En noviembre de 1927, Salustiano Salustianovich Paredes, un periodista con pasaporte panameño desembarcaba en Moscú, para dar cobertura a las celebraciones del décimo aniversario de la Revolución Rusa que, ese año, era bautizada oficialmente como la Gran Revolución Socialista de Octubre.
Pero aquel periodista no existió. Fue una fachada. Se trató en realidad del venezolano Salvador De La Plaza, intelectual y militante revolucionario que, una vez tras otra, será expulsado de su país natal por cometer un hecho que cada gobierno dependiente de Estados Unidos calificó de terrorista o subversivo: Pensar.
Porta como alias, un nombre de origen latino que por algunas traducciones se entiende como: «Aquel con una vida saludable». Quien sea así nombrado, dicen, “tendrá los nervios a flor de piel, tan grande es su sensibilidad y rápida su capacidad de reacción”, cualidades que sin duda habrán de servirle en su vida clandestina.
Ha llegado a la Rusia revolucionaria en medio su peregrinaje como desterrado. Por las malas lo sacaron del país. Él no llora pidiendo clemencia. Sabe que se jugó todo en una sola baraja y perdió la mano.
Un par de años atrás, en 1919, es un muchacho de 23 años enrolado en las filas nacionalistas de una conspiración cívico-militar dirigida por el Capitán Luis Rafael Pimentel, para destronar al tirano Juan Vicente Gómez que, al momento, alcanza 11 años gobernando con mano de hierro el país.
La rebelión fracasa y numerosos estudiantes son encarcelados en la temida prisión que la dictadura llamada “La Rotunda”. Salvador, que cursa los primeros años de la carrera de abogado, es detenido y puesto tras las rejas.
Logra sobrevivir a las torturas. Otros no vivirán para contar los horrores de la tiranía gomecista. En prisión varios de sus compañeros de insurrección van morir: el Capitán Andrade Mora (a causa de las torturas); el Teniente Cristóbal Parra Entrena (que pierde la razón encarcelado) y los Subtenientes José Agustín Badaracco, Domingo Mujica y Aníbal Molina (quienes perecen por hambre y envenenamiento).
Luego de dos años tras las rejas, en 1921, y por gestiones del entonces Senador Aquiles Iturbe (también conspirador) le fue conmutada la prisión por el exilio y es obligado a partir a Francia. En ese país europeo terminará su carrera de abogado y para cuando la Universidad de París le concede su título, ya ha asimilado la ideología marxista.
Graduarse era un objetivo personal, cerraba un ciclo iniciado en su Caracas natal, e interrumpido por la expatriación; además entiende que debe regresar a Suramérica para continuar luchando contra la dictadura.
Recién graduado llega a Cuba y rápidamente estrecha relaciones con Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena, fundadores del Partido Comunista Cubano, además de opositores al régimen del Presidente Gerardo Machado. En la isla realiza sus primeras incursiones en una actividad a la que consagrará el final de su vida: la docencia. Pero, esto aún no lo sabe.
Mientras, participa en la instalación de la Universidad Popular “José Martí”, pero una vez más, su actividad política lo hace moverse a otro país y de esa forma, este peregrino caraqueño consigue refugio en México. Corre el año 1926.
En tierras de Benito Juárez, dos hechos van a marcar la vida de Salvador de la Plaza como militante revolucionario. El primero de ellos: la fundación el Partido Revolucionario Venezolano (P.R.V.) junto aCarlos León y los hermanos Gustavo y Eduardo Machado;ademásasume la responsabilidad de dirigir la Revista Libertad, órgano de difusión del partido.
En segundo término: conoce al muralista Diego Rivera, y éste lo enrola en la Liga Antiimperialista de las Américas. Con el artista y otro grupo de militantes, editan el periódico El Libertador.
Bautizo intelectual
Será en esa publicación, (abril de 1926) donde Salvador De La Plaza da a conocer su primer artículo de abierta orientación antiimperialista, titulado: «El pacto de Gómez con Wall Street» (1). El texto, es un destello del faro que más tarde será su pluma, para la conciencia nacional y latinoamericana.
Allí explica que “El desarrollo del imperialismo yanqui en Venezuela, antes de la subida de Gómez al poder, fue precario debido a dos factores: la antipatía de los venezolanos en general a la inversión en el país de capitales extranjeros y el desconocimiento, por otra parte, que tenía Wall Street de las riquezas petroleras de Venezuela”.
Con los yanquis en suelo patrio, sabe que la única manera de enfrentarlos es unidos. “Desde 1.908 y gracias al pacto en que prometieron impedir el regreso de (Cipriano) Castro, los Estados Unidos dominan políticamente a Venezuela y si no tienen igual dominio en lo económico, débese a la maniobra de los ingleses para apoderarse del petróleo. Por ese pacto Gómez ha podido tiranizar todo un pueblo ante el silencio cómplice del mundo civilizado. Es Wall Street la responsable de los millares de venezolanos que mueren de hambre, tortoleados, supliciados por todos los medios en las cárceles y en las carreteras, es también el pueblo de toda América que permanece indiferente ante el concubinaje de Bisonte y las bancas de New York y Londres. Si a ellas lo que les interesa es explotarnos hasta vernos morir, a nosotros nos corresponde unirnos y pelearlos en todas sus fortalezas”.
