Melitona Enrique era una Qom que nació el 16 de enero de 1901, en el paraje de El Aguará en Chaco Argentina. En esa región, principalmente productora de algodón, existían colonias muy próximas entre sí. Napalpí, El Aguará y Machagaí, Quitillipi (éstas tres últimas son las únicas que existen en la actualidad). Napalpí dejó de existir prácticamente en 1924 después de la masacre y en el transcurso de los años, el gobierno fundó en el paraje lo que hoy se conoce como Colonia Aborigen.
Era época en que los únicos trabajos posibles eran la cosecha, algodón en Chaco, tabaco en Salta, caña de azúcar en Tucumán. Las familias se movilizaban enteras para trabajar en las cosechas, de ese ir y venir les dieron su nombre, que aún perdura, habitantes golondrinas.
Fue en ese peregrinar entre cosecha y cosecha que Melitona llegó a Napalpí con su familia, tenía 23 años, corría el año 1924. Napalpí era una colonia aborigen (cuyo nombre en castellano significa cementerio) en donde había plantaciones de algodón de la misma reserva. En el lugar se trabajaba levantando el algodón que luego era vendido obligatoriamente a la empresa algodonera con capitales ingleses que imponían el precio.
Fue ese año que los patrones, apoyados en el gobierno, pensaron que era mucha la plata que se les pagaba a esos indios de porquería, que no les hacía falta tanto. Les impusieron una quita obligatoria gratis del 15% y el resto se lo pagaban a menor precio del estipulado.
Los cosecheros protestaron, algunos propusieron marchar, dejar la zona e irse a Salta que ya había empezado la cosecha de tabaco y pagaban mejor. Pero no. Los empresarios en conjunto con la policía hizo un cerco. Nadie salía de Napalpí, nadie se iba sin terminar la cosecha y a lo que se pagaba. Empezó la revuelta pacifica, no tenían armas, no las querían. Querían que les pagaran mejor. Tobas, Mocovies y algunos criollos que vivían en el lugar se reunían para negociar.
Y cada vez eran más. Hasta que empezó a correr un rumor, rumor lanzado por los mismos empresarios-colonos: se venía el malón (forma de ataque de los pueblos originarios). Tanto fue el rumor que el miedo, tan fácil de tener y tan difícil de perder, se hizo carne en la población blanca de la zona.
Negociaciones, palabras, muchas palabras y nada. Melitona estaba con su familia en Napalpí, se habían reunido porque supuestamente ese día se iba a negociar. No fue así, Los policías y los civiles los rodeaban con fusiles. Un avión biplano sobrevolaba el lugar. De repente los disparos. Un tío de Melitona la toma de la mano y la arrastra al monte. Melitona era flaca, iba arrastrando ente espinas, ramas, piedras que la golpeaban, que la lastimaban. No importaba, la muerte no perdona.
Su madre herida de bala iba corriendo a su lado. No pudo. Murió desangrada. Su tío la siguió arrastrando.
Escaparon como pudieron y llegaron a Quitillipi, ahí el tío le dijo una frase que por muchos años se encarnó en su mente y su corazón: “El silencio es salvación y el olvido eternidad”. En Quitillipi estuvieron un tiempo. Cosecharon algodón, leña, hacían ladrillos en los cortaderos, se llenaban el alma de astillas, de espinas para que el dolor apague el otro dolor. En el camino murieron, hermanos, abuelos, tíos. Hasta que llegó a El Aguará. Y allí con un silencio y un olvido que se le había hecho carne, vivió. Conoció el amor, se casó, tuvo doce hijos, que heredaron el silencio y el miedo. Y vivió, como si tuviera que esperar algo para morir. Ese algo llegó. Melitona rompió el silencio y habló, y el horror salió a la luz. Toda la muerte, toda la masacre, tanto dolor y Melitona calló. Corría el año 2008, era enero y en la plaza de Machagay el gobierno le pedía perdón a Melitona y le regalaba una casa. Quizás eso fue lo que esperaba, en noviembre de ese año cerró los ojos para siempre. Sus muertos resucitaron en la memoria de la historia.
Todos los hechos de Napalpí fueron recogidos y dados a conocer por el periodista Pedro Jorge Solans, que con los mismos editó el libro Crímenes de Sangre (Los intereses ocultos que existen detrás del genocidio aborigen en Chaco) Colección Napalpí. Ed. Librería de la Paz. De dicho libro y páginas web, surge el libro Sangre de Quebrachal, Historía de las masacres de Napalpí y Rincon Bomba. Luzbelito Ediciones, y que se puede descargar en forma gratuita. De ese libro es el poema homenaje a Melitona Enrique.
7 El tiempo no cicatriza
.
Melitona tenía
veintitrés años,
muchos sueños
y mucho hambre.
.
Escapó por el monte,
se refugió en su flacura.
Melitona
se esconde
en los quebrachos.
.
Melitona
se oculta
en el silencio
y en el miedo.
.
Melitona
guarda la verdad
en un cuarto
de su corazón.
.
Melitona
esperó para mostrar
al mundo el horror.
Como si todo
tuviera sentido
cuando contara
lo ocurrido.
.
Melitona vivió mucho,
ciento siete años
dicen los papeles.
Muchos más
de dolor y silencio.
.
Hasta que Melitona habló,
tanta angustia, tanto terror.
Palabras como balas
contra un enemigo
escondido en la memoria,
escondido en las normas
y buenas costumbres.
Contra un enemigo vivo,
demasiado vivo
para sus palabras balas.
Y el horror se conoció
y Melitona calló.
.
Flores nacidas en el siglo
para la joven que escapó
de la muerte.
Flores para Melitona
en el recuerdo y en el dolor.