La interrogante tiene pertinencia en la Revolución, en toda revolución y, por supuesto, en el ejercicio de gobierno por parte de las y los revolucionarios. Suscribimos, junto al Comandante Hugo Chávez, la afirmación de que una revolución auténtica debe ser cultural y radical. No puede haber ambigüedades, se opta por acabar con el capitalismo y sus expresiones imperialistas, colocándose al lado del proletariado, de manera firme e inquebrantable, o no habrá avances ni alcanzaremos la sociedad deseada, la de las y los iguales, la que produce sus bienes con aportes de todas y todos según sus capacidades y distribuye y consume en concordancia con las necesidades de cada quien.
El pasado martes 13 de diciembre abordé esta misma reflexión, a través de las señales en vivo de Radio Nacional de Venezuela, en sus canales Musical y Clásico-digital. El programa Trinchera de Ideas, que allí conduzco. Mi querida poeta, Aracelis García, quien estaba en sintonía, envió un mensaje a la emisora, recordando a nuestro inmenso cantor necesario, Allí Primera: “La savia para ser fruto, debe entrar por la raíz”. A la cita añadió que “en el fondo podemos encontrarnos cualquier cosa. El fondo jamás verá la luz”. Veníamos de diferenciar ante la aparente sinonimia de “fondo” y “raíz”, por una cierta lógica comunicacional, pero también porque cuando nos formulamos la pregunta si ¿vamos al Fondo o a la raíz? lo hacemos para preguntarnos si es que nuestra Revolución corre el riesgo de ir al Fondo, es decir, al Fondo Monetario Internacional (FMI) o si avanza con firmeza a cumplir con la radicalidad de construir, sin vacilaciones, la Patria Socialista.
Hacer la revolución es una tarea compleja que no admite calcos ni copias, aún cuando coincidamos en apuntar a los mismos fines liberadores de la humanidad, a su independencia definitiva y a la conquista del socialismo, como utopía posible de mujeres y hombres nuevos en una sociedad que para producir y reproducir la vida no tenga por qué recurrir a la enajenación ni a la explotación.
Venezuela escogió el camino de la paz y la democracia auténtica, participativa y protagónica, para construir junto a su pueblo, la patria soñada por nuestros libertadores (Simón Bolívar y Hugo Chávez, entre otros). Construir un Estado de nuevo tipo, a partir de otro, decrépito, inhumano, discriminatorio, egoísta y desigual, como lo es el capitalista. Tal como lo impulsara el Comandante Hugo Chávez con el despliegue de las misiones como formas institucionales para la inclusión y la igualdad. Tal como lo defiende y profundiza el gobierno revolucionario que preside el camarada Nicolás Maduro. Tal como lo entendemos y acompañamos quienes estamos convencidos de que “el camino es duro, pero es el camino” –tal como lo reflexionara hace medio siglo. El Comandante Carache, Argimiro Gabaldón- para avanzar hacia la liberación y el socialismo.
Hace falta estar vigilantes para impedir que la Revolución Bolivariana y Chavista se detenga, para impedir que la pretendan detener, para evitar que la sumerjan en el fondo turbulento del pensamiento único, de la hegemonía del capitalismo y el economicismo burgués, neoliberal y financista.
Hace falta estar vigilantes para no ir, nunca más, al Fondo, al Fondo Monetario Internacional que sigue al asecho, fomentando y acompañado conspiraciones contrarrevolucionarias para destruir la esperanza de Venezuela, de Nuestramérica, de los pueblos pobres y marginados del mundo, que saben que en el socialismo está la verdadera respuesta.
Hace falta ir a la raíz. Ser radicales, consecuentes con la clase proletaria colocada al mando de todo el proceso, de sus líderes, dirigentes y guías. Hacer lo que Chávez y los grandes: Liderar, gobernar, mandar, OBEDECIENDO AL PUEBLO.
Ilustración: Xulio Formoso