Pareciera que por primera vez en muchos años Estados Unidos es su propio escenario de confrontación, en esta oportunidad de una batalla legal entre el presidente Donald Trump y los tribunales federales de los estados de Washington y Minnesota, luego de dictar la orden ejecutiva el pasado 27 de enero que prohíbe la entrada de inmigrantes provenientes de siete países musulmanes, así como refugiados del mundo entero, veto migratorio que inició un «toma y dame» con la crítica de la entonces Fiscal General, Sally Yates, cuyas declaraciones le costaron el cargo, posteriormente la suspensión de la ley por parte del juez federal de Washington, James Robart, decisión ante la cual el Gobierno presentó una apelación que a su vez fue rechazada por la Corte de Apelaciones y que posiblemente ahora sea elevada a la Corte Suprema.
Al margen de la disputa, dicha medida plantea una vez más la reflexión sobre cuáles son las verdaderas causas y condiciones de la migración hacia EEUU, qué es lo que en verdad ofrece la “tierra de las oportunidades” y si la directiva de Trump, con su promesa de un muro en la frontera con México, es la expresión de una latente xenofobia que responde a un fenómeno históricamente causado por los mismos gobiernos del país norteamericano.
Luis Britto García, en conversación con Desde La Plaza, resalta distintos aspectos que deben considerarse para comprender este fenómeno, cuyo problema fundamental es que EEUU “con sus políticas, desestabiliza países y luego no puede negarse a que hayan grandes migraciones” como consecuencia, por ejemplo, de sus intervenciones en el pasado en países como El Salvador, Haití, Panamá, Puerto Rico y República Dominicana; el bloqueo económico contra Cuba u otros tipos de maniobras económicas y políticas que han afectado a Venezuela, Latinoamérica y otras regiones del mundo como el Medio Oriente, produciendo constantemente oleadas de emigrantes y refugiados.
El doble juego de la inmigración
Para Britto, la reciente medida que produjo la cancelación de 60 mil visas y suspensión del ingreso de ciudadanos de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, por razones de «seguridad nacional», más allá del conflicto legal que haya implicado en el país político estadounidense, será difícilmente aplicada por razones puramente económicas.
“La agricultura de Estados Unidos se sostiene gracias a la inmigración, sobre todo de México y América Central. Si de verdad se aplica una política restrictiva, la agricultura en gran parte desaparecería, porque los blancos, aunque sean blancos pobres, no van a doblar su espalda para cosechar tomates”, explica respecto a cómo el factor migratorio incide en una economía donde 40% de la mano de obra agroindustrial es inmigrada.
El doble juego de la inmigración está en propiciar el éxodo de inmigrantes para tener trabajadores ilegales. “Así tienen una mano de obra sin derechos, sumamente barata y que es el sostén de la economía de Estados Unidos”, sin embargo, compite con los trabajadores estadounidenses nativos, en tal sentido para Britto García “la medida de Trump tiene por objeto conquistar un electorado, el electorado blanco pobre de Estados Unidos, incitándole sentimientos de odio hacia los emigrados”, pero que de lograr cumplirse afectarían la agricultura y la industria, que quedarían sin una cuota importante de mano de obra barata.
“La agricultura de Estados Unidos se sostiene gracias a la inmigración, sobre todo de México y América Central»
Aunque las razones económicas incidan o no en la aplicación de la medida, lo que no deben descuidarse son las consecuencias de carácter social que el mensaje tiene sobre la clase trabajadora estadounidense, entre ellas, la eventual ola discriminatoria en contra de árabes y latinos que promueve el discurso presidencial en su realce de lo nacional y desprecio de lo extranjero. “Creas un efecto de consolidación contra grupos marginados, en vez de consolidarse en contra del capitalismo que es lo que los tiene en la miseria. Entonces se les acusa a los migrantes de que le están quitando los puestos de trabajo”, resalta el ensayista.
¿Nación chovinista?
La calificación de “nación de inmigrantes” con que se refieren algunos a EEUU, se fundamenta especialmente por 13 colonias que le dieron origen en la costa este de su territorio, pero si se menciona la anexión de más de la mitad de México, la ocupación de La Florida, la compra de Louisiana y la conquista de la costa oeste, se debería resaltar su terrofagia expansionista, comportamiento modernizado en la actualidad con la globalización y políticas neoliberales.
Sin embargo, las declaraciones de matiz xenofóbico hechas por Trump durante su campaña electoral y que se definen ahora en la reciente orden ejecutiva contradicen ese histórico mensaje propagandístico de que EEUU es una “nación de inmigrantes”, sin mencionar las medidas que desde la Inmigration act de 1917 en adelante limitaron el ingreso de extranjeros por razones políticas, sociales y de salud, que fueron germen de ese rechazo al “otro”.
