Como parte de la orquestación de informaciones sobre las recientes marchas opositoras en Venezuela se hicieron virales las fotografías de dos manifestantes en situaciones particulares en lo que respecta al modo de la protesta, una mujer mayor y un joven desnudo, ambos ante tanquetas antimotines de la Guardia Nacional Bolivariana, cada cual en momentos distintos pero semejantes gráficamente con dos hechos simbólicos de protesta y guerra que los medios han posicionado para mostrar la “realidad” en Venezuela: el “hombre del tanque” en la plaza de Tiananmen, en China y la niña Phan Thi Kim Phuc, en Vietnam.
El miércoles 19 de abril una mujer mayor se acercó a unos vehículos antimotines de la GNB en la autopista Francisco Fajardo sentido oeste, a la altura de El Recreo, y presuntamente “impide” el avance de una tanqueta al permanecer frente a ella hasta que es desalojada por efectivos de la guardia; el día después, jueves 20, en la misma vía a la altura de El Rosal un joven desnudo se acerca al piquete antimotines donde profiere algunas palabras y llega a caminar sobre la carrocería de un tanqueta hasta que también es retirado del lugar.
Ambos momentos fueron “capturados” por las cámaras de los reporteros gráficos, les tocó luego a las agencias de noticias, medios digitales y redes sociales hacer lo propio, con líneas informativas que dieron tratamiento a las fotos como “íconos de la resistencia”, matizadas con textos sobre el desconocimiento del paradero de ambos manifestantes, sin una denuncia formal que confirme dicha desaparición.
Hay el consenso de que la fotografía periodística tiene la facultad de informar más rápidamente sobre un acontecimiento que un texto escrito, considerando que así como la redacción de una información es resultado de la subjetividad del periodista, está la condición subjetiva del fotógrafo para captar la realidad, elegir el encuadre, momento y composición.
La fotografía también cumple con los atributos necesarios para ser usada por los medios como un recurso de propaganda y manipulación, precisamente porque el lente de la cámara apunta también hacia la emotividad del receptor, a su sensibilidad.
Información fotográfica dirigida
Históricamente hay ejemplos del uso de la fotografía como información dirigida e instrumento de desinformación, especialmente para la manipulación política de la guerra. La de Crimea en el Mar Negro (1855), encabezada por los imperios británico y ruso, fue el primer evento bélico conocido con registro fotográfico, el cual se percibió a través de dos visiones editoriales, las fotos de William Howard Russel, quien retrató los horrores para el Times de Londres que conmocionó a la opinión pública, y las encargadas por el gobierno británico a Roger Fenton, con la línea informativa de hacer un registro que mostrara únicamente a los soldados en el campo, sin hechos violentos, para aliviar el efecto generado en el pueblo.
En el libro La fotografía como documento social, Gisèle Freund relata que en la Segunda Guerra Mundial tanto la prensa alemana como la de los aliados publicaron gráficas estimulantes para cada bando. Por su parte la revista Life publicó aquellas que no perjudicaran a las potencias del Eje. “El adoctrinamiento de los propios fotógrafos eran tan fuerte que estaban persuadidos de luchar por una causa justa censurándose a sí mismos”, en tal sentido la línea informativa era “demostrar que nuestra manera de pelearnos era limpia”.
Otro método de la información dirigida empleando fotos se uso en 1973, en Chile, a un mes del Golpe de Estado contra Salvador Allende, cuando el diario El Mercurio, publicó una gráfica de un cortejo fúnebre que transitaba frente al Palacio de la Moneda, un mensaje dirigido que se anticipaba al desenlace de la conspiración contra el líder socialista.
Del hecho al cliché
Cuando la guerra se hizo impopular los fotógrafos comenzaron a denunciar las atrocidades de estos conflictos, como ocurrió con la foto de la niña de nueve años que huye llorando víctima de las quemaduras del napalm en una carretera de Vietnam del Sur el 8 de junio de 1972.
“Se publicó en el mundo entero y despertó en todas partes el horror y el odio a la guerra, evocación infinitamente más intensa que las docenas de páginas que hubieran podido escribirse sobre ese tema”, relata Freund sobre la gráfica ganadora del Premio Pulitzer.
En diciembre de aquel año Life reseñó esta foto de Nick Ut (Asociated Press) como una de las más memorables del año y para atenuar el impacto del hecho la revista publicó otra fotografía a color de la niña, quien presuntamente había sanado luego de 15 semanas, ya asistía a su escuela y su casa había sido reconstruida, sin embargo, “La imagen de Phan Thi Kim Phuc, arrancándose su ropa en llamas y corriendo desnuda por una carretera, se mantendrá grabada para siempre en la memoria de quienes la hayan visto”.