Primer retorno
De La Plaza combatió a Gómez y su régimen tiránico en todos los campos. Y es que el dictador tenía demasiados flancos abiertos, como recuerda la investigadora Luciana McNamara.
“Juan Vicente Gómez se destacaba en aprovechar el erario público para enriquecimiento propio. Fue el más grande propietario territorial (…) convirtiéndolo en el principal proveedor de carne con más del 60% de todo el ganado de Venezuela (…) también monopolizó la navegación; la electricidad en varias ciudades; ingenios de azúcar, haciendas de café y cacao; pequeñas industrias de telas, jabones, cigarrillos, velas, vidrio, aceites, hoteles, etc”. (2)
Desde su despunte como intelectual predicó, como señala la economista venezolana Mailer Mattié, “que la riqueza petrolera debía traducirse fundamentalmente en bienestar social para el país, viendo en las compañías extranjeras el obstáculo central para alcanzar ese objetivo”. Además, “consideraba primordial no sólo limitar su explotación, sino maximizar la inversión de los ingresos que percibía el Estado para construir una sociedad cada vez menos dependiente de esa renta. Construir, pues, una sociedad sin la presencia de las empresas extranjeras, donde el Estado tomara las riendas de la industria de los hidrocarburos”. (3)
Pasarán 20 años después de su muerte para que un gobierno venezolano asuma los incansables reclamos de Salvador De La Plaza, como política soberana. Pero aún estamos en la década de los 30 del siglo pasado y faltan muchas páginas de la historia por escribirse.
Un refrán popular asegura que muerto el perro se acabó la rabia. “El gendarme necesario fallece en su cama en 1935” (4), escribe Luis Britto García en un artículo. Así que sin el tirano Juan Vicente Gómez, el revolucionario regresa al país. De La Plaza, es abiertamente, un militante comprometido con la clase obrera y campesina y no sólo en teoría… lo practica.
Vuelve a aparecer públicamente en 1936 como uno de los líderes organizadores de la más importante huelga petrolera del país que paralizó esa industria en procura de reivindicaciones laborales. Ayuda a crear las ligas campesinas y los primeros sindicatos de Venezuela. El resultado será predecible.
De nuevo al exilio
Volvamos a 1937. La huelga petrolera ha sido exitosa y sentó las bases del poderoso movimiento de la clase obrera nacional. Eleazar López Contreras, es el presidente de la Venezuela post gomecista y ante la intraficable voluntad de los obreros (sostenidos logísticamente por la clase campesina) decide zanjar la huelga y las presiones de las trasnacionales, llamando al reinicio de faenas por decreto y aumentando “un bolívar” al salario de los obreros… también les concedió hielo para el agua potable.
La siguiente medida de López Contreras fue la expulsión inmediata y/o el encarcelamiento de la clase dirigente obrera para desarticular la organización sindical. Salvador De La Plaza es de los primeros expatriados y regresa a México de nuevo donde se estacionará dos años.
Resulta corto el tiempo y una vez más regresa a la Patria. Ahora es presidente el General Isaías Medina Angarita. Colabora con el nuevo gobierno en la redacción de la Ley de Reforma Agraria que ya había visto en el México de Lázaro Cárdenas. Pero el destino le hace una nueva jugada y es empujado al exilio por tercera vez en su vida, luego que la Seguridad Nacional del dictador que se instala: Marcos Pérez Jiménez, lo presionara con detenciones consecutivas.
Aterrizará en la Francia donde se formó como abogado y marxista y allí permanece hasta el año 1958, cuando la Unión cívico-militar (que De La Plaza practicó contra Gómez) urdida ahora por el Partido Comunista de Venezuela, acaba con el régimen dictatorial de Pérez Jiménez.
Muchos años ha pasado fuera de su país, aquel hombre que nació en los albores del siglo XX (1896), en una acomodada familia caraqueña cuando las disputas caudillistas ocupaban la realidad nacional, y ahora volvía en democracia.
El hombre que regresa a Caracas es un reputado intelectual marxista, ese que de niño quiso ser médico, como su padre, pero que las aulas universitarias, -en la primera juventud- lo hicieron revolucionario.
Con los años, Salvador De La Plaza “se convertirá”, escribe el investigador René Arias Riera, “en uno de los iniciadores de la interpretación materialista de la historia de Venezuela, y en consecuencia, en agudo crítico del paradigma positivista de la explicación de la realidad que predominó en el país durante la primera mitad del Siglo XX”. (5)
Plena Soberanía
Cuando en 1999, el Comandante Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana llega al poder, han pasado poco más de 20 años del fallecimiento de Salvador De La Plaza. Y aquellos escritos, a veces desesperados, finalmente encuentran tierra fértil en la dirigencia política de entonces.
