Hace 57 años nació en Guatemala Rigoberta Menchú, líder indígena y miembro del grupo mayaquiché, defensora de los derechos humanos y embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO, cuya labor ha sido reconocida con el Premio Nobel de la Paz y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.
Menchú vivió con una numerosa familia campesina de la etnia indígena maya-quiché. Su infancia y su juventud estuvieron marcadas por el sufrimiento de la pobreza, la discriminación racial y la violenta represión con la que las clases dominantes guatemaltecas trataban de contener las aspiraciones de justicia social del campesinado.
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Varios miembros de su familia, incluida su madre, fueron torturados y asesinados por los militares o por la policía paralela, los llamados “escuadrones de la muerte”; su padre murió en 1980, junto con un grupo de campesinos que se encerró en la embajada de España en un acto de protesta, cuando la policía incendió el local y quienes estaban dentro del mismo fueron quemados vivos.
Mientras sus hermanos optaban por unirse a la guerrilla, Rigoberta Menchú inició una campaña pacífica de denuncia frente al régimen guatemalteco y ante la sistemática violación de los derechos humanos a que eran sometidos los campesinos indígenas.
Asumió para ello la ideología del cristianismo revolucionario, la “teología de la liberación”. Menchú personifica el sufrimiento de su pueblo con notable dignidad e inteligencia, añadiéndole la dimensión de denunciar la situación de la mujer indígena en Hispanoamérica.
Para escapar a la represión se exilió en México, donde publicó su autobiografía en 1983; recorrió el mundo con su mensaje y consiguió ser escuchada en las Naciones Unidas. En 1988 regresó a Guatemala, protegida por su prestigio internacional, para continuar denunciando las injusticias.
En 1992, la labor de Rigoberta Menchú fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz, coincidiendo con la celebración oficial del quinto centenario del “descubrimiento de América”, conmemoración a la que Rigoberta se opuso pues, tal como fue concebida originalmente, desde la óptica del eurocentrismo, ignoraba las dimensiones trágicas que aquel hecho tuvo para los indios americanos. Su posición le permitiría luego actuar como mediadora en el proceso de paz guatemalteco entre el gobierno y la guerrilla, iniciado en los años siguientes.
En 1998, junto con otras líderes del mundo, fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, debido a su trabajo en favor de la defensa y la dignificación de la mujer. En 2006 participó como embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO, y desde 2004 apoya la labor y el compromiso de la Fundación Comparte.
El 7 de mayo de 2011, la alianza partidaria Frente Amplio Guatemala, integrada por el partido indígena WINAQ, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), Alternativa Nueva Nación (ANN), y el comité pre-formación del partido Movimiento Nueva República (MNR) proclamaron a Rigoberta como candidata presidencial para las elecciones del 11 de septiembre de 2011. Menchú quedó en la sexta posición con el 3,27% de los votos válidos emitidos, por lo que no logró cumplir su ilusión de ser la primera mujer en presidir su país, y la cuarta persona de raíces indígenas en ocupar el poder en América Latina, después del mexicano Benito Juárez, el peruano Alejandro Toledo y el boliviano Evo Morales.
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