“El Inca” es la candidata de Venezuela para buscar la nominación del país en el Óscar como mejor película en lengua extranjera. La noticia apareció esta semana en todos los medios.
No he visto “El Inca”, así que no puedo juzgar si tiene o no tantos méritos para haberse impuesto entre todas las películas estrenadas este año y competir por un galardón tan importante, sin embargo, el hecho de que haya sido seleccionada me despierta incontables inquietudes.
La película de Ignacio Castillo Cottin está prohibida en el país por una medida cautelar del Tribunal Supremo de Justicia. Aclaro que esa prohibición me parece absurda, en mi opinión no existe ni una sola razón para censurar o dejar de exhibir una película. Más allá de los argumentos de los familiares del personaje público en el que está basada la cinta o el criterio de las autoridades, el cine debería ser siempre un recinto donde impere la libertad de sus creadores.
Un filme debe defenderse o hundirse solo, si trata de manchar la honra de un personaje, si lo utiliza o pisotea, será rechazado por el público. No exhibirlo es otorgarle una importancia que quizás no tiene.
No obstante y más allá de ese tema, el hecho de que esta película haya sido elegida para representar a Venezuela como posible candidata a mejor película en lengua extranjera, me parece una decisión que tiene mucho que ver con motivos extra fílmicos.
En nuestros tiempos, mucho más que en otros, el escándalo vende y todo el remolino que ha causado prohibir la exhibición de la película a nivel nacional, ha permitido que la cinta cobre una importancia que tal vez no merece.
Insisto en que no he visto “El Inca”, no he podido verla, por lo que no sé si vale tanto como para ser calificada como “la mejor película hecha en Venezuela” este último año, porque supongo que la candidata de Venezuela para representar al país en un premio tan importante como el Óscar debería ser la mejor.
No la he visto, pero sí tuve la oportunidad de disfrutar de cintas como “Tamara” de Elia Schneider, una película sin desperdicio, realizada con altos estándares de calidad en todos los aspectos. El año pasado, la encargada de representar al país para optar por la nominación, fue la premiada cinta de Lorenzo Vigas “Desde allá”, la cual tenía un apoyo mayoritario de la critica y el público no solamente en Venezuela. En ese caso, sin importar que pienses de la película, era comprensible que hubiese sido elegida para optar por una nominación del máximo galardón del cine mundial.
Este año la situación es totalmente diferente.
¿Bajo qué criterios se escoge la película candidata al Óscar por Venezuela? ¿Se busca la calidad? ¿Se premian las buenas actuaciones? ¿Se toma en cuenta su temática? o ¿se elige a dedo alguna cinta como una estrategia para despertar la polémica y usar elementos extra fílmicos que permitan obtener un galardón?
Particularmente, en este caso, me parece que las situaciones extra fílmicas en las que se encuentra envuelta la película han sido predominantes a la hora de elegirla como posible representante del país en el Premio de la Academia. Eso me parece deshonesto.
Afortunadamente siempre he pensado que los premios no son un termómetro de la calidad.
Tal vez estoy equivocada, los invito a reflexionar para que lleguen a sus propias conclusiones.