A GOLPE DE CONTROL
NPI de PNI
No deja de producir cierta irritación el afán de Venevisión de hacer pasar varias de sus producciones al aire como de factura nacional independiente, según pueden identificarse las siglas “PNI” al comienzo de la emisión de cada programa.
Sabe uno porque lo ha escuchado, pero también porque lo ve, que se trata de productos realizados con recursos técnicos y humanos del propio canal, hechos a imagen y semejanza de lo que la visión corporativa impone. Si este fue el ardid inicial —y el de tantos otros prestadores de servicio de TV— para hurtar el cuerpo a lo que la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión establecía en cuanto a cuotas de programación, pronto se hizo evidente que tal recurso resultaba innecesario.
Abierto un generoso compás de espera, atenido a las limitaciones del universo de productores audiovisuales en el país, Conatel ha hecho la vista gorda sobre esta forzosa inobservancia de la legislación. Transcurrida una década desde su promulgación, la Ley Resorte ha terminado desengañando tanto a quienes la juzgaron a priori “ley mordaza” como a quienes aspiraban se hiciera instrumento de propulsión de los PNI.
Venevisión, por su parte, sigue jugando un rol infame en el espectro radioeléctrico nacional, proclamándose, eso sí, el alumno bueno de la clase. “¡Nadie cumple la ley como nosotros!”, podrían estar diciendo, mientras van torciendo el espíritu de la letra.
Porque suponiendo que sí, efectivamente, Atómico (una serie de cortinillas que dan pie a prehistóricas emisiones de El Zorro y El Chavo) y Primer Contacto (donde un par de periodistas se abocan a leer titulares de periódicos) —por mencionar un par de ejemplos cualquiera— son propuestas audiovisuales de visión independiente bien poco vale la emancipación de sus creadores.
Eso, por el contrario, es pensar como el amo. ¿O acaso el amo queriendo pensar como su vasallo?