Las calles de la zona, abrigadas por las casas coloniales, tenían a gran parte de cultores y artesanos vendiendo productos fabricados por ellos mismos. Papelón con limón, tortas y algodón de azúcar eran los productos más comprados para consumir.
«La gente se ha lanzado a las calles de Cumaná para festejar sus 500 años, de verdad que estas fiestas han sobrepasado las expectativas en comparación con otros años«, alega Germán Tirado.
Para Luisa Figuera, abuela de 70 años, las fiestas de antaño representan el principio de lo que es en la actualidad la ciudad de Cumaná.
«Recordar estas tradiciones permiten rendirle tributo a nuestros antepasados, a los que lucharon por nosotros y formaron el presente. Rememorar la cultura y los modos de vida de los años anteriores será siempre agradable», señala Figuera.
Algunos niños y jóvenes se vistieron con trajes indígenas y con ropa de colonizadores europeos, en representación de la llegada de Cristobal Colón a tierras venezolanas a finales del año 1400.
Además de recorrer las calles del casco histórico, los visitantes de las fiestas de antaños pasearon por la casa natal del poeta Andrés Eloy Blanco, situada frente a la Plaza Bolívar, y visitaron el Castillo San Antonio de la Eminencia, construido en el siglo XVII.