El himno del sol

Como les vengo diciendo, en los años 60 pasaron demasiadas cosas en el mundo, tanto políticamente, económicamente y, lo que nos atañe, musicalmente. Sin embargo, es indudable que la presencia de los británicos en el creciente rock a nivel mundial arropó todas las ideas e iniciativas.

Ya cuando hablé sobre Jimmy Hendrix, les comentaba que no todo estaba pasando en Londres (aunque Hendrix pasó en Londres). En Estados Unidos también estaban pasando un motón de cosas. Y claro, no debemos olvidarnos de nuestras tierras porque aquí en Latinoamérica y en Venezuela estaban pasando muchas cosas. Aunque de eso hablaré más adelante.

Mientras la invasión británica marcaba el destino del rock a nivel mundial, en Estados Unidos, convulsionado por las guerras y las luchas por los derechos civiles, ya estaba consolidado el movimiento hippie y una corriente musical (de la cual hablaré luego también) conocida como el folk. Este género se caracterizaba por ser música enteramente acústica y, como un llamado contracultural, era la respuesta a todo lo que ocurría en la música comercial.

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Sin embargo, aunque el folk era una tendencia muy importante en suelo estadounidense, en California se empezó a gestar una movida de grupos de rock sicodélico.

Muchos de sus músicos intentaron arrancar sus carreras llevando de la mano sus guitarras y bajos acústicos, pero pronto se vieron embelesados por la “eléctrica”, como le decían en la época. Por supuesto, las drogas tenían mucho que ver y el hecho de oír lo que venían haciendo los representantes del género al combinar drogas e instrumentos eléctricos, los impulsó a meterse en este mundo.

The Grateful Dead fue uno de sus representantes, seguramente uno de los más icónicos y, además, grupo de culto aun hoy en la actualidad. Su primer disco, Anthem of the sun, presenta lo más característico del género. Pero también debo comentarles que al oírlo con detenimiento siento elementos que se parecen más a los grandes despliegues instrumentales de Deep Purple en los años siguientes y también el sonido del ácido que emanaba la guitarra de Carlos Santana.

Los más conocedores de este grupo afirman que ningún disco en realidad pudo captar nunca la verdadera esencia de los Grateful. Y es así porque en sus presentaciones en vivo los músicos realizaban largas secciones instrumentales, aderezadas, por supuesto, por los viajes de LSD y quién sabe qué otras sustancias. El himno del sol es una vitrina de calidad musical, de bajos poderosos, de guitarras virtuosas, de percusión a veces jazzista, a veces latina y de unos teclados y órganos al mejor estilo de The Doors.

Grateful Dead se hizo célebre y rápidamente querido en los Estados Unidos. De hecho su legión de fans se le bautizó como los “Dead head” y aún hoy en día existen. Sin embargo, sus producciones discográficas sufrieron altibajos desde el punto de vista musical. La otra cuestión es que Jerry García, guitarrista y cantante, siempre trató de mantenerse y mantener a la banda fuera del «mainstream». Lo negativo es que nunca figuró entre las «leyendas», lo positivo es que quienes aprecian su obra son realmente amantes de ella y, a pesar de todo, mantiene siempre su esencia.

The Grateful Dead se terminó de disolver en 1995 con la muerte de su líder y aún en 2015 los Dead Head mantienen vivo su legado.

DesdeLaPlaza.com/Simón Herrera

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