Otra gráfica popularmente conocida es de 1989, cuando en las protestas de la plaza Tiananmen, en Pekín, un hombre, supuestamente de nombre Wang Weilin, reta a una columna de 25 tanques impidiéndoles el paso, imagen que fue primera plana en periódicos del mundo, divulgada por medios audiovisuales y capturada por los fotógrafos Jeff Widener (Asociated Press), Stuart Franklin (Time) y Charlie Cole (Newsweek), quien ganó un World Press Award.
Luego de interceptar los blindados el hombre se sube al tanque líder y conversa con el soldado hasta que es retirado del lugar por los mismos civiles, sin embargo, la imagen que quedó fue empleada como símbolo, más que de las protestas estudiantiles contra el gobierno chino, de las luchas liberales por la libertad promovidas por los gobiernos occidentales y aún hoy los medios hablan del “rebelde desconocido”, de quien según no se sabe si fue arrestado e incluso refuerzan la idea de su desaparición.
Lo que en fotografía puede llamarse el “momento”, en comunicación no podría llamarse “casualidad”, por ello llama la atención que las fotos difundidas por los medios nacionales y extranjeros los días 19 y 20 de abril, con la señora ante el blindado y el joven desnudo en la autopista acoplen al modelo de las gráficas de Tiananmen y Phan Thi Kim Phuc, respectivamente, con una semejanza en escena y tema, que las integra en un arquetipo: la rebelión y la guerra.
El arte de la percepción y la guerra
El filósofo ruso Max Black, en su ensayo “¿Cómo representan las imágenes?” incluido en Arte, percepción y realidad explica cómo una imagen puede representar un tema en específico y usa como ejemplo el óleo de Emanuel Gottlieb, Washington cruzando el Delaware (1851), el cual retrata un evento histórico, es decir un hecho que en realidad ocurrió y que el autor trabaja como tema convirtiéndolo en la “escena original”. Sobre esa base sostiene que si se pintara un cuadro sobre “Hitler cruzando el Hudson”, no hay un hecho real que lo sustente pero sí se estaría trabajando el mismo tema, que finalmente es el contenido, lo que se quiere transmitir y no la veracidad del acontecimiento.
Al hacer este ejercicio con las fotos referidas, las escenas originales serían las gráficas del “rebelde desconocido” y Phan Thi; y su correlato son las fotos de la señora apodada “Libertad” y el joven desnudo, eventos que en ningún momento se les niega haber ocurrido pero que por su manejo y mediación por parte de los comunicadores en la cadena de producción, desde el reportero gráfico hasta los medios, al componerlas buscando emular las escenas originales terminan siendo fotos preparadas, que luego serán matizadas en la llamada “postverdad” de las redes sociales.
Son utilizadas como “ícono de resistencia” por los medios al tomar en cuenta los atributos de los actores que intervienen en el hecho, portadores a su vez de símbolos: una mujer adulta, con la bandera de Venezuela, sola, enfrentándose a un blindado y un joven desnudo extendiendo los brazos, con una Biblia en la mano, que se sube a otro carro blindado pidiendo la “paz”.
La postverdad, que sumerge a los acontecimientos bajo el mar de rumores, contenidos y opiniones en redes sociales se ha encargado de hacer el resto en conjunto con la edición de periódicos y medios digitales, las leyendas, “fotos referenciales”, textos y títulos que distorsionan la verdad de los hechos.
Los mensajes en Twitter, Facebook e Instagram, refieren que los protagonistas de las fotos, están desaparecidos, que el joven estaba herido, que la señora fue detenida, cuando en ninguna de las secuencias fotográficas hubo registro de acciones de este tipo por parte de las autoridades, ni hay denuncia alguna al respecto.
Los medios hicieron lo propio con titulares, “Lo que se sabe de la mujer que paró un tanque durante las protestas en Caracas” (La Nación, Argentina), “Un hombre desnudo pide en Venezuela: ‘No lancen más bombas’” (El Espectador, Colombia), y declaraciones hiperbólicas como la del reportero gráfico, Régulo Gómez (La Patilla), autor de las fotos entrevistado por la televisora colombiana NTN24, ―disponible en Youtube― donde afirmó que la señora fue bombardeada durante 10 minutos con 30 bombas lacrimógenas que lanzó el blindado, no obstante, sobrevivió al gas y tuvo que ser obligada a irse del lugar por 10 efectivos que la subieron a una moto.
Como parte de la guerra simbólica las fotografías de este tipo buscan orientar la percepción de la opinión pública nacional e internacional respecto a la «represión» en Venezuela mediante la subjetividad de quienes las producen y divulgan, valiéndose de lo que dice Susan Sontag en Sobre la Fotografía, cuando señala que “La necesidad de confirmar la realidad y dilatar la experiencia mediante fotografías es un consumismo estético al que hoy todos son adictos”, así sean evidentes en el tratamiento de las informaciones la serie de clichés, mediaciones, entornos verbales y propaganda mediática que convierten a los hechos en pseudoacontecimientos.
DesdeLaPlaza.com/Pedro Ibáñez