus amigos no pudieron hacer nada por ella.
Aunque no todo es triste, pues en “Amy” podemos asistir a la belleza y la creatividad desbordada de un alma original y a la construcción de una carrera breve, pero que impactó positivamente la vida de la propia Amy, su entorno y a su público en todo el mundo.
La cinta refleja su gran talento y la expresión de su arte a través de la música, pero sobre todo es un testimonio de la belleza de un alma que no supo adaptarse y permanecer cuerda en este mundo a veces artero y ruin donde sobreviven los más cínicos.
Una pieza similar es “Whitney: Can I Be Me” (2017) documental dirigido por Nick Broomfield y Rudi Dolezal, el cual relata la vida de la cantante norteamericana Whiney Houston enfocada en una época específica de su carrera, una gira de conciertos y el impacto que tuvo en su trágico desenlace.
El documentalista, además de exponer sus relaciones familiares, su formación artística y los grandes momentos de su carrera, insiste en escarbar en el rumor sobre la supuesta homosexualidad de la cantante y su relación con su amiga de la infancia Robyn Crawford. También dibuja un retrato íntimo sobre su matrimonio y el destino trágico que traería consigo esa unión con el cantante Bobby Brown.
“Whitney: Can I Be Me” (2017) es un testimonio sobre la música, la importancia del amor y la cordura en aquellos que parecen tenerlo todo.
Más allá de su final, las historias tienen un valor y una belleza que quizás nunca podremos entender. Esa idea subyace en esta cinta sobre una de las mejores voces de todos los tiempos, su pasión por la música, sus equivocaciones y su humanidad sin máscaras ni poses.
En estas películas la música sirve de puente para investigar y tratar de entender el carácter de dos artistas que entregaron una gran obra a la posteridad, pero vivieron casi toda su vida con las manos vacías.