Hoy 27 de febrero se conmemoraron 28 años de «El Caracazo», jornada que no fue más que la respuesta popular a las pretensiones del gobierno de Carlos Andrés Pérez de implementar en el país un paquete neoliberal.
Durante su presidente en la Asamblea Nacional (AN), el adeco, Henry Ramos Allup, dijo que en Venezuela están dadas las condiciones para que se repita un estallido social.
Esa declaración no es más que la demostración de que esa misma derecha adeca que ayer masacró al pueblo, hoy sueña que ese lamentable y sangriento escenario se repita.
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La pregunta salta sola: ¿realmente están dadas las condiciones para que se produzca un nuevo Caracazo?
A diferencia de hace 28 años, al frente del esta nación se encuentra un gobierno que ha velado desde el primer día por el bienestar del pueblo, a pesar de las innumerables dificultades, tanto internas como externas, que ha tenido que enfrentar.
Si bien es cierto que hay significativos problemas con la distribución de alimentos, también es cierto que hoy la inmensa mayoría de la población cuenta con el poder adquisitivo suficiente para satisfacer sus necesidades básicas más inmediatas, cosa que no ocurría en la Venezuela de 1989.
En esa época, durante la IV República, en la que gobernaban adecos y copeyanos, el 80% de la población vivía en la pobreza, de ellos más de la mitad en pobreza extrema.
Era común escuchar a través de los medios de comunicación, testimonios de madres que debían darle a sus hijos recién nacidos, teteros de agua de pasta para poder alimentarlos. Obviamente en esa época, los índices de desnutrición infantil eran elevados.
El desempleo pasaba del 20%, hoy en día es de apenas 6%. A mediados de los años 80 era común escuchar reseñas, y uno que otro chiste, sobre el economista Marrero, un egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), desempleado, que caminaba por la Plaza Bolívar de Caracas con un cartelito en el que solicitaba empleo.
Para quienes nos graduamos de bachiller a mediados de los 90, el Comité de Bachilleres sin Cupo era nuestra gran pesadilla. El solo hecho de imaginar que podíamos formar parte de ese grupo nos quitaba el sueño y producía pesadillas.
Afortunadamente esa “representación” estudiantil desapareció gracias a la apertura de nuevas universidades y a las facilidades otorgadas por la Revolución para que los niños, jóvenes y hasta adultos y adultos mayores puedan tener un título universitario.
La Venezuela de hoy dista mucho de la de 1989, para desagrado de esa derecha adeca que sueña con ver al país bañado en sangre.
DesdeLaPlaza.com /Rosa Ángela Latorraca