Que Julio Borges figure como uno de los instigadores del terrorismo imperial contra la República Bolivariana de Venezuela, no debe extrañar a nadie. Las medidas dictadas el 25 de agosto por Donald Trump contra todas y todos los venezolanos (chavistas y no), tienen en tan siniestro personaje uno de sus solicitantes primarios. Algunas de sus actuaciones públicas, desde hace años, dibujan claramente el talante -pobre y triste- de quien no oculta su ánimo de hacerse con el poder a como dé lugar. La historia (el área más oscura de la historia), le reservó un puesto.
Vayamos al año 2002. Hasta el último minuto de su vida, arrastrará el pesado fardo de haber protagonizado el golpe de Estado contra la Revolución Bolivariana direccionada por el Comandante Hugo Chávez. Para quienes no lo recuerden, apelen al video que con buena calidad aún permanece en internet. Solo alguien tan caradura como él, puede negar –como en efecto lo ha hecho- aquella incursión delincuencial. Al pelo le queda aquel refrán según el cual, aunque te vistas de seda, mona te quedas.
Luego, en otros ámbitos de actuación pública, igual ha dejado mucho que desear. En 2011 por ejemplo, cuando apenas se estrenaba como diputado electo, tuvo el descaro malandrín de amenazar al entonces presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Soto Rojas. En el estrado, apuntó el dedo índice de su mano derecha contra el rostro del honesto y experimentado luchador quien solo por ser un caballero, prefirió dejar las cosas de ese tamaño. Otro, en su lugar, le hubiese tatuado un moretón eterno en el medio de las cejas.
Posteriormente, el mismo año en una conducta abiertamente misógina, actuó contra la también parlamentaria Iris Varela quien al contrario de Soto, sí le cantó sus merecidas cuatro estrofas contrarrevolucionarias.
Borges encabezó, con su cara bien administrada, los llamados subversivos contra la democracia venezolana. Recordamos, de forma puntual, uno de ellos en abril del año 2016. Esa vez, usando un melodrama baratón, convocó al desconocimiento de los poderes constituidos y a la toma de las calles como quedó registrado en este espacio.
En más de una ocasión, valido de su condición de asambleísta, se le apreció violentando las medidas de seguridad dispuestas por efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana y la Policía Nacional Bolivariana en abiertos actos de provocación y desafío a la autoridad. De allí que el Poder Popular haya aplaudido la reacción que hacia él, emanó del coronel Vladimir Lugo al impedir que Borges ingresara ilegalmente al espacio que en la AN es custodiado por el Ejecutivo Nacional.
Obviamente, acá no podremos describir de forma total el infame expediente del sujeto de marras. No obstante, lo poco acá asomado potencia nuestra percepción inicial: para nada nos resulta ajeno su condenable accionar contra la nación.
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