Tenía que pasar. Ya El Libertador Simón Bolívar había hecho una predicción sobre Estados Unidos producto, no de un acto de adivinación, sino de su experiencia política. Guardando las distancias, De La Plaza escribe siempre consciente de que el enemigo no es el títere local: “nuestra lucha no es hoy contra Gómez, es contra los imperialistas que lo apoyan, es contra los aliados futuros del imperialismo”.
Tanto trasciende la obra de Salvador De La Plaza que Rafael Ramírez (6) aseguraque “su pensamiento revolucionario en materia petrolera constituye una de las fuentes teóricas de la política de Plena Soberanía Petrolera, encabezada por el Comandante Hugo Chávez”.
Y es que desde la promulgación de la revolucionaria “Ley de Hidrocarburos”, que reposiciona a Venezuela como administradora autónoma de sus recursos y que derivó en un Golpe de Estado por el control de Petróleos de Venezuela en abril de 2002, la política petrolera del país comienza a pensarse desde los intereses propios y no desde los foráneos.
En su discurso del 13 de abril de 2005 el Comandante Hugo Chávez Frías anuncia que en “Venezuela se acabó la evasión tributaria. Hay empresas petroleras que no pagan impuestos y que desde ahora en adelante tendrán que pagarlos o marcharse”. Y agrega que los contratos otorgados en la llamada “apertura Petrolera”, en épocas de la tecnocracia que dirigió el Sabotaje petrolero (diciembre 2002 – enero 2003) eran sumamente complacientes con las trasnacionales y no las obligaba a casi nada a cambio de nuestro petróleo.
Este tipo de entreguismo a las empresas trasnacionales no era nuevo en el país. Ya en 1965 De La Plaza lo advertía. “Los trust (7) petroleros quieren -y la política de Uslar Pietri les hacía el juego- extraer lo más rápidamente posible el petróleo de nuestro subsuelo -no obstante que el exceso de producción acarrea caída de los precios en el mercado mundial-, porque su interés estriba en obtener enormes beneficios y recuperar en el menor tiempo sus inversiones -las que por cierto, ya han recuperado varias veces con la anuencia cómplice de los gobiernos-, importándole tres pitos el provenir de nuestro país”. (8)
El gobierno de turno, debe -y continúa- abocarse a la “reconquista del derecho de Venezuela a tomar todas aquellas medidas que mejor convengan a la construcción de su economía independiente y al desarrollo de sus relaciones de intercambio comercial con todos los países del mundo”.
En la actualidad, pasada la política petrolera por el tamiz de la Revolución Bolivariana, con la existencia de organismos como Alba y PetroCaribe, parecieran escritas en nuestras coyunturas, todas las palabras de Salvador de La Plaza, ya que como militante revolucionario, como académico y como intelectual hizo todo cuanto estuvo en sus manos para que la principal riqueza de nuestro subsuelo: el petróleo, fuese una herramienta para liberarnos de la dependencia extranjera, pero así mismo, un instrumento de solidaridad entre los pueblos, sin olvidar la perspectiva conservacionista de este recurso no renovable.
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Salvador De La Plaza, empuñó su pluma y su palabra a favor de la plena soberanía de Venezuela sobre el petróleo y lo hizo hasta el último aliento de su vida.
En 1970, tenía 74 años, nunca más había tenido que ser Salustiano, ni cualquier otro clandestino. Era 29 de junio cuando un infarto fulminante lo emboscó estando en su oficina como profesor de la UCV… estaba trabajando.
DesdeLaPlaza / Ernesto J. Navarro – Premio Nacional de Periodismo 2015
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1.-De la Plaza, Salvador. «El Pacto de Gómez con Wall Street«. El Libertador. (1926).
2.- McNamara, Luciana. En: http://encontrarte.aporrea.org/125/personaje/.
3.- Mattié, Mailer. “Salvador de la Plaza, un pensador revolucionario venezolano en el olvido”. En: http://laclase.info/teoria/salvador-de-la-plaza-un-pensador-revolucionario-venezolano-en-el-olvido.
4.- Britto García, Luis. “Elogio del Panfleto”. Pag. 122. Fondo Editorial Fundarte.
5.- Arias Riera, René. “Salvador de la Plaza y la alternativa socialista en Venezuela”. Revista de Filosofía. La Universidad del Zulia. Maracaibo – Venezuela.
6.-De la Plaza, Salvador. “Historia y retos del Petróleo en Venezuela” (Vol. 1 y 2) Pág. 05. Fondo Editorial Darío Ramírez – Pdvsa.
7.-El término «trust» define la situación en que varias empresas que producen los mismos productos se unen formando una sola empresa.
8.- De la Plaza, Salvador. “Historia y retos del Petróleo en Venezuela” (Vol. 1 y 2). Pág. 194. Fondo Editorial Darío Ramírez – Pdvsa.
9.-Página web del BCV www.bcv.org.ve