El doble juego de la inmigración está en propiciar el éxodo de inmigrantes para tener trabajadores ilegales
Britto señala lo que EEUU oculta tras esa careta y es que también “ha sido la patria de la xenofobia. En primer lugar hubo el racismo en contra de los esclavos y se crearon organizaciones como el Ku Klux Klan, que todavía existen para mantener la ‘supremacía blanca’” o las distinciones raciales aplicadas a los descendientes de origen extranjero. “Si eres descendiente de una familia proveniente de América latina te llaman ‘hispano’, así como también llaman ‘afroamericano’ a cualquiera que tenga un poquito de tono oscuro en la piel” y sea miembro de una comunidad que continúa siendo víctima de abusos policíacos. “Basta que una persona tenga el tono de piel moreno para que un policía decida disparar primero y averiguar después”.
Aunque haya desencuentros entre la Casa Blanca y los jueces federales, la consecuencia posible y al margen, es que se acentúe la explotación continuada del inmigrante latino “porque están metidos en el mercado de trabajo y al discriminarlos, al perseguirlos, tú logras que ellos se contraten por remuneraciones ínfimas y que no reclamen sus derechos (…) Un buen grado de xenofobia: ‘te doy trabajo miserable y a unos sueldos menores, sin ningún tipo de derecho y si te pones a protestar busco a la policía migratoria’”.
Venezuela país generoso
En el ámbito económico, el investigador resalta las condiciones fiscales de los países-destino que los venezolanos buscan para emigrar. Por ejemplo, EEUU tiene una deuda pública de 112%, es decir que “debe todo lo que produce en más de un año”; en el continente europeo, por su parte, Francia tiene 87% e Italia posee 112%, mientras que España tiene una deuda de 67% y un 25% de desempleo. “Están dejando Venezuela por unos países que están en graves situaciones fiscales, en los cuales las medidas de discriminación se acentuarán”. Como ejemplo tenemos la directiva retorno de la Unión Europea en 2008, que fue una criminalización de la inmigración.
En el caso del migrante venezolano hay una gran diferencia en comparación con el de otro país, que generalmente es de condición social baja, sin educación formal, ni capacidad productiva. Comenta Britto García que el Homeland Security Department de EEUU revela que 21% de los venezolanos que migran son menores de 18 años de edad; 12% entre 18 y 24 años; 20% entre 25 y 44 años; adicionalmente “gran parte de esos inmigrantes tienen educación de tercer y hasta de cuarto nivel”, además muchos de ellos cuentan con “apartamentos propios, casas propias, estaban establecidos familiarmente, tenían estatutos de seguridad y hojas de crédito de primera calidad”.
De estos aspectos se perfila que “nuestra emigración es en gran parte gente que se ha educado y formado en el país a un costo muy grande para el Estado y la comunidad venezolana, por el cual no han reintegrado nada. La gente estudia en su gran mayoría gratuitamente y entonces van a ejercer esas profesiones o hacer valer esa formación educativa al exterior. Es en realidad un enorme regalo de material humano de primera magnitud que le hacemos los países en vías de desarrollo a los países ya desarrollados”, señala el intelectual.
Agrega que “toda esa formación profesional le llega gratuitamente a los países desarrollados, entre otros a EEUU y también países europeos, a unos países que nos discriminan, que nos declaran ‘amenaza inusual y extraordinaria’ y que además tiene todo tipo de retaliaciones contra los venezolanos”.
En contraste, Britto hizo un recuento de lo que ha sido el comportamiento de Venezuela respecto a la inmigración, cuando en la década de 1950 “acogió en un lapso muy breve a 800 mil inmigrantes, en un momento en el que la población eran seis millones de personas. Uno podía decir que una de cada seis personas en Venezuela eran inmigrantes y no hubo incidentes xenófobos”.
Como ejemplo, también resaltó las cifras que recientemente refirió el Presidente Nicolás Maduro sobre la presencia de una comunidad que supera los 5 millones de inmigrantes colombianos en el país, incluidos en una población de 27 millones de habitantes, quienes residen en una cuarta parte de los urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela y reciben atención de salud en los Centros de Diagnóstico Integral de Barrio Adentro; aunque esta sea una realidad tangible, Venezuela ha sido blanco de expresiones xenófobas desde el vecino país, como las del vicepresidente colombiano Germán Vargas Lleras, quien afirmó días atrás que las casas que construye su gobierno no deben ser entregadas a «venecos», palabra discriminatoria para referirse al gentilicio venezolano.
Aunque la orden ejecutiva haya generado una confrontación legal en el seno del gobierno de EEUU, que eventualmente se resolverá en los tribunales, a la cual se suman las expresiones de rechazo por parte del pueblo estadounidense en ciudades y aeropuertos, la alerta está en que la administración Trump realza el elemento xenofóbico en sus mensajes a la opinión pública, que pueden derivar en el refuerzo de la islamofobia o supremacía blanca, avivando peligrosamente esos “sentimientos que consiguen una concreción política en las doctrinas fascistas”, recalca Britto.
DesdeLaPlaza.com/Pedro Ibáñez